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Domingo Faustino Sarmiento

Domingo Faustino Sarmiento fue un político, escritor, docente, periodista, militar y estadista argentino; gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864, presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874, senador nacional por su provincia entre 1874 y 1879 y ministro del Interior en 1879. Considerado como uno de los grandes escritores del siglo XIX,​ es destacado tanto por su labor en la educación pública como en su contribución al progreso científico y cultural de su país.
Domingo Faustino  Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento

Primeros años

El nacimiento en San Juan

Domingo Faustino Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en San Juan hijo de José Clemente Cecilio Quiroga Sarmiento y Paula Zoila Albarracín Irrazábal.

Su nombre de bautismo era Faustino Valentín Quiroga Sarmiento. Según algunas fuentes, el nombre Domingo se le adjudicó luego, no figuraba en su partida de nacimiento.  Existen además testimonios de que ni sus familiares ni amigos lo llamaban "Valentín", nombre que le fue dado por ese santo. El nombre «Faustino» le fue dado por el santo del día de su nacimiento.

Sarmiento recordó a San Juan en 1851, como "un lugar pequeño entre las agrestes faldas de la cordillera que tiemblan y braman en los raptos de su salvaje ternura". Esta ciudad contaba por entonces con tres mil habitantes, y en el primer año de la Revolución conservaba las características del antiguo régimen colonial. Era la edificación de la mayoría de casas de adobe y las calles de tierra.

San Juan tenía una sociedad marcada por distinciones y privilegios y una división en estamentos traída de España. La sociedad estaba escindida entre la gente principal y el pueblo llano, así la parquedad de las costumbres, la apretura urbana y la escasez de medios, quedaban en evidencia.

Las condiciones naturales permitieron el desarrollo de una cultura agrícola.

Esa sociedad tradicional mantenía la pureza del idioma, reflejada luego en lo que para Sarmiento será el arma más poderosa: el uso del lenguaje.

Su familia, el hogar, la educación

Sarmiento describió la casa donde vivió, como un hogar con virtudes de austeridad, amor al trabajo y disciplina cordial. En su infancia, ocupó su madre Paula Albarracín un lugar importante, en su formación en cuanto al deber y el cuidado de las tradiciones; contrastaba con esta enseñanza la vida y actividades de su padre, José Clemente Sarmiento, inconstante y siempre en zozobra, sin oficio ni profesión, infundido de una obsesión patriótica demostrada en la cuesta de Chacabuco y en los fragores de la guerra civil.

Entre sus parientes sobresalían Domingo y José de Oro, quienes lo impulsaron en la educación. 

En 1816 ingresa en la recién creada Escuela de la Patria, que dirigía el maestro Fermín Rodríguez, cuya jerarquía docente recordó con admiración a lo largo de su vida.

Sarmiento sufrió por no poder obtener una beca para estudiar en el Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires. Por esta causa se consideró siempre un autodidacta una vez le dijo a Benjamín Gould "Yo soy uno de esos condenados a ser lego toda mi vida, no obstante que mi oficio es hacer enmiendas en las constituciones hechas por los doctores."

En 1825 acompaña a su tío, el presbítero José de Oro, al pueblo de San Francisco del Monte, en la Provincia de San Luis. Aprende con él latín y doctrina cristiana y no obstante su corta edad da clases a vecinos del lugar. Todavía se conserva parte del local donde funcionó la precaria escuela.

En 1826 Sarmiento demuestra su vocación de educador en una escuela en San Francisco del Monte en la provincia de San Luis, en compañía de su maestro José de Oro.

Durante 1827 regresa a San Juan y trabaja de tendero, pero sobre todo lee cuanta publicación llega a sus manos. Comenzó a leer apasionadamente en los ratos que le dejaba su trabajo tras el mostrador de una casa de comercio. La curiosidad entusiasta y el deseo de aprender y enseñar llevó a Sarmiento a leer biografías de Cicerón, textos de Franklin, Paine,  Rousseau y a Feijóo sobre esta pasión sobre la lectura escribió en 1887  "Fue mi cuerda desde niño  el entusiasmo exuberante y todavía se derrama en mi alma, no obstante los años, esta generosa espuma de la vieja cerveza." 

La Autobiografía de Franklin influyó en la formación de su carácter

Es nombrado en 1828 subteniente del batallón de infantería provincial. Empezó allí su carrera militar, que cumplió en forma alternada, de acuerdo con las costumbres de la época. Escribió mucho y con autoridad sobre temas militares (cf. Introducción a las memorias militares y foja de servicios de Domingo F. Sarmiento, General de División R.A. Buenos Aires, 1884)

Actuación durante época de Rosas

La anarquía y el destierro

San Juan luego del período del gobierno unitario de Salvador María del Carril, se hundió en la anarquía que en el año veinte asolaba al país. Juan Facundo Quiroga entra en San Juan en el año 1827. Sarmiento presenció el espectáculo de las tropas que conformaban las montoneras, y consigna este recuerdo de 1884: 

"habían montado en briosos corceles, tomados de los prados artificiales; y entonces usaban, para guarecerce en los llanos de los montes de garabato, enormes guardamontes, que son dos recios parapetos de cuero crudo, a fin de salvar sus piernas y aun la cabeza del contacto de sus espinas de dos cabezas, como dardo de flecha. El ruido de estos aparatos es imponente, y el encuentro y choque de muchos como el de escudos y armas en el combate. Los caballos briosos, y acaso más domesticados que sus caballeros, se espantaban de aquellos ruidos y encuentros extraños, y en calles sin empedrar, veíamos los espectadores avanzar una nube de denso polvo, preñada de rumores, de gritos, de blasfemias y carcajadas, apareciendo de vez en cuando caras más empolvadas aún, entre greñas y harapos y casi sin cuerpo, pues que los guardamontes les servían de ancha base, como si hubiera también querubines de demonios medio centauros. He aquí mi versión del camino de Damasco, de la libertad y de la civilización. Todo el mal de mi país se reveló de improviso entonces: ¡la Barbarie!"

La guerra civil, que por entonces se desarrollaba en el país, llevó a Sarmiento a tomar partido y hacia el fin de los años veinte se sumó a los unitarios de Nicolás Vega y José María Paz:

"Era el primero en las guerrillas y a medianoche el tiroteo lejano me hacia despertar, escabullirme y lanzarme por calles desconocidas, guiándome por los fogonazos hasta el teatro de la escaramuza, para gritar, para meter bulla y azuzar el tiroteo."

Sarmiento empujado por los intereses familiares envueltos en la lucha, defendiendo los derechos y privilegios comerciales de las aristocráticas familias principales, participa de la guerra civil. Consecuencia esta del agotamiento y el disloque de la economía heredada de la época virreinal que aflora durante la Revolución y las guerras de la Independencia.

Sarmiento vivió inmerso esos años en la lucha. Derrotado los unitarios, cruzó la cordillera y se estableció en Chile en 1831 viaja como emigrado. Enseña en una escuela de Santa Rosa de los Andes y posteriormente en la de Pocuro. Nace su hija Emilia,  Faustina, de unión no legítima. Trabaja en una mina de Chañarcillo como capataz.

En 1836 por razones de enfermedad, regresa a San Juan. Cumple, entre otras, tareas de decorador y actor.

Regreso a San Juan

Regresó a San Juan durante el gobierno federal de Nazario Benavídez. 

En 1838 funda con otros coprovincianos la Sociedad literaria. En la biblioteca particular de Quiroga Rosas, lee a Chateaubriand, Víctor Hugo, Lamartine, Dumas, Guizot, Thiers, Tocqueville, entre otros. 

Emprendió la lectura del pensamiento francés de la Restauración y de la Monarquía de Julio. Estudia los enfoques teóricos nacidos del colapso de la Revolución y del primer Imperio en Francia. Principalmente lee a François Guizot, Alexis de Tocqueville, Victor Cousin y Lerminier, los primeros historiadores de la Revolución, Lamartine, Louis Blanc, y Saint-Simon, Pierre Leroux. 

Trata de lograr con estas lecturas comprender los procesos sociales y políticos, más allá de las distancias que separan aquellos sucesos de la revolución colonial y la guerra civil.

Para Guizot, los principios que la revolución había enfrentado, la monarquía y la república, no sólo se entendían por representar formas de gobierno antagónicas, sino por expresar clases y movimientos sociales opuestos.

Para Tocqueville, en el primer volumen de La democracia en América en 1835, la raíz última de la igualdad, principal bandera de la Revolución, era la pasión dominante de una sociedad democrática en ascenso que dejaba atrás en la historia a la sociedad aristocrática. Estudió, Sarmiento, durante estos años a los teóricos de las formas de gobierno y tipos de sociedad.

Bajo el seudónimo de García Román envía a Juan Bautista Alberdi un poema: "Canto a Zonda", pidiéndole su juicio. Éste no pareció haber sido desfavorable, pero Sarmiento no volvió a escribir poemas en verso.

En 1839 crea el Colegio de Señoritas de la Advocación de Santa Rosa de Lima. Lo inaugura el 9 de julio, aniversario de la Declaración de la Independencia. Aplica renovadores métodos pedagógicos y aconseja un uniforme escolar que iguala en su presentación a las alumnas y ha sido adoptado después en todas las escuelas argentinas. en dicho colegio es autor de su plan de estudios y reglamento de disciplina.

El 20 de julio publica el primer número de El Zonda, que dura poco tiempo por discrepancias con la autoridad de gobierno. El periódico El Zonda del que se publicaron seis números dirigidos a unos cincuenta lectores. 

Durante 1840 sufre prisión y amenazas. Huye a Chile. Al pasar por los baños de Zonda escribe la frase "On ne tue point les idées", que Sarmiento atribuye a Fortoul. (Sobre la paternidad de esta frase cf. Paul Verdevoye: Domingo Faustino Sarmiento, educar y escribir opinando (1839-1852), Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1988, nota 62, p. 80).

Segundo destierro

En 1840, sufre prisión y amenazas a causa de la protesta pública y la conspiración contra Benavídez, Sarmiento se ve obligado a emprender devuelta el exilio en Chile. Al cruzar la cordillera atribuyó erróneamente a Fortoul la sentencia "on ne tue point les idées" que escribió sobre una pared.

Cuando Sarmiento llegó a Santiago de Chile, en 1840, hacía nueve años que funcionaba un régimen republicano en este país, impuesto por el grupo conservador o pelucón. Chile gozaba de un período de relativa estabilidad. Su legitimidad estaba basado en un régimen entre autoritario y liberal, basado en la Constitución de 1833, en la centralización administrativa, en la rotación de los presidentes en el ejercicio del poder ejecutivo con períodos de cinco años y una sola reelección, y en el estricto control que los gobiernos ejercían sobre el proceso electoral. Sostenía el régimen el carácter representativo, popular y limitado de la soberanía, y el poder ejecutivo que recurría, si la ocasión lo exigía, del estado de sitio y de las facultades extraordinarias. Tres presidentes se sucedieron pacíficamente durante tres decenios en Chile. En la década del treinta gobernó Joaquín Prieto, en la del cuarenta, Manuel Bulnes y en la del cincuenta, Manuel Montt.

En Santiago de Chile, que contaba con más de 80.000 habitantes, Sarmiento entendió el significado de una república con asiento en el poder institucionalizado y en el orden político que de dicho sistema derivaba, pero no pudo profundizar en las condiciones de las que derivaba su orden formal. Su provincia, San Juan encarnó el contrario del orden republicano. En su lugar prevalecía la guerra y la fragmentación, que se fundía luego del combate en los caudillos, pero que en el fondo informaba de la construcción de una nación sobre la base de la crisis de los sistemas productivos regionales y antagónicos.

Periodismo y polémica en Chile

Demuestra, entonces, su talento periodístico. Polémico y apasionado siempre estaba dispuesto a entrar en debates. Cultivó el arte del ataque al adversario que combinaba con la atención del observador de costumbres, experiencias comparadas y usos sociales. Disputó acerca del uso del lenguaje escrito con Andrés Bello escudándose en el anonimato, enfrentó a la Revista Católica y, por sobre todo, sus artículos se dirigieron contra el régimen rosista que respondió enviando a Chile la misión diplomática de Baldomero García. Sarmiento se convirtió en un combatiente del exilio, se destacaba en la comunidad de "proscriptos de nuestra época", integrada por Nicolás Rodríguez Peña y Gregorio Las Heras, y la generación más reciente representada, entre otros, por Vicente Fidel López, Bartolomé Mitre, Juan B. Alberdi y Carlos Tejedor

En enero de 1841 se radica en Santiago y comienza su vastisima y sin duda sorprendente labor periodística, gran parte de la cual fue publicada, con imperfecciones, en la edición oficial de sus Obras. Su primer artículo en El Mercurio bajo el seudónimo de "Un teniente de artillería ", lo titula "12 de febrero de 1817", recordatorio de la batalla de Chacabuco, ganada por el general San Martín. El artículo reivindica al Libertador y es comienzo del prestigio de Sarmiento como escritor. Su labor no se limita desde entonces a El Mercurio, sino también a Crónica Contemporánea y El Nacional. Muestra sorprendente conocimiento de la realidad europea y norteamericana, y clara conciencia de los problemas de las nacientes nacionalidades de la América hispana y sus invaginares coloniales. Para el estudio de esta labor es esencial el libro de Paul Verdevoye citado más arriba.

Trabajos para el gobierno 

En Chile Sarmiento se puso al servicio del ministro de Instrucción Pública del presidente Bulnes, Manuel Montt. Escribe artículos periodísticos desde 1841 en numerosos diarios duradero y ocasionales y que a veces dirigía, se incorpora a la Facultad de Humanidades, y se hace cargo de la Escuela Normal de Santiago. Publica varios textos pedagógicos, entre otros la Memoria sobre ortografía americana y el Método de lectura gradual.

En 1842 gobierno de Chile lo designa director y organizador de la primera Escuela Normal de Preceptores que se abre en América Latina. Con Vicente López, el futuro gran historiador, funda el Liceo, instituto particular de enseñanza, que duró poco por conflictos con el medio. La influencia impulsora de Sarmiento en la llamada "generación chilena de 1842 " ha sido destacada y a veces negada, en este último caso por recelos defensivos. En el periodismo chileno ejerció la crítica de costumbres bajo la influencia de Larra, especialmente, la crítica teatral y de arte, el examen de las cuestiones literarias, los problemas sociales, el papel de la prensa, con sus derechos pero también con sus obligaciones. Las polémicas en que intervino -las del romanticismo y la de la lengua castellana- no fueron mal fruto de su temperamento apasionado, sino convicciones basadas en estudios profundos, y en ocasiones de admirable anticipación. Funda El Progreso 

En 1843 publica Mi defensa, para reivindicar su vida de acusaciones ajenas. A los 32 años se siente protagonista de un destino americano. Es designado miembro académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de Santiago de Chile, a propuesta de Andrés Bello. Presenta allí la "Memoria sobre ortografía americana", recogida poco después en libro, y cuya proposición de reformas fue adoptada en parte por el gobierno de Chile.

Durante 1844 continúa su labor periodística en El Progreso. Publica La conciencia de un niño, que alcanzó más de 50 ediciones.

A partir del 2 de mayo de 1845 comienza a aparecer en El Progreso la serie de artículos, publicados poco después en volumen, de la que será su obra más famosa, el Facundo. Sigue paralelamente con su labor periodística sobre variados temas, incluyendo sus ataques al gobierno de Rosas; tal vez para alejarlo de las polémicas, el gobierno de Chile le encomienda una misión de estudio de los sistemas educativos y de colonización en los países europeos.

Su primer programa político: Facundo

La polémica fue para Sarmiento fundamental, llegando hasta la descalificación. En sus artículos emprendía, también, el análisis teórico de lo social y lo político, y las transformaciones históricas de una sociedad en mutación.

Publica Mi defensa para mostrar quién era y de dónde venía y en 1845 desde las páginas de El Progreso escribe en forma de folletín Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Para Sarmiento, fue "un libro extraño, sin pies ni cabeza, informe, verdadero fragmento de peñasco que se lanzan a la cabeza los titanes". En 1845, Sarmiento padecía una "exasperación [que] tocó en el delirio", según dice en Recuerdos de provincia. Civilización y barbarie planteó una interpretación dualista de la realidad que, debía resolverse en una síntesis superadora. Dos mundos opuestos: por un lado, las ciudades argentinas y por el otro la campaña hostil que las circunda que, al ritmo de la revolución y de la guerra, se entrelazan y van creando nuevas realidades.

Facundo, de la geografía, costumbres, tipos humanos y procesos sociales y políticos de aquella Argentina en formación, concluye con una paradoja: Rosas, no hace más que repetir a orillas del Plata la vieja historia del despotismo animada por el terror recíproco y la administración del mal. Pero ese despotismo, "sistema, efecto y fin" de lo que para el caudillismo montonero era sólo instinto e iniciación, representa el rol de aquel que practicando el vicio genera sin quererlo la oportunidad de recrear alguna virtud.

Según consigna Sarmiento, "la autoridad se funda en el asentimiento indeliberado que una nación da a un hecho permanente". En la Argentina de 1845, ese "poderoso instrumento de la Providencia" que se llamaba Rosas había reducido todos los poderes, viejos y nuevos, a una unidad política antes inexistente.

El Facundo, pretendía dar una base más realista que aquellos paradigmas expuestos por los unitarios en décadas anteriores. Debido a que la unificación del poder en la Argentina era fruto de un proceso histórico, derrotada la tiranía, la Constitución que debía adoptarse no giraba en el vacío, ni tampoco sufriría los achaque de un insanable utopismo. Resuelta la cuestión del poder, la Argentina estaba madura para recibir una política transformadora de su sociedad civil: he aquí el programa del Facundo.

Viajes a Europa, África y América del Norte

El ministro Montt con su asesor y amigo, ayudó a que Sarmiento emprendiese en octubre de 1845, un viaje por Europa, África y América del Norte para estudiar por encargo del gobierno chileno los sistemas de educación y las políticas inmigratorias.

El 28 de octubre de 1845 zarpa del puerto de Valparaíso con destino a Montevideo, primera etapa de su viaje. Escribe a Demetrio Peña la primera de las cartas que publicará posteriormente bajo el título general de Viajes en Europa, África y América. Llega a Montevideo, ciudad sitiada por las fuerzas del general Oribe, apoyado por Rosas en la llamada Guerra Grande; trata allí a algunos de los argentinos exiliados: Esteban Echeverría, Bartolomé Mitre, Florencio Varela, Vélez Sarsfield. El diario El Nacional publicaba, tomado del Progreso, el texto del Facundo.

En 1846 llega a Río de Janeiro. Conoce y establece amistad con José Mármol, que lee fragmentos de los Cantos del Peregrino. Se embarca para Europa en la nave La Rose. El 6 de mayo llega a El Havre y comienza su itinerario europeo y africano, que sintetiza en sucesivas cartas y acota en el Diario de Gastos. Visita al general San Martín, quien le refiere aspectos no conocidos de su histórica entrevista con Bolívar en Guayaquil. Sarmiento los desarrollará en el discurso que presentará (1847) para su incorporación en el Instituto Histórico de Francia, abriendo una polémica aún no cerrada. En octubre llega a Madrid, en diciembre viaja a Argel. Entre tanto, La Revue des Deux Mondes publica un elogioso artículo de Charles de Mazade sobre Facundo.

En enero de 1847 llega a Marsella. Posteriormente visita Génova, Pisa y Roma, donde se entrevista con el Papa. Después de un breve pasaje por Suiza viaja a Alemania. Vuelve a París y en Londres se embarca con destino a Estados Unidos. En setiembre llega a Nueva York. En Londres había leído un informe sobre educación de Horacio Mann, con el que se sintió identificado. Fue su mayor admiración en este viaje por los Estados Unidos y Canadá. En los poco más de dos meses y medio que duró su visita, recorrió, a veces de manera fugaz, las principales ciudades, en las que observa mucho y recoge abundante documentación. Sus observaciones (cf. la carta a Valentín Alsina y el capítulo "incidentes de viaje " en este volumen) matizan sus lecturas de Tocqueville.

Las observaciones de Sarmiento quedaron registradas en una serie de cartas. Reunidas más tarde en dos volúmenes publicados entre 1849 y 1851 (Viajes por Europa, África y América, 1845-1847), que expresó en primer lugar un juicio crítico dirigido a la política y sociedad de la vieja Europa, en Francia, España, Italia, Suiza y Prusia. En Europa obtuvo el reconocimiento literario del Facundo merced a una nota de la Revue des Deux Mondes.

Francia pasaba en aquella época por el fin del régimen censitario de la Monarquía de Julio, y el gobierno de Guizot, apoyaba a Rosas, contra los deseos de Sarmiento.

Vuelta a Chile y casamiento

De Regreso a Chile en febrero de 1848 . Sarmiento entregó en 1848 su informe al ministro, que fue incorporado un año después al libro De la educación popular. Inspirado en Horace Mann planteó establecer un impuesto al efecto, fijó la orientación educativa y cívica que debía tener la instrucción pública.

Prosiguió la campaña contra Rosas y también fundó el periódico La Crónica en apoyo a la candidatura presidencial de Montt (quien sería electo en 1851). 

Se casa con Benita Pastoriza, viuda y madre de Domingo Fidel, a quien adoptará como hijo.

Durante 1849 Funda y dirige La Crónica. Colabora en La Tribuna. Publica la primera entrega de Viajes.

En 1850 publica Recuerdos de Provincia y Argirópolis o la capital de los Estados Confederados del Río de la Plata, editada sin nombre de autor, su primer ensayo de legislación donde expuso los objetivos a que debía tender una posible organización constitucional de los argentinos con la isla Martín García como capital. Tal constitución basada en el modelo federal de la constitución norteamericana debía respetar la historia, pactar la concordia interior, y favorecer la inmigración y la inversión de capitales Este último libro, tenido durante mucho tiempo como un proyecto de utopía irrealizable, ha sido revalorizado en los últimos años por los estudios de, entre otros, Félix Weinberg, Natalio Botana, Gustavo Ferrari, Fernando Ainsa.

El 24 de enero de 1851 aparece el primer número de Sud América, periódico dirigido por Sarmiento y dedicado a la política y el comercio.

Después de Caseros

Otra vez en la patria, Caseros

Al conocer el pronunciamiento del general Urquiza contra el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, se embarca el 12 de setiembre, junto con Mitre y Paunero, para participar en la campaña libertadora, convencido de que sus escritos habían influido en la decisión de Urquiza. Se entrevista con éste, que le encarga la misión de editar el Boletín del Ejército Grande de Sudamérica, para estimular la adhesión de los pueblos.

El 3 de febrero de 1852 participa en la batalla de Caseros, en la que es derrotado Rosas.

Hasta Caseros, fue boletinero del Ejército Grande con el grado de teniente coronel (tarea que recogió posteriormente en su libro de 1852 Campaña en el Ejército Grande Aliado de Sud América). Ostentaba en aquellos calores del litoral argentino, "una severidad de equipo estrictamente europea". Era una "protesta contra el espíritu gauchesco": usaba levita abotonada, quepis francés y pesada capa de goma por si caía algún chaparrón de verano, preanunciaba su intención de montar en la Argentina un ejército moderno.

Las relaciones de Sarmiento con Urquiza no tardaron en complicarse. Sarmiento veía en el a un conservador que, si bien quería establecer en el país una constitución de corte republicano y federal, estaba decidido a rehacer los viejos arreglos entre gobernadores de la ya derrotada confederación rosista. A Urquiza le disgustaba la pasión con que Sarmiento enfrentaba sin vueltas ni engaño a los gobernadores complicados con el viejo orden y firmantes luego del Pacto de San Nicolás ("ese no hiere por la espalda", decía Urquiza de Sarmiento).

De nuevo en Chile

Sarmiento emprendió el regreso a Chile por Río de Janeiro a fines de febrero de 1852. Montt ya era presidente, y la familia se reunió en Yungay con su mujer, su madre, Dominguito y Ana Faustina, que había casado con Jules Belin y le daba sus primeros nietos. Es nombrado Director del Monitor de las escuelas primarias y organizador de la primera red de bibliotecas populares.

Sarmiento prosiguió en Chile su labor de publicista y dio a conocer en 1853 la Memoria, sobre la situación de las repúblicas sudamericanas a mediados de siglo, enviada al Instituto Histórico de Francia.

Montt invitó a Sarmiento a adoptar la nacionalidad chilena que rechazó, pero aumentaban su desazón y malestar psíquico.

El 25 de mayo de 1853 fue promulgada la Constitución Nacional, sin la participación de Buenos Aires. Desde Yungay, Sarmiento polemiza sobre el texto aprobado, con profundos conocimientos del derecho constitucional. No declina su apoyo a la unión nacional. Es un momento histórico de gran riqueza doctrinaria en la vida argentina. El gobierno de Chile le encomienda la organización y dirección de El Monitor de las Escuelas primarias.

En 1854 viaja a la República Argentina y es detenido en Mendoza, sospechoso de conspiración. Recupera la libertad y regresa a Chile.

Alberdi y Sarmiento

La legislatura de Buenos Aires en junio de 1852 rechazó el Pacto de San Nicolás y el territorio argentino quedó de nuevo fracturado. El conflicto, que se prolonga durante nueve años con bloqueos y batallas, convergió en un proceso constituyente.

Un periodo que va desde 1853, en que se dictó la Constitución Nacional en Santa Fe, a 1860, en que Mitre como gobernador de Buenos Aries juró esa ley fundamental reformada por una convención representativa de todas las provincias, se desenvolvió una etapa caracterizada por las luchas alrededor de las condiciones entre las provincias y Buenos Aires y el significado y legitimidad del proyecto constitucional.

Sarmiento debatió desde Chile, enfrentando a su camarada de exilio Juan Bautista Alberdi. Apasionadamente se enfrentaron en una controversia con argumentos, publicaciones e invectivas. Alberdi en sus Cartas quillotanas respondió a la disidencia de Sarmiento con el régimen urquicista expuesta en Campaña en el Ejército Grande ..., Sarmiento replicó con Las ciento y una y Alberdi a su vez con Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina. Alberdi tomó partido en favor de Urquiza, mientras Sarmiento estaba indeciso acerca del camino a seguir.

Polémicas sobre la Constitución

Ya sancionada la Constitución de 1853, Sarmiento escribió los Comentarios de la Constitución de la Confederación Argentina, que resumían con más serenidad las razones difundidas en ese acalorado debate.

En las ideas constitucionales Sarmiento enfrentaba claramente a Alberdi.

Este defendía el carácter centralizador y el pacto histórico de raigambre conservadora que mostraba la Constitución de Santa Fe, mientras que Sarmiento estaba identificado con el constitucionalismo norteamericano, se mostraba como el viajero entusiasmado con los Estados Unidos, expositor de los comentarios de Story y Marshall acerca de la Constitución de Filadelfia y sus enmiendas. Delineaba un programa constitucional basado en un trasplante liso y llano de la jurisprudencia norteamericana, escribió en los Comentarios de la Constitución..., "la práctica norteamericana [debía ser] regla, y las decisiones de sus tribunales federales antecedentes y norma de los nuestros". El federalismo, según la teoría constitucional desarrollada en los Estados Unidos, ocupaba entonces el primer lugar en su idea, frente al modelo de unificación del poder en torno a los presidentes y gobernadores que recomendaba Alberdi, defensor de poderosos sectores de intereses terratenientes que se consolidaban.

Sarmiento desde una posición estratégica, perseguía rediseñar el trazado de las provincias e impulsar un régimen electoral basado en los comicios uninominales por circunscripciones.

Las nuevas ideas de Sarmiento

Contrario a Alberdi, Sarmiento pensaba que la república estaría débil si la masa de habitantes inmigrantes no adquiriera carta de ciudadanía y no sostuviera, si fuese preciso con armas en la mano, a la comunidad política que la había acogido. Pretendía con ello crear "una amalgama íntima entre los descendientes de los colonos antiguos y los nuevos arribantes".

Tenía la convicción Sarmiento de que la agricultura estaba íntimamente ligada a la civilización republicana, "la industria pastoril del ganado semoviente" impedía la radicación del habitante en el suelo y con ello la formación de municipios. Sarmiento tomó partido por el agricultor y no soportaba al hacendado pampeano. Un día a un estanciero le dijo: "toda su respetabilidad la debe a la procreación espontánea de los toros alzados de su estancia".

La política agrícola era para el nuevo legislador aquella que permita desarrollar la propiedad privada de pequeñas y medianas parcelas. "No es sembrando patatas el gobierno en persona - escribió en El Nacional en 1856- que haría florecer la agricultura. Son las buenas leyes de la tierra las que dan patatas en abundancia." Estos principios en 1857 fueron sostenidos en una ley de tierras, apoyada conjuntamente por Sarmiento, Mitre y Rufino de Elizalde en la Legislatura, que abolió la gleba sobre tres mil colonos sometidos a los abusos del viejo sistema de enfiteusis en Chivilcoy. De inquilinos a propietarios, de propietarios a ciudadanos: la hipótesis de una frontera abierta cobraba realidad modesta en una colonia.

El Estado de Buenos Aires

En 1854, Sarmiento fue electo diputado a la legislatura del Estado de Buenos Aires (tal la denominación que se había dado la provincia separada en una constitución dictada ese mismo año) y rechazó la designación de diputado por Tucumán en el Congreso con asiento en Paraná. Intentó entrar al país por San Juan y pudo regresar a Buenos Aires en 1855, por Mendoza y Santa Fe. Sarmiento tomó partido en la guerra civil al lado de Mitre. Llegó a un Buenos Aires, según él, mucho más igualitario y abierto que Santiago de Chile. Buenos Aires era dueña de los recursos fiscales de la aduana y tenía un Banco emisor, su atmósfera era de incipiente republicanismo.

Asumió la dirección del periódico El Nacional, publicó una memoria sobre Educación común que presentó al Consejo Universitario de Chile, complementaria de Educación popular, ejerció funciones legislativas y ejecutivas. Sarmiento acumuló cargos: fue senador, diputado, concejal de la ciudad, jefe del Departamento de Escuelas, convencional en la convención examinadora de la Constitución Nacional y en la convención que de inmediato se reunió en Santa Fe, y ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Estado de Buenos Aires.

Participaba en cuanta lid periodística se presentaba, transaba y pactaba coaliciones circunstanciales. Usó con tal propósito al periodismo y a las funciones en el gobierno o en la legislatura, pero persiguió siempre metas progresistas. Sarmiento luchó en defensa de la ciudadanía, la educación pública y la transformación agraria.

Sarmiento en el gobierno de Mitre

Al llegar Mitre a la gobernación de Buenos Aires, Sarmiento ocupó la cartera de Gobierno y Relaciones Exteriores. Luego de la derrota de Mitre en Cepeda, Buenos Aires firmó el Pacto de San José de Flores y se avino a examinar la Constitución de 1853. Miembro de la comisión examinadora junto con Mitre y Vélez Sarsfield, intentó Sarmiento reflejar en los artículos sometidos a reforma sus objetivos, acercando la estructura normativa al molde norteamericano.

Tras la batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859, en la que las tropas de la Confederación, al mando de Urquiza, triunfan sobre las de la provincia de Buenos Aires encabezadas por Mitre, surgen las condiciones para que Buenos Aires se declare parte integrante de la Confederación, con el derecho de examinar y proponer eventuales reformas, que comunicaría al gobierno nacional a través de una Convención provincial.

Durante 1860 es elegido convencional, Sarmiento recordó su posición invariable contraria a toda secesión de Buenos Aires del resto del país: "No soy separatista ni lo seré jamás". Las actas de la Convención Reformadora confirman la significación de las intervenciones de Sarmiento, con sólida doctrina y sentido de lo hacedero. Casi todas las reformas propuestas por la Convención provincial fueron aprobadas en la Convención Constituyente, reunida en Santa Fe del 14 al 23 de setiembre.

La derrota del gobierno nacional

La situación aceleradamente se deterioró debido a que Urquiza cumplió su mandato constitucional de seis años y abandonó la presidencia, contra las sugerencias que pretendían hacer de él un caudillo populista ungido por reelecciones sucesivas.

Urquiza, volcando su autoridad en la elección de las juntas de electores, que en comicios de segundo grado debían designar presidente por mayoría absoluta, influyó en el nombramiento de Santiago Derqui, quien habría de gobernar hasta que Mitre condujo al ejército de Buenos Aires a la victoria en la batalla de Pavón.

Una de las causas que impulsó la nueva crisis estaba en la provincia de San Juan. En 1858, bajo el gobierno de Manuel José Gómez, fue asesinado en la celda donde estaba detenido el viejo caudillo federal Benavídez; la comisión interventora enviada por Urquiza tomó prisionero al gobernador y lo reemplazó por el correntino José A. Virasoro, desterró a Aberastain jefe liberal y amigo de juventud de Sarmiento; los liberales respondieron, en noviembre de 1860, matando a Virasoro y colocando en el mando a Aberastain; siendo presidente Derqui, envió como interventor a Juan Sáa, quien derrotó a Aberastain en el combate de Pocito y luego lo fusiló, a principios de 1861: ocho meses más tarde chocaron los ejércitos en Pavón.

El asesinato de Aberastain, precedido por el del gobernador de San Juan, José Virasoro, produjo gran conmoción en ambos sectores en conflicto. La no aceptación de los diputados de Buenos Aires al Congreso de Paraná, por no haber sido elegidos de acuerdo con la Constitución aprobada, llevó inevitablemente al conflicto armado. La batalla de Pavón -eje de referencia de la vida histórica argentina- fue ganada en los hechos por Mitre, gobernador de la provincia de Buenos Aires, aunque Urquiza dejó la impresión con su retirada, de haber respondido a un principio superior.

El Chacho Peñaloza

Su viejo conocido Ángel Vicente Peñaloza, El Chacho Peñaloza quince años más viejo que Sarmiento, a quien una vez recibió afectuosamente en la cordillera del lado chileno con los restos del ejército de Gregorio Aráoz de Lamadrid, seguía desafiando a Buenos Aires. Luchó contra Rosas en el bando unitario y ahora lo hacía contra Mitre en el bando federal. Actuaba con rapidez entre La Rioja y San Luis, levantaba grupos adictos en Cuyo y atacaba en Córdoba, combatía, obtenía triunfos circunstanciales y luego ofrecía la paz.

Mitre opinaba que había que combatir a Peñaloza con acciones de policía; Sarmiento propuso una guerra de exterminio: "Si Sandes va [se refiere a uno de los oficiales del ejército en operaciones en carta dirigida a Mitre en marzo de 1863], déjelo ir; si mata gente cállense la boca; son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor".

Ascendido a coronel y director de la guerra, Sarmiento aplicó el estado de sitio dentro de la jurisdicción provincial (motivó una larga polémica con Guillermo Rawson, que defendía la competencia exclusiva del gobierno nacional para dictar esta medida de excepción). Recibió con honores en San Juan al mayor Pablo Irrazábal, que mató con un lanzazo y decapitó al Chacho en Olta, donde el caudillo se había refugiado después de ser derrotado en Caucete y Bajo del Gigante. Sarmiento había dejado ya la conducción de la guerra y no ordenó ni fue responsable directo de esta matanza inútil.

Cuestionado hasta por Mitre por su durísima actuación, Sarmiento renunció a la gobernación en 1864 y aceptó una misión diplomática en Chile, Perú y Estados Unidos.

"Necesitamos fundar gobiernos y no hemos dado este ejemplo aún - escribió en 1865 a Nicolás Avellaneda -. Hace medio siglo que vamos marchando con la sangre en los tobillos para ser libres y dejar a nuestros hijos la seguridad y la quietud."

Sarmiento gobernador de San Juan

Mitre, luego de la victoria en Pavón, ejerció el poder ejecutivo hasta ser designado presidente constitucional en 1862 y envió sus ejércitos para revertir en su favor las situaciones provinciales. Sarmiento fue nombrado auditor del contingente que marchó hacia San Juan. A principios de 1862 entró en la ciudad donde ya no estaban ni su madre, que había muerto hacía pocas semanas, ni su amigo Aberastáin.

Regresó al "estrecho, oscuro y pobre recinto de su provincia" dispuesto a poner orden. Se lo nombró gobernador interino y luego titular, y su mandato en la provincia fue por dos años.

Proyectó empresas mineras, la construcción de edificios y escuelas, organizó un ejército provincial, por lo que incurrió en déficit, fue apoyado al principio pero al final cosechó hostilidad.Sarmiento es designado gobernador interino y posteriormente titular en San Juan. La zona se hallaba convulsionada por la rebelión del general Vicente Peñaloza, el "Chacho", que invocando el recuerdo de su campaña al lado del general Lavalle, se había alzado contra el gobierno nacional confiando en el apoyo de Urquiza, pero éste se mantuvo leal al principio constitucional.

12 de noviembre 1863 es la muerte del "Chacho" Peñaloza, que fue atravesado por la lanza del mayor Irarrázabal y posteriormente fusilado, cuando se encontraba sin armas y se había entregado a las fuerzas del gobierno. El escrupuloso historiador Horacio Videla (Historia de San Juan, San Juan, Academia del Plata, tomo V, pp. 337 y siguientes) ha establecido la no responsabilidad de Sarmiento en este episodio. No obstante los acosos de la montonera, realiza una vasta labor en su provincia.

En los Estados Unidos

En mayo de 1865 Sarmiento llegó a los Estados Unidos como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de la Argentina, el da a su misión diplomática características personales previsibles: ir a las fuentes para recoger cuanto pueda ser aprovechable en el proceso civilizador de su país En ese momento el país que le había servido de modelo republicano se presentaba como una civilización militante y guerrera pronta a desplegar un ejército para terminar con la esclavitud. Allí Sarmiento admiró la grandilocuencia de sucesos históricos de una nación extensa y comprometida, con el liderazgo de Abraham Lincoln y Benjamin Franklin. Frente a todo esto expresó su sentimiento en una carta a su amigo José Posse: "Necesito que vengas para engrosar la falange de los de mi estirpe: republicanos con gobierno, estado de sitio y libertad provincial".

Recorrió el país y se interesó por toda la organización, conoció a científicos y filósofos y escribió "Las escuelas: base de la prosperidad y de la república en los Estados Unidos" (cuya edición quedó abandonada durante un año en la aduana de Buenos Aires). En 1867 fundó la revista Ambas Américas, de la que se publicaron cuatro números.

En aquellos años, como en toda su vida, Sarmiento tuvo muchas amigas con quienes llevó relaciones enriquecedoras y que también lo hicieron zozobrar emocionalmente.

En 1865 se desató la larga Guerra de la Triple Alianza de la Argentina, el Brasil y Uruguay contra Solano López del Paraguay. Durante los cinco años que duró, el gobierno de los Estados Unidos se expresó contrario a ese enfrentamiento; sin embargo, Sarmiento insistió en sostenerlo. Era una costumbre suya usar la imagen retórica de alguien que entrega la vida por la patria.

Entonces llegó una noticia que desgarró su espíritu: su hijo Dominguito murió desangrado por una bomba frente a la fortaleza de Curupaytí.

Durante 1866 publica la Vida de Abraham Lincoln y Escuelas, base de la prosperidad de la República en los Estados Unidos. 

Habían dejado de verse y de escribirse en 1862, cuando se encontraron en San Juan. Luego, en 1886, Sarmiento escribió la biografía de su hijo, tal vez para exorcizar el dolor y la culpa.

En 1867 publica la revista Ambas Américas, de la que sólo aparecen cuatro números, y que redacta casi integralmente A mediados de año su nombre comienza a ser mencionado como candidato a la presidencia de la República, junto con los de Urquiza y Elizalde. En las cartas a María Mann le comenta, con sagaz penetración, el proceso político previo a la elección.

En 1868 , renuncia al cargo de Ministro Plenipotenciario y regresa a Buenos Aires, llevando el titulo de Doctor Honoris Causa que le había otorgado la Universidad de Michigan. Durante la travesía escribe un Diario de viaje, destinado a una amiga, y que ilustra con dibujos que le pertenecen (cf. Obras, XLIX). Llega a Río donde es recibido por el emperador Pedro II. El 29 de agosto arriba a Buenos Aires y el 12 de octubre asume el cargo de Presidente de la República.

El regreso a Buenos Aires

Durante su estancia en los Estados Unidos, Sarmiento mantuvo su intención de convertirse en presidente de la Argentina. Mientras tanto, en la que era nuestra joven república, los protagonistas de la historia jugaban su lealtad a la constitución nacional recién sancionada. El surgimiento de un nuevo espíritu nacional se imponía a eventuales intereses personalistas que podrían haber surgido en presidentes con tanto poder, como Urquiza y Mitre.

El recuerdo de la tiranía de Rosas era poderoso, y los nuevos hombres de estado encontraban gusto en sostener un ideal.

En 1863 comenzó un período en que el Poder Ejecutivo de la Nación no tuvo jurisdicción directa sobre la ciudad en que residía. En aquellos años prácticamente todas las provincias sufrieron los efectos de la intervención federal prevista en el artículo 5º de la constitución; sin embargo, tres excepciones resistían esta presencia novedosa del Estado nacional: Buenos Aires, Entre Ríos (donde se había recluido Urquiza) y Santiago del Estero (dominada por el clan familiar de los hermanos Taboada).

En un contexto en que sobresalían los liderazgos de Urquiza, Alsina y Mitre se destaca la consagración de Sarmiento como presidente en una elección compleja y pacífica. Sarmiento no fue un candidato ungido, como Urquiza y Mitre, por una victoria en el campo de batalla; a él lo beneficiaron el equilibrio del poder del estado y la actitud de Mitre que se negó a expresar su preferencia en el comicio.

Sarmiento como Presidente

La elección como presidente

Sarmiento fue respaldado por el diario alsinista La Tribuna, por Lucio V. Mansilla y por Arredondo, que buscaron la adhesión de parte del ejército. También por Manuel Ocampo, Dalmacio Vélez Sársfield y su hija Aurelia, una corresponsal eficaz, confidente y amante, por amigos políticos de Cuyo y por políticos ascendentes del interior afincados en Buenos Aires, como Nicolás Avellaneda.

En el recuento preliminar de 1868 Sarmiento se afirmó en Mendoza, San Juan y San Luis (con 28 electores); Rufino de Elizalde arrastró a Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca (con 32 electores); Urquiza obtuvo la confianza de Entre Ríos, Santa Fe y Salta (con 26 electores) y Adolfo Alsina retuvo sólo a Buenos Aires (con 28 electores). Como resultado, se generó un proceso de negociaciones que culminó con un pacto entre Sarmiento y Alsina que fueron proclamados presidente y vice.

Antes de esto, en agosto, Sarmiento había vuelto de los Estados Unidos y expuso su plan de gobierno y destacando que "las escuelas son la democracia" y que "necesitamos hacer de toda la República una escuela". En Chivilcoy visitó el lugar donde en diez años había germinado una genuina transformación agraria, y el 3 de octubre prometió "hacer cien Chivilcoy en los seis años de mi gobierno, y con tierras para cada padre de familia, con escuelas para sus hijos".

Con la intención de desarticular sospechas oscuras pero extendidas, decidió desvincularse de la masonería, a la que pertenecía junto con Urquiza y Mitre. Al mismo tiempo, también para garantizar que su ideal de la libertad de conciencia no quedara atrapado en un grupo.

El programa de gobierno

Sarmiento adujo que "el gobierno civil se ha instituido para asegurar el libre desarrollo de las facultades humanas, para dar tiempo a que la razón pública se desenvuelva y corrija sus errores a fin de que la utopía de hoy sea la realidad de mañana. Si, por tanto -continuaba-, hay una minoría de la población, y digo más, un solo hombre que difiera honrada y sinceramente del sentimiento de la mayoría, el derecho lo protege, con tal de que no pretenda violar las leyes, sino modificarlas, modificando la opinión de los encargados constitucionalmente de hacerlas, pues, en fin, para la protección de sus pensamientos, se ha construido el edificio de la Constitución nacional."

Esta era la esencia de su programa: los derechos individuales, la libertad de conciencia, la educación, las ciencias y la cultura, y la civilización agrícola. Eran los principios de la vertiente ilustrada y progresista. Para Sarmiento el progreso no era una entidad abstracta sino una fuerza sujeta a la inteligencia del hombre y, para eso, era necesario dar importancia a las escuelas, los colegios, las universidades, los museos y los observatorios. Y favorecer el acceso masivo a la propiedad agrícola.

La presidencia

En 1868, Sarmiento fue elegido en unos comicios donde no fue factor predominante la influencia electoral de Mitre.Cuando Sarmiento recibió los atributos del poder de manos de Mitre, expresó un ideal utilitarista; dijo que "el gobierno está para distribuir la mayor porción posible de felicidad sobre el mayor número posible de ciudadanos." Sin embargo, su espíritu constructor debió combinarse con la decisión de enfrentar con el poder del Estado las continuas rebeliones de un tiempo políticamente agitado. Al mismo tiempo surgían conflictos en las fronteras con el Paraguay y con Chile, y también en el interior con la población indígena y sus incursiones. En todos los casos Sarmiento aplicó decididamente todo el poder del Estado.

En abril de 1870 concluyó la Guerra de la Triple Alianza, aunque recién dos años después se formalizó la paz en la corte de Río de Janeiro con la firma de Mitre. Durante aquellos años un grupo de caciques buscaba caminos para establecer la condición de los aborígenes; a veces con el malón y otras veces negociando pactos regionales. Sarmiento fundó el Colegio Militar y la Escuela Naval, organizó la Marina de Guerra orientada particularmente a los ríos mas que al mar, e importó armamento sofisticado

Asesinato de Urquiza

El 3 de febrero de 1870, desembarcó en Concepción del Uruguay, se abrazó con Urquiza y disfrutó de su hospitalidad durante cuatro días.

Sarmiento creía que esta alianza consolidaba su autoridad, pero el 11 de abril del mismo año, cuando se rebelaba López Jordán, una partida entró en el palacio San José y asesinó a balazos a Urquiza.

La epidemia de fiebre amarilla

En el verano de 1871 cobró 14.000 víctimas una epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires. El éxodo de los pudientes (Sarmiento se trasladaba permanentemente en esos días desde y hacia Mercedes) convirtió a la ciudad en un páramo, donde sólo quedaban los más pobres. Sarmiento puso, en este ambiente, en marcha su programa de gobierno.

Censo de 1871

Durante los días 15, 16 y 17 de septiembre de 1871, Sarmiento hizo levantar un censo general de población. Este trabajo, fue dirigido por Diego G. de la Fuente y supervisado por Vélez Sarsfield; permitió a los argentinos tener una representación aproximada de lo que verdaderamente eran.

En un territorio vacío vivían 1.836.490 habitantes, de los que la provincia de Buenos Aires tenía casi medio millón. De esa masa el 5% constituía la población indígena y el 8% la población extranjera de origen europeo, sólo el 30% del total se radicaba en ciudades y el 29% sabía leer y escribir. En la que 207.673 familias habitaban ranchos de barro y paja, y 54.760 casas de material más elaborado; una sociedad lacerada con 61.424 viudas, 3.000 mil inválidos y 87.000 huérfanos; sumaba un número potencial de 300.000 ciudadanos aptos para votar, de los cuales 50.000 eran capaces de escribir su nombre en un registro electoral. Con 2.307 maestros y profesores, 458 médicos y 194 ingenieros, contra unos 9.602 militares, 1.047 curanderos y 439 abogados.

Objetivos y realizaciones del gobierno

En el gabinete que designó Sarmiento figuraban Dalmacio Vélez Sarsfield en el Ministerio del Interior y Nicolás Avellaneda en la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública. Sus ministros gozaron de estabilidad y Sarmiento se reveló como un político flexible para equilibrar puntos de vista y conservar a sus colaboradores.

Sarmiento creo planes educativos y de desarrollo , con un sencillo aparato burocrático (la oficina del presidente contaba con cuatro empleados). Sólo realizó una parte de su programa, no contó con apoyo parlamentario que consideraba imprescindible, la administración desarrolló lo que pudo de una política de progreso.

Sarmiento recibió el gobierno con 30.000 alumnos en escuelas primarias y lo dejó con cien mil y en seis años se crearon 800 escuelas nuevas; contrató maestras y maestros norteamericanos y fundó la Escuela Normal de Paraná para formar maestros, subsidió la organización de la Escuela Normal de preceptores en Concepción del Uruguay, ambas en 1869.

Su concepto de la educación para el desarrollo se adelantó un siglo -como señaló en varias oportunidades Gregorio Weinberg- a lo que es hoy aceptado. Fue el promotor de la primera política científica del país (cf. Marcelo Montserrat, Buenos Aires, revista Sur N° 341, 1977), creador de la Academia de Ciencias de Córdoba

Prosiguió la tarea iniciada por Mitre de levantar colegios nacionales en las capitales y ciudades de provincia, en La Rioja, Santa Fe, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario.

Hizo construir el Observatorio Astronómico de Córdoba y en su dirección fue nombrado su amigo, el norteamericano Benjamin Gould.

Así como trajo sabios alemanes para afirmar una tradición científica, impulsó la contratación de maestras y maestros norteamericanos, a fin de suplir la penuria de capacitados en el país para la dirección y docencia superior. 

Los presidentes que sucedieron a Sarmiento, Nicolás Avellaneda y el general Julio Argentino Roca, continuaron con esa política, invocando las mismas razones de necesidad pública.

 A pesar del acoso de la epidemia de fiebre amarilla, dispuso la realización (1871) de uno de sus primeros proyectos como Presidente: la Exposición Nacional de Córdoba. No obstante los contratiempos y críticas que la precedieron, la Exposición mostró la realidad de una Argentina hasta entonces desconocida.

Participaron 2 270 expositores nacionales y 401 extranjeros y se pudieron observar 11700 objetos expuestos y 3 000 muestras de piedras metaliferas. Los enormes beneficios que trajo para el desarrollo argentino han sido estudiados por Telasco García Castellanos en Sarmiento. Su influencia en Córdoba, Córdoba, Academia Nacional de Ciencias, 1988. Siguiendo su proyecto de ordenamiento institucional, crea el Colegio Militar de la Nación (1870) y la Escuela Naval (1872), bajo los órdenes del Poder Ejecutivo. 

Consiguió que se aprobara la ley de protección de bibliotecas populares. La escuela, la ciencia y los libros comenzaron lentamente a echar raíces.

Fracasaron los proyectos de transformación agraria.

La política de inmigración, que Urquiza y Mitre impulsaron, tuvo mejor resultado (en seis años llegaron 280.000 inmigrantes).

La política de comunicaciones fue exitosa. En 1868 se distribuyeron cuatro millones de piezas postales y en 1874, 7.787.400. En 1868 había 573 Km de vías férreas y en 1874, 1.333 Km. En seis años se tendieron 5.000 Km de líneas de telégrafo y en 1870 se inauguró el cable transoceánico.

Se estableció el sistema métrico decimal, el Registro Nacional de Estadística y el Boletín Oficial, y Vélez Sarsfield concluyó su Código Civil, el instrumento de centralización jurídica más importantes de la Argentina, aprobado por el Congreso a libro cerrado en 1869 y que entró en vigor en 1871.

El Estado que comenzaba a prevalecer no era aquel que se imponía coercitivamente por la acción del ejército nacional, sino el representado por un colegio nacional, los tribunales de justicia que aplicaban nuevos códigos, y la oficina de correos. Poder, conocimiento y comunicación. Para financiar esta empresa hubo que endeudarse. 

El gobierno contrajo empréstitos para financiar la guerra y los proyectos de expansión ferroviaria que asumía directamente (el más importante fue por seis millones de libras), y la deuda consolidada doméstica y externa de más de 68.400.000 pesos fuertes superó el valor de un año de exportaciones. Además de déficit fiscal la situación económica tenía problemas por el déficit que se acumulaba en la balanza comercial

La rebelión de Mitre

Al llegar a su fin la presidencia de Sarmiento, días antes de entregar el mando a Nicolás Avellaneda, estalló un alzamiento encabezado por Bartolomé Mitre, por el fraude perpetrado en varias provincias, principalmente en Buenos Aires, para designar electores favorables a Avellaneda.

Avellaneda, contó con la protección discreta del presidente, el apoyo del alsinismo y de otros grupos adictos que se consolidaban en la mayoría de las provincias. Se llegó a un sistema de control político con tendencia a la hegemonía donde pesaba el gobierno elector. En los hechos, los ciudadanos no elegían al presidente en una competencia abierta: eran los mismos gobiernos en el orden nacional y provincial, los que, generaban su propia sucesión. Este sistema rigió hasta el primer gobierno radical.

La rebelión fue vencida en las batallas de La Verde y Santa Rosa a fines de 1874, cuando Sarmiento dejaba el poder.

El 12 de octubre entrega el mando a Nicolás Avellaneda, después de superar una rebelión militar de Mitre.

Luego de la presidencia

Regreso al llano

Volvió al periodismo y se ocupó, en dirigir la construcción del parque Tres de Febrero, en los terrenos de Palermo que habían pertenecido a Rosas. Concebía a ese parque como un lugar donde "el pueblo será pueblo" sin "extranjeros, ni nacionales, ni plebeyos".

En 1875 es elegido Senador Nacional por San Juan y Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires. Colabora en La Tribuna e inaugura el Parque Tres de Febrero (Palermo), donde en 1900 se colocó la estatua de Sarmiento, obra de Augusto Rodin. En La Tribuna, a partir de 1875, escribió artículos donde sostuvo que los gobiernos electores eran preferibles a "la libertad tumultaria y salvaje de destruir gobiernos a nombre del pueblo" inclinándose así al ala conservadora del liberalismo. Eran sus guías en esta exploración: Thiers (responsable de la sangrienta represión de la Comuna de París en 1870), Périer, Grévy y Taine, entre otros. Al término de un siglo de convulsiones, la libertad, igualdad, fraternidad le parecía exagerada. "La síntesis del republicano moderno es menos sublime; es simplemente práctica. Conviene al pulpero, lo mismo que al noble o al estudiante, paz-tranquilidad-libertad". En unas memorias posteriores, dijo que las instituciones eran las cerraduras de la república. Publica en 1876 la revista Educación Común de la provincia de Buenos Aires. Durante 1877es ascendido a coronel mayor del Ejército, equivalente a general de brigada.

Durante 1878 continúa sus colaboraciones en El Nacional, en Tribuna, su actividad parlamentaria y en la Dirección de Escuelas.

Intentos de volver al poder

Una aguda sordera y los años comenzaban a minar su arrolladora actividad. Vivía sin opulencia en la casa que queda en la calle Cuyo (hoy Sarmiento 1251), con su hermana, su hija y sus nietos. "Hospitalario y gruñón, tierno y malhumorado, con la rudeza de unos gestos que no transmitían resentimiento y una oratoria que no soportaba "las frases campanudas", Sarmiento atesoró en esos años la ambición de volver a la presidencia".

En el año 1877, un grupo de ex alsinistas entre ellos, Bernardo de Irigoyen, Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle fundó con Sarmiento el Partido Republicano, agrupación que tuvo corta vida.

En 1877 murió Adolfo Alsina y Julio A. Roca se hizo cargo del Ministerio de Guerra y Marina del gobierno de Avellaneda, ocupó ese lugar estratégico un general que había servido en las batallas donde estuvo en entredicho la autoridad del Estado. Roca que había comenzado su carrera con la corriente federal urquicista, fue principalmente un producto de la política de centralización del Estado que realizaron Mitre y Sarmiento; y que dejará atrás en este y otros aspectos a los dos fundadores.

Avellaneda, en 1879, iniciadas las luchas políticas por sucesión presidencial de 1880, ofreció a Sarmiento el Ministerio del Interior. Éste aceptó de inmediato el cargo y se plantó entre Roca y Carlos Tejedor, que fuera ministro de Relaciones Exteriores durante su gobierno, y que, desde 1877, ejercía la gobernación de Buenos Aires.

Luego de la exitosa expedición al desierto (destrucción definitiva de las naciones aborígenes en la guerra contra el indio), Roca se postulaba a la presidencia apoyado por una coalición de gobernadores; Tejedor se presentó como candidato porteño de la única provincia que aún contaba con ejército propio.

Presidencia de Roca y derrota de Buenos Aires

Sarmiento, presentó un proyecto de ley para disolver las guardias provinciales; apoyó en Jujuy una maniobra para torcer a su favor a los electores de esa provincia en oposición a Roca. Fracasó en ambos objetivos. Tejedor acrecentó el armamento de la guardia de Buenos Aires, y Jujuy siguió apoyando a Roca. El Ministerio duró 36 días.

Su candidatura a la presidencia junto con Aristóbulo del Valle, proclamada el 30 de marzo, sólo sirvió para Roca que, maniobrando políticamente, quitara fuerza a Tejedor.

Los comicios de electores del 11 de abril, dieron a Roca una mayoría de 12 provincias, frente a la minoría de electores de Buenos Aires y Corrientes que apoyaban a Tejedor. En junio, Roca consolidó su victoria derrotando a la guardia provincial de Buenos Aires en un vano intento de Tejedor de resistir los resultados del comicio. Fue en los combates de Barracas, Los Corrales y Puente Alsina, donde se enfrentaron 20.000 soldados dejando un saldo de casi tres mil víctimas, así el ejército nacional derrotó a la última provincia con ejército propio.

Se aprobaron luego, como consecuencia de la derrota, las leyes que declararon a Buenos Aires capital de la república y prohibieron la organización de milicias provinciales, se cerraba en la Argentina el proceso de formación del Estado.

Sarmiento apoyó las medidas, él había impulsado un orden estatal cuyo centro debía permanecer en Buenos Aires y no podía negar su aprobación a quienes remataban su obra.

En febrero de 1881, Roca designó a Sarmiento, Superintendente General de Escuelas. Ejerció durante 12 meses y fue su última responsabilidad pública. Reeditó El monitor de la educación común y abandonó ese cargo con pesar.

Dicta en el Teatro Nacional su comentada conferencia sobre Darwin.

En 1882 por desavenencias con otros miembros del Consejo renuncia a su cargo de Superintendente de Escuelas. Participa en la polémica sobre la orientación de la escuela pública.

El gobierno de Roca aprueba en 1884 la Ley 1420 de Educación, en la que influyeron las ideas de Sarmiento; durante muchos años rigió el funcionamiento de la escuela pública argentina y el esplendor que hoy se añora. Sarmiento viaja a Chile en misión cultural, para la difusión del libro. Por ley del 12 de setiembre, a iniciativa del gobierno del general Roca, se dispone la publicación de sus Obras. Alcanzarán 52 volúmenes y un índice, estimándose que lo no publicado alcanzaría para otras varias decenas de tomos.

En 1885 funda El Censor, en la que será su última campaña periodística.

Durante 1886 publica la Vida de Dominguito, de curiosa elaboración (cf. Enrique Anderson Imbert: Génesis del primer Dominguito y "Una página inédita de Sarmiento" en El realismo mágico y otros ensayos, Caracas, Monte Ávila, 1976). Comienza a inquietar su salud. Viaja a Tucumán.

En 1887 y bajo el título "La libertad iluminando al mundo", publica en La Nación una carta a Paul Groussac, en la que le pide que dé a conocer, en lengua francesa, el artículo de José Martí, publicado en el mismo diario, sobre la estatua de la Libertad. Sarmiento expresa su admiración por el estilo de escritor de Martí. Éste, al conocer el juicio de Sarmiento, a quien llama "el verdadero fundador de la República Argentina", le pide a su amigo Valdés Domínguez que difunda ese texto (cf. Sur, Buenos Aires, n° 341, pp. 240-241). Colabora en El Diario. Viaja a Asunción del Paraguay en busca de mejorar su salud. Regresa a Buenos Aires.

La lucha por una educación no religiosa

Entabló en 1882 un importante debate educativo, principalmente desde las páginas de El Nacional.

A principios de la década, se inició una polémica que abarcó varias naciones, principalmente Francia, Italia y España, entre el laicismo escolar y la enseñanza católica obligatoria, disputa relacionada a la libertad del individuo en cuanto a su confesión que exasperó los ánimos y puso un halo de dudas sobre las instituciones civiles.

La Argentina no fue ajena a esta disputa ideológica, que tocó a los países impregnados de tradición regalista y católica, y no a las sociedades con pluralismo religioso como la norteamericana con estricta separación entre iglesias y Estado.

El debate se inició en el Congreso Pedagógico de 1882 y culminó en 1884 cuando se sancionó la ley 1420 de educación común para la Capital federal y territorios nacionales. Sarmiento defendió la neutralidad de la constitución nacional en materia de educación y atacó a los "demagogos ultramontanos" quienes pretendían imponer en la escuela oficial la enseñanza religiosa, discutió ásperamente con varios contendientes católicos, entre ellos a Avellaneda, declaró que quienes califican de atea la escuela laica incurren en "simonía criminal"

Últimos años y fallecimiento

El pensamiento de Sarmiento anciano

Sarmiento planteaba la neutralidad del Estado, criticaba al clericalismo y al control ultramontano del aparato gubernamental y defendía el pluralismo religioso en la sociedad.

Quería una sociedad formada por "capas sucesivas de aluviones religiosas", pensaba que en los Estados Unidos, la vitalidad espiritual, paradojalmente, provenía "de la falta de unidad de creencias, de la diferencia de ellas, de la supremacía negada a todas". Deseaba más escuelas y más templos de diversas creencias, como en la colonia santafecina de Esperanza, donde el templo protestante y la iglesia católica convivían en paz en torno a la plaza principal.

En 1883 publicó el primer volumen de una obra que, debía complementar con nuevo enfoque lo expuesto en sus libros de los años cuarenta y cincuenta, Conflicto y armonías de las razas en América y la dedicó afectuosamente a Mary Mann. Parecía inspirado, por la intención de "descender a las profundidades de la composición social de nuestras poblaciones" como el Facundo, pero llegaba a dar las explicaciones por los conflictos raciales, sustituyendo a los conflictos históricos y culturales analizados en las páginas de 1845.

Dejó el libro trunco, donde luego de los siglos, Hispanoamérica arrojaba un híbrido entre las sociedades contemporáneas, mezcla de españoles, negros e indígenas que resistía con denuedo la llegada y el desarrollo de las libertades modernas.

Mientras los dirigentes del ochenta miraban hacia Europa, los libros de Sarmiento anunciaban que en el siglo XX, el liderazgo pertenecería a los Estados Unidos, cuya fuerza expansiva se proyectaría sobre todo el planeta. Era un universo en perpetua transformación y tenía, a juicio de Sarmiento, su raíz en las teorías evolucionistas.

En 1882 pronunció un discurso en el teatro Nacional con motivo de la muerte de Darwin. En 1885 despidió a Benjamín Gould, quien regresaba a su país luego de haber montado el observatorio astronómico de Córdoba.

En "la gran República de las ciencias y de las letras", al paso de sus diálogos con Gould, Burmeister y Ameghino, Sarmiento descubrió un conocimiento revelador de leyes biológicas y sociales que colocaban al individuo en el curso de la evolución.

Sarmiento visionario y los cambios en el país

Cansado de las luchas políticas, de las que no desea apartarse, pero buscando nuevos y más cruciales fundamentos, estaba viejo pero todavía vigoroso.

Sarmiento emprendió varios viajes durante esos años finales a Chile y Uruguay, volvió a Tucumán por la vía férrea que había inaugurado en 1874, y regresó a San Juan por última vez.

Cuando Sarmiento se instaló en Buenos Aires, en 1855, la ciudad contaba con 93.000 habitantes; en 1883 eran 400.000. cuando cruzó el Paraná con el Ejército Grande, Rosario era un villorrio de 3.000 almas; en 1887 eran 50.914. en 1881 llegaron 47.484 inmigrantes; el año 1888 recibió a 155.632. En 1887 uno de cada dos porteños era extranjero y la proporción de inmigrantes sobre la población nativa comenzaba a ser la más alta del mundo (lo sería definitivamente a partir de 1895).

Sarmiento reconoció los primeros síntomas de una sociedad industrial: "La industria moderna - escribió en 1886 - es la glorificación del trabajo" pero no entendía que "permanecer el instrumento hombre, sucio, estólido, vil, mientras que cada rueda, cada tambor, cada engranaje, brilla al sol de la eléctrica lámpara o responde a su tarea sin trepidación y sin divagaciones").

En el año 1886, invitado por Roca, que dejaba la presidencia, Sarmiento inauguró alborozado junto con Mitre 44 edificios escolares en Buenos Aires.

Convocado por los opositores para respaldar la candidatura presidencial de Manuel Ocampo su amigo, Sarmiento sufrió una fuerte derrota frente al candidato triunfante, Miguel Juárez Celman.

En 1881 escribió Sarmiento en El Nacional: "El patriotismo es el civismo, el sentimiento social que existe en cada hombre aún en estado latente; el sentimiento del gobierno, si se puede decir así. Un hombre que no sea un castrati no puede vivir sin patria, es decir, sin tomar parte en la vida social [...] En Estados Unidos, de los 300.000 inmigrantes que llegan al año, los 250.000 hacen luego su declaración de ciudadanía: las tierras públicas no se dan sino a los ciudadanos. En la República Argentina, de los 40.000 que llegan anualmente, ninguno toma carta de ciudadanía. En enero de 1888 escribió en El Diario esta conclusión: "este país puede ser extranjero al mismo país, y crearse un sistema de gobierno sin ciudadanos, por no quedar con este título sino las gentes de los campos, pastores y muchedumbres incultas y no propietarios, lo que antes llamaban las plebes desheredadas".

La hegemonía gubernamental estaba aprovisionada por esa legión de dependientes de la propiedad rural. No tuvo más tiempo para luchar por la solución: una república movida por ciudadanos propietarios con libre acceso a la tierra y a la educación.

Pidió la baja al ejército con el grado de general en 1885 para manifestar sin restricciones burocráticas sus opiniones y en 1886 tomó la dirección de El Censor.

Enfermedad y muerte

Último año de su vida. Continúa su labor periodística y su actitud crítica contra las escuelas extranjeras que no se adaptan a las normas argentinas. La inmigración que él, entre otros, había estimulado, se había desnaturalizado. A fines de mayo viaja a Asunción del Paraguay, con el presentimiento de su próximo fin. No obstante, ello, colabora en la preparación de un proyecto de ley de educación del Paraguay, escribe y polemiza. Acarreaba una enfermedad cardiovascular desde hacía años y una insuficiencia bronquial lo postraban en el invierno húmedo de Buenos Aires.
En 1887 buscó el clima más benigno de Asunción y a fines de mayo de 1888 repitió el viaje, del que no volvió. En agosto su estado general se agravó. El 6 de septiembre sufre un ataque al corazón. Murió a las dos y cuarto de la madrugada del 11 de septiembre de 1888.

Muere el 11 de setiembre. El traslado de sus restos, en buque, desde Asunción hasta Buenos Aires fue una continuada manifestación popular. En el acto del sepelio hablaron varias personalidades relevantes, entre ellas Carlos Pellegrini. Los diarios de Buenos Aires se unificaron en una sola edición, bajo el nombre de La Prensa Argentina, para rendirle homenaje solidario. En París, Adolfo Saldías, a quien suele reconocérsele como el iniciador del llamado "revisionismo histórico", fecha al mes siguiente de la muerte de Sarmiento su libro Civilia, dedicado -dice- "A la memoria de Sarmiento, gran ciudadano de la República, a la cual encaminó con sus luces e ilustró con su ejemplo; al que en vida me honró llamándome su amigo". Y agrega en el primer trabajo del libro: "Yo he vivido de la vida de Sarmiento durante los últimos diez años, porque he tenido de sus labios su pensamiento casi día por día. Si no lo hubiera venerado como el ciudadano a quien mi patria le debe la suma mayor de esfuerzo que uno de sus hijos pudo hacer por ella, lo veneraría como mi maestro, cuya palabra fortaleció mi espíritu con la prédica constante de las ideas que caracterizaban su fisonomía democrática y cuyo ejemplo imprimió a mis sentimientos la suficiente energía para no sacrificarlos sino en aras de los principios que constituyen la moral del ciudadano" (Adolfo Saldías, Civilia, Buenos Aires, 1888, pp. I-II).

En su homenaje a Darwin comprobó que las ideas acerca de un universo limitado y estático, propias del conocimiento vulgar para sostén de las creencias religiosas, rompían ahora aquellos moldes y se abrían resueltamente hacia un espacio sin fronteras.