Nacida en el caserío de Atiles, a 9 km del pueblo de Malanzán, en la Costa Alta de los Llanos de la Rioja, en lo que antiguamente se conocía como departamento Rivadavia ―rebautizado en 1948 como departamento General Juan Facundo Quiroga, nombre que conserva en la actualidad― a unos 180 km al sur de la capital de la provincia, La Rioja, el día de Navidad, 25 de diciembre de 1873. Era hija de Eloy Vera y de Mercedes Peñaloza. Era nieta paterna de Francisco Nicolás Vera y Herrera, los cuales eran miembros de una extensa familia de hacendados de dicha localidad que la vinculaba familiarmente con los primeros pobladores hispanos de los Llanos riojanos, los de Ávila, los Sánchez de Balderrama, los Vergara y los Peñaloza. Era bisnieta de Nicolás Peñaloza, quien por vía del primer matrimonio de este fue a su vez abuelo del general Ángel Vicente "Chacho" Peñaloza.
Fue la menor de cuatro hijas, no llegando a conocer a su único hermano varón quien falleció al poco tiempo de haber nacido. Quedó huérfana de padre a los 10 años de edad, y su madre falleció poco tiempo después. En La Rioja habían desaparecido las escuelas ―a raíz de la derrota del proyecto nacional federalista durante las Guerras civiles argentinas―, por lo que asistió a la escuela primaria en una escuela privada de las hermanas Villascuse, en la ciudad de San Juan donde residió en la vivienda de sus parientes próximos. Regresó a su provincia natal en 1884 (a los 10 años de edad). Su madre de crianza fue su tía materna Jesús Peñaloza de Ocampo.1 Ingresó en la Escuela Normal de La Rioja, que habían fundado ese mismo año Annette Haven y Bernice Avery, dos de las maestras estadounidenses traídas por Sarmiento. Allí realizó los estudios secundarios y cursó la carrera de magisterio (se recibió de maestra normal). Se trasladó a la ciudad de Paraná (provincia de Entre Ríos), estudió profesorado siendo alumna de Sara Eccleston, obteniendo el Título Superior de Enseñanza en 1894, a los 20 años de edad.
En esta ciudad litoraleña comenzó su ejercicio en la docencia; una sobrina suya, Veneranda, la acompañó en los primeros pasos de su labor docente, donde se destacó por su talento y su carácter enérgico aunque a su vez pausado.
En 1900 fundó el jardín de infantes anexo a la Escuela Normal de La Rioja, el primero de una larga serie de jardines fundados en las ciudades de Buenos Aires, Córdobay Paraná.
En 1906 ―a los 32 años de edad― fue vicedirectora de la Escuela Normal de La Rioja. Al año siguiente (1907) se mudó a la ciudad de Córdoba, donde ocupó durante cinco años el cargo de vicedirectora de la Escuela Provincial "Juan Bautista Alberdi".
Entre 1912 y 1917 fue directora de la Escuela Normal n.º 1 de la ciudad de Buenos Aires, donde sustituía a cualquier profesor que faltara.
Fue nombrada inspectora de las escuelas municipales. Dictó cátedras de pedagogía y matemática en la Escuela Normal del Divino Maestro, incorporada al profesorado de Lenguas Vivas.
Recorrió Argentina impulsando la enseñanza, dictando cursos y conferencias y transmitiendo las nuevas técnicas en la creación de bibliotecas. Participó también del Primer Congreso Patriótico de Señoras en América del Sud, realizado en mayo de 1910 en la ciudad de Buenos Aires.
En 1931 creó el Museo Argentino en el Instituto Félix F. Bernasconi, basado en la teoría pedagógica de Joaquín V. González, que tomaba la Geografía como base de toda enseñanza, que ―si bien fue resistida por sus pares― fue el motor que impulsó la creación del museo, al cual dedicó 17 años de su vida en forma totalmente desinteresada y altruista.
En la ciudad de Córdoba, y conjuntamente con su pariente y amigo el presbítero Juan Carlos Vera Vallejo y un grupo de notables, comandó el grupo de señoritas que colaboraron activamente en la expatriación de los restos de su coterráneo y héroe de la independencia Pedro Ignacio Castro Barros (1777-1849).
Vivió los últimos años de su vida en Buenos Aires, en la calle Independencia 2307. En febrero de 1950 cayó enferma.
Ella vino a La Rioja por un homenaje que le hacían en Chamical, pues allí se creaba el jardín de infantes con el nombre de ella. Recuerdo que en esa fiesta Rosarito bailó una zamba; estaba muy feliz, se divirtió mucho, pero también a pesar de su fortaleza, el dolor físico la dobló, es decir, se hizo ostensible su enfermedad. Desde Chamical se dirigió a esta casa [la quinta del Dr. Jorge Vera Vallejo, ubicada en la quebrada], que en ese entonces vivía mi padre, con quien tenía una gran confianza y acercamiento, sintiéndose muy enferma y resguardándose en una habitación.
Dr. Jorge Vera Vallejo, entrevista
El padre del Dr. Vera Vallejo fue en búsqueda de ayuda de los médicos para que Rosario Vera tuviera una atención más adecuada. Uno de los doctores que la asistió fue César Vera Barros, hermano de Enrique Vera Barros. La trasladaron en carruaje a la ciudad de La Rioja, donde fue internada en el Sanatorio Modelo. Pero muy pronto Rosarito empezó con hemorragias, tenía un cáncer terminal.2 Entonces la sacaron de ese sanatorio y fue trasladada a la casa de la señorita Estelita Peñaloza ―que había sido la casa del Dr. Joaquín V. González―, que se encontraba frente al sanatorio, al lado del actual Archivo Histórico (en calle Rivadavia 952). En ese domicilio vivió las últimas horas de vida, junto a su familia. Pero antes de morir, con las últimas energías que le quedaban, sus dos sobrinos ―uno de ellos expresidente de la Corte Suprema de Mendoza― que la acompañaron hasta el último minuto de vida, expresaron su preocupación por los inconvenientes que surgirían cuando intentasen la publicación de sus trabajos, no teniendo una autorización legal otorgada por ella. Entonces llamaron a un escribano y Rosario Vera dictó su testamento.
Falleció el 28 de mayo de 1950, a los 77 años.
En su memoria, la fecha de su fallecimiento (28 de mayo) se declaró como "Día Nacional de los Jardines de Infantes" y "Día de la Maestra Jardinera" en Argentina.