Su lugar de nacimiento está controvertido pues en tanto los salteños alegan que nació en El Tala, una localidad del sur de la provincia de Salta a muy pocos kilómetros de la Provincia de Tucumán, donde vivían sus padres, los tucumanos se basan en que fue bautizada en Trancas (22 de junio de 1867) en el norte de la provincia de Tucumán, y que la escultora siempre se reconoció tucumana.
Su padre era Romualdo Alejandro Mora Mora, un comerciante y hacendado de origen catalán, propietario de algunas estancias en la zona tucumano-salteña y de una casa en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Estudio en el colegio Nuestra Señora del Huerto , en San Miguel de Tucuman
En 1857 llegó a la localidad salteña de El Tala. Casó el 16 de marzo de 1859 en la parroquia de San Joaquín de Trancas, provincia de Tucumán.6 con Regina Vega Sardina, una estanciera salteña nacida en El Tala, de ascendencia tarijeña y guachipeña.
Lola Mora (Dolores Candelaria Mora Vega) fue la tercera de siete hermanos: tres varones y cuatro mujeres. En 1870, cuando tenía cuatro años, su familia decidió instalarse en la ciudad de San Miguel del Tucumán. En agosto de 1874, a los siete años de edad, comenzó sus estudios en el Colegio Sarmiento, una exclusiva escuela laica de esa ciudad, donde se destacó como alumna. En septiembre de 1885, cuando Lola tenía 18 años, fallecieron sus padres, ella de neumonía y, dos días después, él, de un infarto.
En 1887 llegó a Tucumán para dar clases el pintor italiano Santiago Falcucci (1856-1922) y Lola fue una de sus alumnas. Fue así que se inició en pintura, dibujo y retrato y aprendió sobre el neoclasicismo y el romanticismo italiano, estilos que marcaron su obra; empezó a hacer retratos de personalidades de la sociedad tucumana con los cuales pudo financiar sus otras obras.
Animada por su éxito, realizó un retrato a la carbonilla al gobernador de Salta, Delfín Leguizamón y su trabajo fue tan perfecto que su maestro Falcucci dijo: "Era la copia de una fotografía, pero tenía todo de propio, de individual en la factura".
Para los festejos del 9 de julio de 1894, Lola pintó una colección de veinte retratos en carbonilla de los gobernadores tucumanos desde 1853 que fueron adquiridos por la legislatura de la provincia en cinco mil pesos. Ya era en Tucumán una artista conocida cuando en 1895 viajó a Buenos Aires en busca de una beca para perfeccionar sus estudios en Europa, que le fue concedida por el presidente José Evaristo Uriburu el 3 de octubre de 1896 consistente en una subvención mensual de cien pesos oro por dos años.
Instalada en Roma en 1897, fue alumna del pintor Francesco Paolo Michetti , que se dedicaba a la pintura y la fotografía y había sido escultor en su juventud, aprendió el arte de trabajar con terracotta con el escultor Constantino Barbella y finalmente decidió dedicarse de lleno a la escultura cuando conoció a otro de sus profesores, Giulio Monteverde , maestro en el trabajo del mármol.
En Roma instaló su casa y taller y viajó con frecuencia a Buenos Aires llevando sus trabajos.
Al tiempo de estar en Italia se relacionó con los círculos artísticos y culturales, en los que fue muy respetada, y la prensa argentina empezó a informar sobre sus trabajos, viajes por Europa, exposiciones y los premios recibidos. Un autorretrato de Lola Mora, en mármol de carrara, se exhibió en la Exposición Universal de París de 1900 y ganó una medalla de oro.
Cuando en 1900 regresó a la Argentina precedida por su éxito recibió el encargo en Tucumán de una estatua de Juan Bautista Alberdi, acordó en Salta la fundición de estatuas y relieves conmemorativos para el Monumento del 20 de febrero y ofreció a la municipalidad de Buenos Aires su obra más famosa: la Fuente de las Nereidas.
Lola Mora volvió a su estudio de Roma para preparar los encargos y regresó a Buenos Aires en agosto de 1902 con los bloques de las estatuas esculpidas que, al ser desembaladas, provocó un escándalo. La sociedad porteña de la época consideró que las estatuas mostrando sin recato los cuerpos desnudos emergiendo triunfalmente de las aguas eran "licenciosas" y "libidinosas".
El 22 de junio de 1909 a los cuarenta y dos años se casó en el Registro Civil con Luis Hernández Otero, que tenía 17 años menos de edad, hijo del ex gobernador de la provincia de Entre Ríos Sabá Zacarías Hernández, que la había conocido en el Congreso Nacional, donde era empleado, cuando la escultora trabajaba para la fachada e incluso, según el investigador Oscar Félix Haedo habría sido su alumno.
La ceremonia religiosa se celebró al día siguiente en la Basílica de Nuestra Señora del Socorro (Buenos Aires). La madrina fue Rosario Clorinda G. de Avellaneda, esposa de Marco Avellaneda, a su vez hermano del expresidente Nicolás Avellaneda, y el padrino Manuel Otero Acevedo, único representante de la familia del novio dado que su familia desaprobó la boda a causa de la diferencia de edad. Tanto en el acta civil como en la religiosa, Lola Mora figura con una edad de treinta y dos años.
La pareja no fue feliz y cinco años más tarde su marido la abandonó.
Fue amiga del presidente argentino Julio Argentino Roca. Buena parte de los detalles de la vida privada de Lola se perdieron cuando, a su muerte, la familia quemó su correspondencia.
Por ese entonces le ofrecieron esculpir una estatua de la reina Victoria, a ser emplazada en Melbourne (Australia) y del zar Alejandro I en San Petersburgo (Rusia), pero rechazó ambos encargos porque requerían adoptar la ciudadanía británica o rusa, respectivamente.
En su país le encomendaron realizar un busto del presidente Julio Roca, una estatua de Aristóbulo del Valle, una alegoría de la independencia, dos sobrerrelieves para la Casa Histórica de Tucumán y cuatro estatuas para decorar el nuevo edificio del Congreso Nacional; que representarían a los presidentes más célebres de los congresos argentinos históricos: Carlos de Alvear, Francisco Narciso de Laprida, Facundo Zuviría y Mariano Fragueiro. Viajó a Roma y regresó en 1904 con todos los encargos. De manera constante Mora viajaba entre Roma donde se encontraba su estudio hasta Argentina.
A partir de 1910 empieza a declinar su estrella como escultora. Los incumplimientos contractuales de sus proveedores la llevaron a endeudarse y a hipotecar su taller de Roma. En 1913 inauguró su monumento a Nicolás Avellaneda en la ciudad de Avellaneda en presencia del presidente Roque Sáenz Peña, el vicepresidente Victorino de la Plaza y su gran amigo el expresidente Julio Argentino Roca, que murió un año después. Con su muerte Lola perdió influencia y los adversarios políticos de Roca le pasaron factura.
En 1915 el Congreso decidió desmontar sus obras escultóricas a las que califica de "adefesios horribles". El diputado Luis Agote afirmó que: "No demuestran nuestra cultura ni nuestro buen gusto artístico". El conjunto se dispersó entre cinco provincias. Ese año Lola Mora vendió su palacete romano y retornó definitivamente a Argentina.
En 1918 la municipalidad porteña desmanteló la Fuente de las Nereidas y la mandó al ostracismo, ubicándola en Avenida Costanera Sur, donde se erige actualmente, a la entrada de la Reserva Ecológica.
Curiosa por naturaleza se acercó a figuras del mundo teatral y, atraída por el cine, quiso experimentar con telones de color.
Hacia 1920 abandonó la escultura e impulsó el dispositivo llamado cinematografía a la luz, que permitía ver cine sin necesidad de oscurecer una sala, pero no logró introducirlo en el mercado. Viajó al norte del país llevando nuevos proyectos: primero a Jujuy donde en 1923 fue nombrada “Escultor Encargado de Parques y Jardines y Paseos” y a Salta a finales de 1924 para comenzar exploraciones geológicas.
En 1925 el presidente Marcelo T. de Alvear dejó sin efecto la última obra encargada por el Estado, el diseño del Monumento a la Bandera. Para revertir el golpe, emprendió la extracción de combustibles con base en destilación de rocas fósiles (esquistos bituminosos) asociada a otras personas y recorrió infructuosamente las montañas de Salta para desarrollar el negocio, perdiendo e ello sus ahorros.
Tras su corto matrimonio, realizó riesgosas inversiones en la prospección de esquistos bituminosos para la obtención de petróleo en las selvas salteñas, sin embargo tales negocios le resultaron perdidosos.
Lola Mora participó también como contratista en la obra del tendido de rieles del Ferrocarril Transandino del Norte, más conocido como Huaytiquina, por donde hoy transita el tren a las Nubes, en la provincia de Salta.
Patentes en la minería
Lola Mora obtuvo varias patentes. Entre sus creaciones se destacaron algunas ideas para la exploración minera, un sistema para proyectar películas de cine sin pantalla utilizando una columna de vapor y un sistema de cinematografía color basándose en la iridiscencia de las emulsiones oleosas sobre el celuloide. Aunque su idea estaba bien encaminada, la falta de una base científica adecuada hizo que su idea no se pudiera concretar en la práctica.[cita requerida]
Como urbanista, fue autora del Primer Proyecto de Subterráneo y Galería Subfluvial de Argentina, previsto para la Capital Federal y del trazado de calles de la ciudad de Jujuy.
Desahuciada y con su salud deteriorada, entre 1932 y 1933 retornó a Buenos Aires, bajo el cuidado de sus sobrinas. Le costaba caminar, divagaba y perdía el conocimiento. En 1933 la Sociedad Sarmiento de Tucumán realizó una muestra a beneficio de la empobrecida artista. En 1935, restaurado el orden conservador, el Congreso le aprobó una pensión de doscientos pesos mensuales.
El 17 de agosto de ese año Lola Mora sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada hasta el 7 de junio de 1936 en que falleció en Buenos Aires tras tres largos días de inconsciencia, insensibilidad y dificultad en su respiración, rodeada de sus tres sobrinas que la asistieron durante la enfermedad.
En las principales publicaciones argentinas hubo notas necrológicas. Caras y Caretas, por ejemplo, comentó:
"Siempre nos sorprende la tragedia del talento olvidado. Ahora más, al herir a una mujer, a la primera mujer argentina, cuya vocación supo afrontar las dificultades del mármol, los laboriosos primores del modelado de la arcilla."
El vespertino Crítica señalaba a responsables del abandono en que se encontraba la artista:
"...Es el homenaje perenne y sincero que compensa, hasta cierto punto, la ingratitud material de los poderes públicos y la sorda hostilidad de nuestros círculos artísticos que veían en Lola Mora la expresión de gustos anticuados y definitivamente 'pasados de moda.'"
Por su parte, el Diario La Nación que tantos favores concediera a Lola Mora en sus años de esplendor, decía sobre ella:
"El decidirse por el arte, ya había significado una proeza, recordemos la fecha de sus comienzos y su actuación inicial. Mujer y escultora parecían términos excluyentes. Los prejuicios cedieron, sobrepujados por la evidencia de su obra."
En todas las necrológicas sólo se recordó de su vasta obra la Fuente de las Nereidas.
La tumba de Lola Mora se encuentra en el Cementerio del Oeste, la necrópolis más antigua de San Miguel de Tucumán y en 2010 fue declarada bien de interés histórico-artístico.
Las características del arte escultórico de Lola Mora evolucionaron desde un academicismo muy influido por el renacentismo italiano hasta una suerte de brutalismo donde se encuentran afinidades con Rodin. Por otro lado, Lola Mora tiene por característica el realzar a la mujer en su naturalidad, esto en plena época en que la mujer en todo el mundo occidental estaba absolutamente recatada y sometida al hombre y solo aparecía de un modo clandestino la desnudez femenina como algo prostibulario y pornográfico.
La intención de Lola Mora en sus obras era exaltar a la mujer libre con y en su belleza natural, sin embargo la mentalidad mayoritaria de la época consideró a sus desnudos femeninos como obras "inmorales".
La obra de Lola Mora fue realizada en un momento pleno contexto de la liberación femenina.
Lola Mora fue una prolífica trabajadora realizando destacadas obras entre las que sobresalen: