Sobre el lugar de nacimiento las posibilidades que manejan los historiadores son dos:
Según el acta numero 728 del Registro Civil de Junín, allí nació el 7 de mayo de 1922 una niña con el nombre de María Eva Duarte. Sin embargo existe unanimidad en los investigadores para sostener que esa acta es falsa y que fue realizada a instancias de la propia Eva Perón en 1945, cuando estuvo en Junín para contraer matrimonio con el entonces coronel Juan D. Perón.
En 1970 los investigadores Borroni y Vaca comprobaron que la partida de nacimiento de Evita había sido falsificada y fue necesario establecer entonces la fecha y el lugar en los que efectivamente había nacido y para ello, el documento más importante fue el acta de bautismo, que se encuentra registrada en el folio 495 del Libro de Bautismos correspondiente al año 1919 de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del Pilar, realizada el 21 de noviembre de 1919, donde consta el bautismo de una niña llamada Eva María Duarte, nacida el 7 de mayo de 1919, "hija natural" de Juan Duarte y Juana Ibarguren.
Hoy se acepta de modo prácticamente unánime que Evita realmente nació tres años antes que lo que indica la documentación estatal, el 7 de mayo de 1919.
Eva fue hija de Juan Duarte y Juana Ibarguren.
El padre Juan Duarte era conocido como el Vasco por los vecinos, era un estanciero e importante político conservador de Chivilcoy, una ciudad cercana a Los Toldos. Algunos estudiosos consideran que era un descendiente de inmigrantes vasco franceses de apellido D'Huarte, Uhart o Douart.
En la primera década del siglo XX, Juan Duarte fue uno de los beneficiados con las maniobras fraudulentas que comenzó a implementar el gobierno para quitarle la tierra a la Comunidad Mapuche de Coliqueo en Los Toldos, apropiándose de la estancia en la que nació Eva.
La madre Juana Ibarguren era hija de la puestera criolla Petrona Núñez y del carrero Joaquín Ibarguren. Aparentemente tenía poca relación con el pueblo, ubicado a 20 km, y por eso se sabe poco de ella, pero debido a la cercanía de su casa con la toldería de Coliqueo tenía estrecho contacto con la Comunidad mapuche de Los Toldos.9 En todos los partos de sus hijos fue asistida por una comadrona india que se llamaba Juana Rawson de Guayquil.
Juan Duarte, el padre de Eva, mantenía dos familias, la legítima en Chivilcoy, con su esposa legal Adela D´Huart (-1919) o Estela Grisolía y varios hijos; y otra considerada «ilegítima», en Los Toldos, con Juana Ibarguren. Se trataba de una costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase alta, antes de los años 1940 que aún es frecuente en algunas zonas rurales del país. Juntos tuvieron cinco hijos:
Eva viviría en el campo hasta 1926, fecha en la que el padre falleció y la familia quedó desprotegida completamente, debiendo abandonar la estancia en la que vivían.
Estas circunstancias de su niñez, en las condiciones de discriminación de los primeros años del siglo XX, marcaron profundamente a Eva Duarte.
.En aquella época la ley argentina establecía una serie de calificaciones infames para las personas si sus padres no habían contraído matrimonio legal, genéricamente llamados «hijos ilegítimos». Una de esas calificaciones era la de «hijo adulterino», circunstancia que la ley mandaba hacer constar en la partida de nacimiento de los niños.
Ese era el caso de Evita. Una vez en el gobierno, el peronismo en general y Evita en particular, impulsarían leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, sin importar la naturaleza de las relaciones entre sus padres, proyectos que fueron muy resistidos por la oposición, la Iglesia y las Fuerzas Armadas. Finalmente en 1954, dos años después de su muerte, el peronismo por iniciativa de las diputadas Juana Larrauri y Delia Parodi, logró sancionar una ley eliminando las discriminaciones, como hijos «naturales», «adulterinos», «sacrílegos», «mánceres», etc., aunque manteniendo la diferencia entre hijos matrimoniales y extramatrimoniales.
El propio Perón, con quien se casaría, había sido registrado como «hijo natural».
El 8 de enero de 1926 falleció su padre en un accidente automovilístico en Chivilcoy. La familia entera viajó a esa ciudad para asistir al velatorio, pero la familia legítima le prohibió la entrada en medio de un gran escándalo. Gracias a la mediación de un hermano político del padre, quien era por entonces intendente de Chivilcoy, pudieron acompañar el cortejo hasta el cementerio y asistir al entierro.
Para Evita el hecho tuvo una honda significación emocional vivenciado como una suma de injusticias. Con sólo seis años, Eva había tenido escaso contacto con su padre. Esta secuencia de acontecimientos tiene una gran importancia en el musical de Andrew Lloyd Webber y la película realizada sobre el mismo.
Ella misma hará alusión a ello en La razón de mi vida:
Para explicar mi vida de hoy, es decir lo que hago, de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en mis primeros años, los primeros sentimientos... He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente.
Eva Perón
Muerto Juan Duarte, la familia de Eva quedó completamente desprotegida. Para entonces Juana Ibarguren ya se había instalado con sus hijos en Los Toldos, habitando una pequeña casa de dos ambientes ubicada en las afueras del pueblo en la calle Francia 1021 (actualmente museo), donde comenzó a trabajar como costurera para mantener a sus hijos.
Los Toldos era originalmente una toldería mapuche ―de allí su nombre―; es decir, un pueblo indígena. Allí estaba la comunidad mapuche de Coliqueo, instalada después de la batalla de Pavón (1861), por el legendario lonco y coronel del Ejército Argentino Ignacio Coliqueo (1786-1871), quien procedía del sur de Chile. Entre 1905 y 1936 se desarrolló en Los Toldos una serie de argucias legales destinadas a excluir al pueblo mapuche de la propiedad de la tierra. Poco a poco, los indígenas fueron siendo desplazados como propietarios por estancieros no indígenas. Juan Duarte, el padre de Eva, fue uno de ellos y por esa razón la estancia en la que Eva nació se encontraba precisamente frente a la toldería de Coliqueo.
Durante la infancia de Evita (1919-1930), Los Toldos era una pequeña población pampeana, de tipo rural, vinculada a la actividad agro-ganadera, específicamente trigo, maíz y ganado vacuno. La estructura social estaba controlada por el estanciero, propietario de grandes extensiones de tierra, que establecía relaciones de tipo servil con los peones de campo y con los arrendatarios. El tipo básico de trabajador en esa zona era el gaucho.
La muerte del padre agravó seriamente la situación económica de la familia. Al año siguiente Eva ingresó a la escuela primaria, la que cursó con dificultades, debiendo repetir el segundo grado en 1929, cuando contaba con diez años. Sus hermanas han contado que ya por entonces gustaba de mostrar su gusto por la declamación dramática y sus habilidades como malabarista. Por la forma de su cara recibiría el sobrenombre de Chola, por el que la llamaban entonces casi todos, al igual que Negrita, que mantendría toda su vida.
La escritora Aurora Venturini, que trabajó como psicóloga en la Fundación Eva Perón compartió en una entrevista el siguiente recuerdo sobre la infancia de Evita que le contara su madre:
Me contaba doña Juana, su mamá, que se escapaba de la escuela y se iba a pasar las tardes con los indios que quedaban en Los Toldos, les organizaba quermeses y rifas, bailaba folclore con ellos.
En 1930 Juana, su madre, decidió mudar a la familia a la ciudad de Junín. Evita tenía por entonces once años. Allí la familia Duarte comenzó a prosperar sobre la base del trabajo de Juana, y sus hijos Elisa, Blanca y Juan. Erminda ingresó en el Colegio Nacional y Evita en tercer grado, en la Escuela Nº 1 «Catalina Larralt de Estrugamou» de la que egresaría con su educación primaria completa en 1934, cuando contaba quince años.
La primera casa en la que se instalaron aún existe y estaba ubicada en la calle Roque Vázquez (luego renombrada Lebehnson) 86. A medida que la situación económica de la familia fuera mejorando debido al trabajo de los hijos mayores, sobre todo el de Juan como vendedor de la empresa de artículos de tocador Guereño, los Duarte se mudarían primero (en 1932) a una casa más amplia en Lavalle 200, donde Juana organizó un comedor hogareño para el almuerzo, luego (en 1933) se mudaron a Winter 90 y finalmente (en 1934) a Arias 171..
En Junín afloró la vocación artística de Eva. En la escuela, donde no tuvo mayores dificultades a excepción de Matemáticas, se destacaba abiertamente por la pasión que mostraba por la declamación, la actuación y la participación en cuanto espectáculo se organizase en la escuela, en el Colegio Nacional, en el cine del pueblo o en las audiciones radiales.
Su maestra de música Délfida Noemí Ruíz de Gentile recuerda:
A Eva le gustaba recitar, a mí cantar. En aquel entonces, don Primo Arini tenía una casa de música y, como no había radio en el pueblo, colocaba un parlante en la puerta frente a su negocio. Una vez por semana, de 19 a 20 horas, invitaba a desfilar a los valores locales para animar el programa La hora selecta. Eva recitaba poemas
Eva Duarte era una adolescente cuando llegó a Buenos Aires el 3 de enero de 1935 con quince años. Ella fue parte de un gran proceso migratorio interno que comenzó después de la crisis económica de 1929. Esta gran migración, en la historia argentina, tuvo como protagonistas a los llamados cabecitas negras, un término despectivo y racista utilizado por las clases media y alta de Buenos Aires para referirse a esos migrantes no europeos, diferentes de los que habían caracterizado la inmigración en Argentina hasta ese entonces. La gran migración interna de las décadas de 1930 y 1940 y los llamados cabecitas negras constituyeron la mano de obra que requería el desarrollo industrial en la Argentina y fueron la base social del peronismo a partir de 1943.
A poco de llegar Eva Duarte obtuvo un empleo para actuar en un papel secundario en la compañía teatral de Eva Franco, una de las principales de la época. El 28 de marzo de 1935 debutó profesionalmente en la obra La señora de los Pérez, en el Teatro Comedia. Al día siguiente el diario Crítica realizó el primer comentario público que se conoce sobre Evita:
El 22 de enero de 1944, Eva (con veinticuatro años) conoció a Perón (de cuarenta y ocho años de edad y viudo desde 1938) en un acto realizado en el estadio Luna Park por la Secretaría de Trabajo y Previsión con el fin de condecorar a las actrices que más fondos habían recaudado en la colecta de solidaridad con las víctimas del terremoto que asoló la ciudad de San Juan. Las actrices que resultaron primeras fueron Niní Marshall y Libertad Lamarque.
En febrero Perón y Eva ya estaban viviendo juntos y aquel se mudaría a un departamento contiguo al de ella en la calle Posadas.
Mientras tanto, Eva siguió desarrollando su carrera artística. Ese año trabajó en tres programas radiales diarios: Hacia un futuro mejor (10:30), donde difundía las conquistas sociales y laborales que conseguía la Secretaría de Trabajo, el radioteatro Tempestad (18:00) y Reina de reyes (20:30). También actuó en la película La cabalgata del circo, con Hugo del Carril y Libertad Lamarque.
Evita durante 1945 parte continuó trabajando en la radio y el cine. En abril comenzó la filmación en Córdoba de La pródiga, una película dirigida por Mario Soficci, en la que había conseguido su primer papel protagónico. El rodaje terminó en septiembre,68 y cuando aún estaba en proceso de postproducción, estalló el golpe de estado que provocaría la renuncia forzada de Perón, su posterior detención y la célebre movilización obrera del 17 de octubre que obtuvo su liberación y llevó al régimen a convocar a elecciones. En esas circunstancias y ya lanzada la campaña electoral, Perón solicitaría a los estudios San Miguel que postergaran el estreno hasta después de las elecciones, aunque luego tampoco se estrenó y recién se exhibiría públicamente en 1984.69 Ese fue su último trabajo artístico. Evita mantendría un cariño especial por esa película, que vería varias veces en su domicilio hasta los últimos días de su vida.70 El padre Hernán Benítez, su confesor desde varios años antes, contó que Eva calificaba su propio desempeño artístico diciendo: «En el cine, mala; en el teatro, mediocre; en la radio, pasable». Benítez pensaba también que Evita era excesivamente dura consigo misma, «pero no muy distante de la verdad»
El 8 de octubre a la noche se produjo un golpe de Estado dirigido por el general Ávalos que exigió de inmediato y obtuvo la renuncia de Perón al día siguiente. Durante una semana los grupos antiperonistas tuvieron el control del país pero no se decidieron a tomar el poder. Perón y Eva permanecieron juntos, circulando por diversas casas, entre ellas la de Elisa Duarte, la segunda hermana de Eva. El 12 de octubre Perón fue detenido en el departamento de la calle Posadas y confinado en la cañonera Independencia, que zarpó hacia la Isla Martín García.
Ese mismo día Perón le escribió una carta a su amigo el coronel Mercante en la que le menciona a Eva Duarte, llamándola Evita:
La versión tradicional asignó a Eva Perón un papel decisivo en la movilización de los trabajadores que ocuparon Plaza de Mayo pero actualmente los historiadores coinciden que su intervención en esas jornadas fue muy limitado si es que tuvo alguna. En ese momento, Eva Duarte aún carecía de identidad política, de contactos en los sindicatos y de apoyo firme en el círculo íntimo de Perón. Los testimonios históricos son abundantes en señalar que el movimiento que liberó a Perón fue organizado directamente por los sindicatos en todo el país y la CGT.
El periodista Héctor Daniel Vargas ha afirmado que el 17 de octubre de 1945 Eva Duarte estaba en Junín, seguramente en la casa de su madre, y menciona como prueba un poder firmado por ella ese mismo día en esa ciudad. Al parecer podría haber llegado a Buenos Aires esa tarde.
Como Perón había dicho en sus cartas, pocos días después, el 22 de octubre se casó con Eva en Junín. El acontecimiento ocurrió en la escribanía Ordiales, que funcionaba en una casona que aún existe en la esquina de Arias y Quintana, en el centro de la ciudad.15 El escritorio utilizado para confeccionar el acta de matrimonio civil se encuentra actualmente expuesto en el Museo Histórico de Junín. Un mes y medio después, el 10 de diciembre, celebraron el matrimonio católico en la iglesia de San Francisco —orden muy apreciada por Eva—, ubicada en la calle 12 y 68 de la ciudad de La Plata, oficiando de padrinos Domingo Mercante y Juana Ibarguren, la madre de Eva.
Eva comenzó abiertamente su carrera política acompañando a Perón, como su esposa, en la campaña electoral con vistas a las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946.
La participación de Eva en la campaña de Perón fue una novedad en la historia política argentina. En aquel momento las mujeres carecían de derechos políticos (excepto en San Juan) y las esposas de los candidatos tenían una presencia pública muy restringida y básicamente apolítica. Desde principio de siglo grupos de feministas, entre los que se destacaron personas como Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri, Elvira Rawson de Dellepiane, habían reclamado sin éxito el reconocimiento de los derechos políticos para las mujeres. En general, la cultura machista dominante consideraba una falta de feminidad que una mujer opinara de política.
Eva fue la primera esposa de un candidato presidencial argentino en estar presente durante su campaña electoral y acompañarlo en sus giras.
Perón venía proponiendo desde julio de 1945 que había que reconocer el derecho al voto de las mujeres, pero pocos meses después la Asamblea Nacional de Mujeres presidida por Victoria Ocampo y otros sectores conservadores se opusieron a que una dictadura otorgara el voto femenino con el argumento de que estaban a favor del «sufragio femenino, pero sancionado por un Congreso elegido en comicios honestos» y el proyecto finalmente no logró imponerse
El 8 de febrero de 1946, pocos días antes de finalizar la campaña, el Centro Universitario Argentino, la Cruzada de la Mujer Argentina y la Secretaría General Estudiantil organizaron un acto en el estadio Luna Park para manifestar el apoyo de las mujeres a la candidatura de Perón. Debido a que Perón no pudo asistir por encontrarse agotado, se anunció que María Eva Duarte de Perón lo reemplazaría en el uso de la palabra. Era la primera vez que Evita hablaría en un acto político. Sin embargo la oportunidad resultó frustrada porque el público reclamó airadamente la presencia de Perón e impidió que pudiera pronunciar su discurso.
Durante la campaña electoral Eva no pudo ir más allá de su condición de esposa de Perón. Sin embargo ya en ese momento era evidente que su intención era desempeñar un papel político autónomo, incluso aunque las actividades políticas estuvieran prohibidas para las mujeres. Esta visión que ella misma tenía de su papel en el peronismo, fue expresada claramente en su primer discurso por radio, pronunciado el 27 de enero de 1947 y dirigido «a la mujer argentina»:
Vosotras mismas, espontáneamente, con esa cálida ternura que distingue a las camaradas de una misma lucha, me habéis dado un nombre de lucha: Evita. Prefiero ser solamente «Evita» a ser la esposa del presidente, si ese «Evita» es pronunciado para remediar algo, en cualquier hogar de mi patria.
Eva Perón, Mensaje a la mujer argentina
El 24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones triunfando la fórmula Perón-Quijano con un 54% de los votos.
Perón, Evita y otros dirigentes peronistas pensaron en una gira internacional para 1947, inédita en aquel momento para una mujer, que pudiera ubicarla en el primer plano político.
La gira se extendió durante 64 días, partiendo el 6 de junio y regresando el 23 de agosto de 1947. Durante la misma visitó España (18 días), Italia y el Vaticano (20 días), Portugal (3 días), Francia (12 días), Suiza (6 días), Brasil (3 días) y Uruguay (2 días). Su intención oficial era oficiar de embajadora de buena voluntad y conocer los sistemas de ayuda social instalados en Europa con la obvia intención de impulsarla a su regreso a hacerse cargo de un nuevo sistema de obras sociales.
En el cortejo viajó el padre jesuita Hernán Benítez, por quien ella se dejaba aconsejar, y que tendría influencia, a su vuelta, en la creación de la Fundación Eva Perón.
La prensa de la época bautizó la gira con el nombre de «Gira del Arco Iris», a raíz de una imagen utilizada por Evita en uno de sus discursos en España, destinada a desmentir la versión sobre una supuesta intención de su viaje, de establecer un eje belicista entre Buenos Aires y Madrid:
Mujeres de España, no he venido a formar ejes sino a tender una arco iris de paz con todos los pueblos, como corresponde al espíritu de la mujer. Eva Perón
España, gobernada por el dictador Francisco Franco, fue la primera escala de su viaje. Francisco Franco le expresó el reconocimiento público de toda España, confiriéndole su más alta condecoración: la Gran Cruz de Isabel la Católica, que le fue impuesta por Franco en brillante ceremonia. Estuvo en Villa Cisneros, Madrid, Toledo, Granada, Sevilla, Santiago de Compostela, Pontevedra, Zaragoza y Barcelona
En reiteradas ocasiones Eva demostró su desagrado sobre el modo que se trataba a los obreros y a las personas humildes en España, así como por la falta de democracia y la existencia de presos políticos.
Mantuvo una relación tirante con la esposa de Franco, Carmen Polo, debido a su insistencia en mostrarle el Madrid histórico de los Austrias y los Borbones en lugar de los hospitales públicos y los barrios obreros o «barrios de chabolas».
Durante su estadía en España recibió una carta del pequeño hijo de la militante comunista Juana Doña, pidiéndole que intercediera ante Franco por su madre condenada a muerte en esos días. Ante el pedido del niño, Evita gestionó y obtuvo la conmutación de la pena.
De regreso en la Argentina, contaría:
A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de «rojos» porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria.
El viaje continuó por Italia, donde almorzó con el ministro de Relaciones Exteriores, visitó guarderías infantiles. Allí escribe en los diarios locales, alternando cenas con los máximos representantes del gobierno o la sociedad civil y encuentros con obreros.
En la Ciudad del Vaticano fue recibida por el papa Pío XII, quien le entregó el rosario de oro y la medalla pontificia que llevó en sus manos al momento de morir, después de mantener una reunión a solas de 15 minutos. De lo que allí hablaron el Papa y Eva no ha quedado ningún testimonio directo, con excepción de un breve comentario posterior de Perón sobre lo que su esposa le había contado.
El diario La Razón de Buenos Aires cubrió la noticia del siguiente modo:
El papa la invitó entonces a tomar asiento junto a su escritorio y comenzó la audiencia. Ni una sola palabra se ha dado a conocer oficialmente de la conversación que sostuvieron el Sumo Pontífice y la señora de Perón, pero un miembro de la casa papal indicó que Pío XII le hizo presente a la señora de Perón su agradecimiento personal por la ayuda que la Argentina ha prestado a las naciones europeas azotadas por la guerra, y por la colaboración que ha prestado la Argentina en la obra de socorro de la Comisión Pontificia. Al cabo de 27 minutos, el Sumo Pontífice oprimió un pequeño botón blanco en su escritorio. Una campanilla sonó en la antecámara y la audiencia llegó a su fin. Pío XII obsequió a la señora de Perón un rosario con una medalla de oro conmemorativa de su pontificado.
Después de visitar Portugal, se dirigió a Francia, donde se vio afectada por la publicación en la revista France Dimanche de una foto suya cuando era modelo, posando para una propaganda de jabón, que aparecía junto a otra foto, esta vez de Perón posando junto a una mujer mapuche.96 De todos modos presidió la firma de un tratado comercial para la compra de trigo,97 recibió la Legión de Honor,98 y se entrevistó con el presidente de la Asamblea Nacional, el socialista Édouard Herriot, entre otros políticos. El jesuita Benítez la llevó a Notre Dame a hablar con el nuncio apostólico en París, monseñor Ángelo Giuseppe Roncalli, futuro papa Juan XXIII, quien le dio la siguiente recomendación:
Si de verdad lo va a hacer le recomiendo dos cosas: que prescinda por completo de todo papelerío burocrático, y que se consagre sin límites a su tarea.
El cura Benítez afirmó que a Roncalli le impresionó la figura de Evita inclinando su cabeza frente al altar de la Virgen mientras se escuchaba el Himno Nacional Argentino, y que dijo: «¡Ha vuelto la emperatriz Eugenia de Montijo!».
La gira continuó por Suiza, donde se entrevistó con dirigentes políticos. Sobre su escala en ese país se han realizado muchas especulaciones intentando asociarla a funcionarios suizos que actuaban como gestores de personas vinculadas con el nazismo.
Finalmente descartó visitar Gran Bretaña debido a que la familia real se encontraba en Escocia, y antes de volver visitó Brasil y Uruguay. El broche de la gira lo constituyó, ya de regreso, su presencia en la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad Continental, que se celebraba en Río de Janeiro el 20 de agosto de 1947, que concluyó con la firma el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
En la historia argentina existe un reconocimiento unánime sobre el hecho de que Evita realizó una tarea decisiva para el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres. Durante su gira europea precisó con claridad su punto de vista frente a esta cuestión:
Eva Perón fue muy amiga de María Cristina Vilanova de Árbenz, primera dama de Guatemala, quien también fue una mujer muy influyente en el Gobierno revolucionario de Jacobo Árbenz.
El 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones, Evita ―de veintiséis años de edad― pronunció su primer discurso político en un acto organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón. En esa oportunidad Evita exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular el sufragio femenino:
La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debe ocupar el sitio en el complejo engranaje social del pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos.
Eva Perón
El proyecto de ley fue presentado inmediatamente después de asumido el nuevo gobierno constitucional, el 1 de mayo de 1946. La oposición de los prejuicios conservadores resultaba evidente, no solo entre los partidos opositores sino incluso dentro de los partidos que sostenían el peronismo. Evita presionó constantemente a los parlamentarios para que lo aprobaran, causando incluso protestas de estos últimos por su intromisión.
A pesar de que era un texto brevísimo en tres artículos, que prácticamente no podía dar lugar a discusiones, el Senado recién dio media sanción al proyecto el 21 de agosto de 1946, y hubo que esperar más de un año para que la Cámara de Diputados sancionara el 9 de septiembre de 1947 —por unanimidad— la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina.
Para celebrar la ley que reconocía los derechos políticos de las mujeres la CGT convocó a un acto en la plaza de Mayo el 23 de septiembre, en el que hablaron Eva, el exdirigente sindical y ministro del Interior Ángel Borlenghi y Perón, en ese orden.107 Durante el acto, el presidente firmó el decreto promulgando la ley en el balcón y se lo entregó a Eva, que inmediatamente después pronunció su discurso dirigido a las «mujeres de mi patria», que comenzó con los siguientes párrafos:
Mujeres de mi patria, recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos, y lo recibo ante vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está hermanas mías resumida en la letra apretada de pocos artículos una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas, por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de aucasos amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales, y esto último que traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional, sólo ha sido posible en el ambiente de justicia, de recuperación y de saneamiento de la Patria, que estimula e inspira la obra de gobierno del general Perón, líder del pueblo argentino.
Eva Perón
En 1949 Eva Perón buscó incrementar la influencia política de las mujeres fundando el Partido Peronista Femenino (PPF), el 26 de julio en el Teatro Nacional Cervantes de la Ciudad de Buenos Aires. El PPF estaba dirigido exclusivamente por mujeres, era totalmente autónomo dentro del movimiento, y estaba organizado a partir de unidades básicas femeninas que se abrían en los barrios, pueblos y sindicatos canalizando la militancia directa de las mujeres.
El 11 de noviembre de 1951 se realizaron elecciones generales. Evita votó en el hospital donde estaba internada, debido al avanzado estado del cáncer que terminaría con su vida al año siguiente. Por primera vez las mujeres argentinas pudieron votar y ser votadas. El 64 % de las mujeres votó por el peronismo, un porcentaje levemente superior al de los varones, que votaron en un 63 % por la reelección de Perón. Asimismo, el Partido Peronista Femenino logró elegir 23 diputadas, tres delegadas de territorios nacionales y 6 senadoras ―las únicas mujeres presentes en el Congreso Nacional―, y 80 legisladoras provinciales.
La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con el impulso de Eva a la reforma constitucional de 1949 que estableció la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 (II.1), así como los derechos del niño y de la ancianidad, estos últimos propuestos por la propia Eva Perón.
El golpe militar de 1955 abolió la Constitución, y con ella la garantía de igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio y frente a la patria potestad, reapareciendo la prioridad del hombre sobre la mujer. La reforma constitucional de 1957 tampoco reincorporó esta garantía constitucional, y la mujer argentina permaneció discriminada legalmente hasta que se sancionó la ley de patria potestad compartida en 1985, durante el gobierno de Alfonsín.
Evita también propuso reconocer el valor económico del trabajo de mantención de los hogares y crianza de los niños, realizado principalmente por mujeres, por medio de algún método retributivo que debería estudiarse.
Eva Perón estableció una fuerte relación, estrecha y a la vez compleja, con los trabajadores y los sindicatos en particular, que la caracterizó.
En 1947, Perón ordenó disolver los tres partidos que lo sostenían, el Partido Laborista, el Partido independiente y la Unión Cívica Radical Junta Renovadora, para crear el Partido Peronista. A partir de ese momento los sindicatos fueron reconocidos como la «columna vertebral» del movimiento peronista, lo que en la práctica implicó que el Partido Peronista tomara la forma de un partido cuasi-laborista. Con la creación del Partido Peronista Femenino, el movimiento peronista se organizó en tres ramas autónomas: la rama política, la rama sindical y la rama femenina.
En este esquema de poderes heterogéneos y muchas veces en conflicto que confluían en el peronismo, entendido como un movimiento abarcador de múltiples clases y sectores, Eva Perón ocupó un papel de vínculo directo y privilegiado entre Perón y los sindicatos, que les permitió a estos últimos consolidar una posición de poder, aunque compartido.
Por esta razón fue el movimiento sindical el que impulsó la candidatura de Eva Perón a vicepresidente, en 1951, candidatura muy resistida, incluso dentro del Partido Peronista, por los sectores que querían evitar un avance del sector sindical.
Evita tenía una visión sumamente combativa de la lucha por los derechos sociales y pensaba que «la oligarquía», «el capitalismo deshumanizado» y «el imperialismo» actuarían incluso violentamente para anularlos. Consecuentemente Eva impulsó junto a los dirigentes sindicales la formación de milicias obreras y, poco antes de morir, compró armas que entregó a la CGT.
La estrecha relación entre Evita y el sindicalismo quedó evidenciada en la donación que la Fundación Eva Perón hizo a la CGT del edficio donde instaló su sede ―contiguo a la nueva sede de la fundación― y por la decisión de establecer a su muerte, que su cadáver embalsamado permanecería en la central obrera hasta que se construyera el monumento dedicado a su memoria.
Eva desarrolló una intensa tarea sindical desde la Secretaría de Trabajo y Previsión (STP) ―transformada en Ministerio en 1949― gestionando todo tipo de iniciativas y reclamos, organizando nuevos sindicatos, participando en las negociaciones colectivas, asistiendo a las asambleas en las fábricas, o simplemente recibiendo donaciones de los sindicatos para su «cruzada», que cada vez se hicieron más numerosas. Todos los miércoles, Evita acompañaba a la delegación de la CGT que se reunía con el presidente. Dice Marysa Navarro que la tarea sindical de Evita resultó decisiva para la «peronización de los sindicatos».
Para la primera mitad de 1948, Evita ya es reconocida por los dirigentes sindicales como una gestora decisiva de las conquistas laborales y del poder alcanzado por el movimiento obrero dentro del gobierno, circunstancia que explica su aparición ese año, junto a Perón, en las dos principales movilizaciones obreras, la del 1 de mayo y la del 17 de octubre.
La actividad por la cual Evita se destacó durante el gobierno peronista fue la ayuda social orientada a atender la pobreza y otras situaciones sociales de desamparo. Tradicionalmente en Buenos Aires esa actividad estaba en manos de la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal, una antigua asociación cuasi-estatal creada por Bernardino Rivadavia a principios del siglo XIX dirigida por un selecto grupo de mujeres de la clase alta.
Ya en la década de 1930 comenzó a ser evidente que la Sociedad de Beneficencia y otras instituciones similares en otras partes del país, así como la beneficencia, se habían vuelto obsoletas e inadecuadas para la sociedad urbana industrial.
A partir de 1943, las organizaciones de beneficencia comenzaron a ser reorganizadas y el 6 de septiembre de 1946 la entidad capitalina fue intervenida.
El peronismo reorganizó completamente la acción del Estado en materia de asistencia social. Parte de esa tarea fue desarrollada a través del exitoso plan de salud pública que llevó adelante el Ministro de Salud Ramón Carrillo; parte fue desarrollada a partir de las nuevas instituciones de previsión social como la generalización de las jubilaciones y pensiones; y parte fue desarrollada por la Dirección Nacional de Asistencia Social creada en septiembre de 1948, que con el tiempo llegaría a organizarse como ministerio, bajo diversos nombres, como «Bienestar Social» o «Desarrollo Social». En ese contexto apareció la Fundación Eva Perón (FEP), con el fin de organizar institucionalmente la acción social que Eva venía realizando en la Secretaría de Trabajo y Previsión (STP), tarea que la prensa denominaba su «Cruzada de Ayuda Social», y las donaciones sindicales que habían comenzado a multiplicarse.
El 8 de julio de 1948 se creó la Fundación Eva Perón, presidida por Evita, que desarrolló una gigantesca tarea social que llegó prácticamente a todos los niños, ancianos, madres solteras, y mujeres que eran único sustento de familia, pertenecientes a los estratos más carenciados de la población.129 Eva explicó en La razón de mi vida cuál era su enfoque sobre la acción social, dándole prioridad a la personalización y dignificación inclusiva de los sectores vulnerables:
Muchas obras han sido construidas con criterios de ricos... y el rico, cuando piensa para el pobre, piensa en pobre. Otras, han sido hechas con criterio de Estado; y el Estado sólo construye burocráticamente, vale decir con frialdad en la que el gran ausente es el amor.
Eva Perón
La Fundación realizó un amplio espectro de actividades sociales, desde la construcción de hospitales, escuelas, hogares de tránsito y de ancianos, colonias de vacaciones, proveedurías populares, hasta el otorgamiento de becas para estudiantes, ayudas para construir viviendas populares, un plan agrario de apoyo a los pequeños productores rurales, entregas masivas de máquinas de coser y promoción de la mujer en diversas facetas.
Construyó las modernas viviendas obreras de Ciudad Evita, doce avanzados policlínicos en todo el país, donde la atención fue completamente gratuita y dirigió la Escuela de Enfermería. La Fundación realizaba anualmente los famosos Juegos Nacionales Evita, en los que participaban cientos de miles de niños y jóvenes de sectores humildes, que a la vez que promovía el deporte permitió también realizar masivos controles médicos.
La Fundación entregaba también masivamente, cada fin de año, sidra y pan dulce a las familias más carenciadas, hecho este último muy criticado por los opositores antiperonistas. La Fundación empleaba 14000 personas, entre ellas 850 enfermeras que eran uno de sus principales emblemas. Evita atendía además personalmente cada carta y cada reclamo.
Los principales colaboradores de Eva en la FEP fueron el prestigioso cirujano Ricardo Finochietto, el padre Hernán Benítez que instaló su parroquia en el barrio obrero de Saavedra construido por la Fundación, Atilio Renzi, Alfredo Alonso y Ramón Cereijo.
Los fondos de la Fundación provenían de diversas fuentes: impuestos provenientes de loterías, casinos y carreras (leyes 13941 y 14044), donaciones personales, cuotas establecidas en los convenios colectivos, los salarios del 1 de mayo y 12 de octubre (Resolución 266/1950), aporte del 2 % del aguinaldo (Ley 13992), excedente del seguro de vida en espectáculos públicos, recargo en las entradas cinematográficas (convenio cinematográfico), ingresos de los hoteles y colonias, los recursos presupuestarios no ejecutados por los ministerios, etc. Siguiendo la tradición argentina en materia de beneficencia, el Estado no solo aportó fondos, sino también inmuebles, personal y medios de transporte.
La Fundación realizó también ayudas solidarias para diversos países como Estados Unidos, Israel, Perú, Ecuador y Colombia. En 1951, Golda Meir, por entonces Ministra de Trabajo israelí y una de las pocas mujeres que en el mundo habían alcanzado una posición política destacada en democracia, viajó a la Argentina para entrevistarse con Eva Perón y agradecerle las donaciones a Israel en los primeros momentos de su creación.
La Fundación Eva Perón funcionó en varios edificios y depósitos, mientras que Evita instaló su despacho en una oficina ubicada en el primer piso del Ministerio de Comunicaciones, actual Centro Cultural Kirchner donde la habitación se mantiene como museo. A fines de 1950 el Congreso de la Nación donó a la FEP un terreno sobre el Paseo Colón al 800, al lado del nuevo edificio de la CGT, donde comenzó a construirse la sede, un gran edificio en estilo neoclásico, con grandes estatuas alegóricas de Leone Tommasi en su parte superior.138 La destrucción de documentación por parte de la Revolución Libertadora ha impedido saber exactamente cuándo Eva Perón comenzó a atender en el nuevo edificio, pero hay coincidencia en que fue durante muy poco tiempo.En 1955 el edificio sería asaltado por los grupos golpistas, destruyendo la documentación y las estatuas de Tommasi; poco después fue entregado a la Universidad de Buenos Aires, que instaló allí la Facultad de Ingeniería. En 2011 el edificio fue declarado monumento histórico nacional por Ley 26714.
La escritora Aurora Venturini, que trabajó en la Fundación Eva Perón como psicóloga, ha dejado su recuerdo sobre Evita en ese ámbito:
A la Fundación llegaba a las ocho de la mañana y se iba a las cuatro del día siguiente. Las piernas se le hinchaban, se sacaba los zapatos debajo del escritorio y quedaba descalza... había que verla de cerca, en el trato diario, podía ser insoportable de tan inmediata. Cuando me decía a mí o a otros «esto lo quiero para mañana», había que tenerlo listo porque si no se le escapaban insultos gruesos, descargaba toda su rabia en el que tenía adelante, le saltaba la bronca. Era difícil estar con ella en esos momentos. Después, la entendí: se le acababa el tiempo, estaba muy apurada... Me acuerdo del chico de las moscas. Yo la había acompañado a una recorrida por las barriadas pobres. Por entonces, las villas eran buenas, se podía entrar, no había violencia, sólo pobreza, mucha pobreza. Se nos acercó un chico que tenía la cabecita completamente negra… eran moscas. Evita no se contuvo y se largó a llorar, después pidió que lo lleváramos al hospital donde se curó, pero a ella nunca se le fue la impresión. Esas cosas le daban una rabia inmensa, se volvía loca.
A fines de 1947 Evita gestionó la compra del diario Democracia, el único periódico que había apoyado la candidatura de Perón en las elecciones de 1946. El diario se convirtió en el «vocero de Evita», con un tiraje superior a los 300.000 números diarios. Desde mediados de 1948 publicó semanalmente en la portada, artículos escritos por Eva Perón, sobre cuestiones políticas de actualidad, aunque esas participaciones se hicieron más espaciadas desde 1949.
Los títulos de los artículos publicados por Eva Perón en Democracia reflejan abiertamente sus preocupaciones sociales y políticas. Algunos de ellos fueron: «Por qué soy peronista», «Ayuda social, sí; limosna no», «Significación social del “descamisado”», «Olvidar a los niños es renunciar al porvenir», «El deber actual de la mujer argentina», «Hacia la total emancipación de los descamisados del campo», «Mis conversaciones con el general Perón», «Significado nacional del 17 de octubre», «La mujer argentina apoya la reforma», «El pueblo quiere soluciones argentinas para los problemas argentinos».
El 28 de agosto de 1948, Eva publicó su Decálogo de los Derechos de la Ancianidad, una iniciativa mundialmente precursora en la lucha por el reconocimiento de las personas de la tercera edad. El decálogo estableció los siguientes derechos: a la asistencia, la vivienda, la alimentación, el vestido, la salud física, la salud moral, la recreación, el trabajo, a la expansión y al respeto.
Ese mismo año Argentina llevó el decálogo a las Naciones Unidas, proponiendo a la Asamblea General aprobar una norma reconociendo los derechos humanos de las personas ancianas. Por entonces las Naciones Unidas aún no había aprobado el primer instrumento de derechos humanos, que recién sería aprobado como mera «declaración» no obligatoria, en diciembre de ese año, luego de sortear varios inconvenientes. En apoyo del reconocimiento universal de los derechos de la ancianidad, Evita publicó dos artículos en periódicos franceses: «El mundo no puede ser insensible a la suerte de los ancianos» en Ce Matin y «Emoción cristiana y justicia social» en la revista Le Tribune des Nations.
Los derechos de la ancianidad elaborados por Evita y propuestos por Argentina, finalmente no fueron incluidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos ni aprobados como una declaración complementaria. Deberían pasar 43 años para que la temprana propuesta argentina, finalmente llevara a la aprobación por las Naciones Unidas de los Principios de las Naciones Unidas en Favor de las Personas de Edad, mediante la Resolución 46/91 de la Asamblea General del 16 de diciembre de 1991.
En 1949 la Convención Constituyente incorporó el Decálogo de la Ancianidad elaborado por Evita y lo incorporó al nuevo texto de la Constitución como artículo 37, III.
Las elecciones generales de 1951 fue la primera vez que las mujeres pudieron presentarse, no solo para votar sino como candidatas. Debido a su gran popularidad, la Confederación General del Trabajo propuso la candidatura de Evita al cargo de Vicepresidenta de la Nación, acompañando a Perón, un hecho que no solo implicaba llevar una mujer al Poder Ejecutivo Nacional, sino fortalecer al sector sindical en el gobierno peronista. La audaz jugada desató una aguda lucha interna en el peronismo e intensas gestiones de los grupos de poder, en la que los sectores conservadores presionaron fuertemente para evitarlo. Simultáneamente a este proceso Evita desarrolló un cáncer de útero que acabaría con su vida en menos de un año.
En ese contexto, el 22 de agosto de 1951 se produjo el Cabildo Abierto del Justicialismo convocado por la Confederación General del Trabajo.
La reunión convocó a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en la esquina de Moreno y Nueve de Julio y constituyó un hecho histórico fuera de lo común.
En su transcurso los sindicatos le pidieron a Evita que aceptara la candidatura a vicepresidente. Tanto Perón como Evita tomaron sucesivamente la palabra para sugerir que los cargos no eran importantes y que ya Evita ocupaba un lugar superior en la consideración de la población. A medida que las palabras de Perón y Evita ponían de manifiesto las fuertes resistencias que despertaba su candidatura, la multitud empezó a exigirle a Evita que la aceptara allí mismo. Incluso en algún momento alguna voz en la multitud le exigió a Perón:
En ese momento se produjo un diálogo entre la multitud y Evita, completamente inusual en eventos multitudinarios:
Texto del diálogo entre Evita y la multitud en el Cabildo Abierto del 22
de agosto de 1951
-Evita (hablando
a la multitud y a Perón): Hoy, mi general, en este Cabildo Abierto del
Justicialismo, el pueblo preguntó que quería saber de qué se trata. Aquí ya
sabe de qué se trata y quiere que el general Perón siga dirigiendo los destinos
de la Patria.
Pueblo: ¡Con Evita! ¡Con Evita!
Evita: Yo haré siempre lo que el pueblo quiera. Pero yo les digo
que así como hace cinco años he dicho que prefería ser Evita, antes que la
mujer del presidente, si ese Evita era dicho para aliviar algún dolor de mi
Patria, ahora digo que sigo prefiriendo ser Evita. La Patria está salvada
porque la gobierna el general Perón.
Pueblo: ¡Que conteste, que conteste!
Espejo (CGT): Señora, el pueblo
le pide que acepte su puesto.
Evita: Yo le pido a la Confederación General del Trabajo y a
ustedes, por el cariño que nos profesamos mutuamente, para una decisión tan
trascendental en la vida de esta humilde mujer, que me den por lo menos cuatro
días.
Pueblo: ¡No, no, vamos al paro! ¡Vamos a la huelga general!
-Evita: Compañeros, compañeros... yo no renuncio a mi puesto de
lucha. Yo renuncio a los honores. (Llora). Yo haré, finalmente, lo
que decida el pueblo. (Aplausos y vivas). ¿Ustedes creen que si el
puesto de vicepresidenta fuera un cargo y si yo hubiera sido una solución no
habría contestado ya que sí?
Pueblo: ¡Contestación! ¡Contestación!
Evita: Compañeros, por el cariño que nos une, les pido por favor
que no me hagan hacer lo que no quiero hacer. Se los pido a ustedes como amiga,
como compañera. Les pido que se desconcentren. (La multitud no se
retira). Compañeros, ¿cuándo Evita los ha defraudado? ¿Cuándo Evita no ha
hecho lo que ustedes desean? Yo les pido una cosa, esperen hasta mañana.
Espejo (CGT): La compañera Evita nos pide dos horas de espera. Nos
vamos a quedar aquí. No nos movemos hasta que nos dé la respuesta favorable.
Evita: Esto me toma de
sorpresa. Jamás en mi corazón de humilde mujer argentina pensé que podía
aceptar este puesto... Denme tiempo para anunciar mi decisión al país en cadena
Eva Perón enfermó de cáncer de cuello uterino , en enero de 1950 había sido operada de apendicitis y los médicos Oscar Ivanisevich y Abel Canónicohan relatado que los primeros síntomas podrían haber aparecido en ese entonces.
El 15 de octubre de 1951 publicó su libro La razón de mi vida, sobre el que venía trabajando desde hacía tres años y que fue escrito con la ayuda del periodista español Manuel Penella y el escritor argentino Raúl Mendé, entre otros.
Un mes antes de su muerte, el gobierno de la provincia de Buenos Aires decidió utilizarlo entre los libros de la materia Educación Cívica en las escuelas, y dos semanas después fue el Congreso Nacional el que dispuso lo mismo mediante la Ley 14.126. El 6 de noviembre de 1951 fue intervenida quirúrgicamente por el famoso médico oncólogo estadounidense George Pack en el Hospital Policlínico «Presidente Perón» de Avellaneda (actual Hospital Interzonal General de Agudos «Presidente Perón»), construido por la propia Fundación Eva Perón. Pack, pocos meses después de fallecer Evita, le escribiría a Canónico:
Sabrás que aún lamento la pérdida de mi paciente. Creo no haber hecho nunca una operación más completa; era bastante optimista y tenía grandes esperanzas de que ella sobreviviera para realizar la gran tarea a la que se había consagrado. No conozco a nadie que en tan poco tiempo haya hecho tanto por su país; esto es lo que me duele realmente, por lo mucho que habría significado para ella haber tenido una oportunidad de continuarla indefinidamente. Creo que, históricamente, estará a la par de Juana de Arco.
George Pack
Por esa época Eva Perón empezó a dictar su último libro, conocido como Mi mensaje, dictado al joven sindicalista docente Juan Jiménez Domínguez y finalizado pocos días antes de morir. Se trata del texto más encendido y emocional de Evita, uno de cuyos fragmentos fue leído después de su muerte, el 17 de octubre de 1952, en el acto de plaza de Mayo, y que luego se extravió, para ser hallado en 1987. Sus hermanas sostuvieron entonces que se trataba de un texto apócrifo, iniciando un juicio que finalizó en 2006 estableciendo que se trata de un texto auténtico. Los siguientes fragmentos de Mi Mensaje, dan una idea de la naturaleza de su pensamiento en los últimos días de su vida:
Me rebelo indignada con todo el veneno de mi odio, o con todo el incendio de mi amor —no lo sé todavía— en contra del privilegio que constituyen todavía los altos círculos de las fuerzas armadas y clericales. [...] A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del imperialismo capitalista. Lo he visto de cerca en sus miserias y crímenes. Se dice defensor de la justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su omnipotencia... Pero más abominables aún que los imperialistas son las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos.
Luego de varias sesiones de radioterapia, el 18 de julio de 1952 entró en coma por primera vez.
Murió a la edad de 33 años, el 26 de julio de 1952. El certificado de fallecimiento indica que falleció a las 20:25.158 Algunas publicaciones sostienen que falleció dos minutos antes, a las 20:23.
A las 21:36, el locutor J. Furnot leyó por la cadena de radiodifusión:
Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la Señora Eva Perón serán conducidos mañana, en horas de la mañana, al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente...
Tras su muerte la CGT declaró tres días de paro y el gobierno estableció un duelo nacional de 30 días. Su cuerpo fue velado en la Secretaría de Trabajo y Previsión hasta el 9 de agosto que fue llevado al Congreso de la Nación para recibir honores oficiales, y luego a la CGT. La procesión fue seguida por más de dos millones de personas y su paso por las calles recibió una lluvia de claveles, orquídeas, crisantemos, alhelíes y rosas arrojados desde los balcones cercanos.
El gobierno contrató a Edward Cronjagar, camarógrafo de la 20th Century Fox, que había filmado los funerales del mariscal Foch para que hiciera lo mismo con el funeral de Evita y de ese material resultó el documental Y la Argentina detuvo su corazón.161 El Gobierno dispuso también que las radios señalaran diariamente la hora de la muerte de Evita, leyendo el texto «son las 20:25, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad».
Su cuerpo fue embalsamado y mantenido en exposición en la CGT. Mientras tanto, el gobierno empezó las obras del Monumento al Descamisado, que se había proyectado con base a una idea de Evita y que, según un nuevo plan, sería su tumba definitiva. Cuando la Revolución Libertadora derrocó a Perón el 23 de septiembre de 1955, el cadáver fue secuestrado y hecho desaparecer durante 14 años.
Durante la dictadura militar llamada Revolución Libertadora (1955-1958) que derrocó al presidente Juan Perón, durante la noche del 22 de noviembre de 1955, por órdenes directas del dictador Pedro Eugenio Aramburu, un comando de marinos al mando del teniente coronel Carlos de Moori Koenig entró por la fuerza en el edificio de la CGT, derribó el busto de Evita que se encontraba en el primer piso y con armas forzaron la puerta de la capilla del segundo piso. Allí quemaron las banderas argentinas dispuestas sobre el cadáver y orinaron sobre el mismo, antes de llevárselo. Durante tres días, el cuerpo recorrió diferentes puntos de la ciudad, a fin de no levantar sospechas, dentro de un camión. El relato del exmayor Jorge Dansey Gazcón difiere, ya que asegura que fue él quien lo trasladó. Desde ese momento se estableció un itinerario macabro y perverso.
Moori Koenig puso el cadáver dentro de una camioneta y lo mantuvo en su interior durante varios meses, estacionándola en distintas calles de Buenos Aires, en depósitos militares, o incluso en la casa de un militar. Una noche incluso, los militares llegaron a matar a una mujer embarazada confundiéndola con un comando peronista que pretendía recuperar el cadáver. Moori Koenig instaló en su oficina el féretro, con el cadáver de pie. Una de las personas que vio en esas circunstancias el cadáver de Evita fue la cineasta María Luisa Bemberg.
Aramburu destituyó a Moori Koenig y le encomendó al coronel Héctor Cabanillas sepultarlo clandestinamente. La llamada Operación Traslado fue diseñada por el entonces teniente coronel —y luego también dictador— Alejandro Agustín Lanusse, con la ayuda del sacerdote Francisco Paco Rotger, a cargo de quien recayó la responsabilidad de obtener la complicidad de la Iglesia a través del superior general de la orden de los paulinos, el padre Giovanni Penco, y el propio Papa Pío XII.
El 23 de abril de 1957 el cadáver fue trasladado en secreto en el barco Conte Biancamano a Génova (Italia) en un ataúd que se explicaba pertenecía a una mujer llamada María Maggi de Magistris y fue enterrado bajo ese nombre en la tumba 41 del campo 86 del Cementerio Mayor de Milán.
Las versiones se multiplicaron y el mito se agrandó. Hay versiones que sostienen que los militares mandaron realizar tres copias de cera de la momia, y que las enviaron a otro cementerio italiano, uno en Bélgica y otro en Alemania Occidental. En 1970 la organización guerrillera Montoneros secuestró a Aramburu, exigiendo entre otras cosas la aparición del cuerpo de Evita.
En septiembre de 1971, el general Lanusse, dictador por entonces del país, le ordenó al coronel Cabanillas organizar el «Operativo Retorno». El cuerpo de Evita fue entonces desenterrado de la tumba clandestina en Milán y devuelto a Perón en Puerta de Hierro (Madrid). En tal acción participó el brigadier (R) Jorge Rojas Silveyra, embajador argentino en España. Al cadáver le faltaba un dedo que le fue cortado intencionalmente y presentaba un leve aplastamiento de la nariz, pero estaba en buenas condiciones generales.
El 17 de noviembre de 1974 la presidenta María Estela Martínez de Perón trajo el cuerpo de Eva al país, y lo ubicó en la quinta presidencial de Olivos; ese mismo día apareció el cadáver del expresidente Aramburu que los Montoneros retenían desde hacía un mes antes.
El gobierno comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un gran mausoleo que albergaría los restos de Juan Perón, Eva Duarte de Perón, y todos los próceres de la Argentina, como símbolo de unión del país.
En 1976 la dictadura militar que tomó el poder el 24 de marzo le entregó el cuerpo a la familia Duarte, que dispuso que fuera enterrada en la bóveda que su familia posee en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, donde se encuentra desde entonces.
El conocido cuento del escritor Rodolfo Walsh, titulado Esa mujer, tiene como tema el secuestro del cadáver de Evita.