Es poco lo que se conoce de la vida de Cabral. Se sabe que nació en la provincia de Corrientes, en el municipio de Saladas (en la localidad que hoy lleva su nombre) y que era hijo de José Jacinto, un indígena guaraní y la esclava de origen angoleño Carmen Robledo, ambos al servicio del estanciero Luis Cabral.23
Cuando contaba con unos 23 años de edad se incorporó al ejército en un contingente reclutado por el gobernador de Corrientes, Toribio de Luzuriaga. Enviado a Buenos Aires, ingresó en 1813 al segundo escuadrón del recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo.
De acuerdo a la biografía que transmite Pastor Obligado, su diligencia y capacidad de mando le granjearon galones de cabo para diciembre de ese año, y de sargento al siguiente; la que recoge Bartolomé Mitre en su monumental Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, por el contrario, lo hace soldado raso a la fecha del combate.
Independientemente de su grado, su acción crucial tuvo lugar a poco de comenzada la refriega, cuando el fuego enemigo derribó la montura de San Martín y aprisionó a éste debajo del animal. Desafiando la tropa enemiga, que se aproximaba cargando con bayonetas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a incorporarse.
Los detalles exactos de la acción no se saben. Pero en algunas interpretaciones, Cabral interpone su cuerpo como escudo entre las bayonetas realistas y San Martín, lo que demostró su gran valentía y honor para salvar al General. Con todo, resultó gravemente herido en la acción. Si bien no murió en el campo de batalla sino en el refectorio del vecino convento de San Lorenzo, utilizado como hospital de campaña tras el enfrentamiento. La leyenda, iniciada en una carta dirigida por San Martín a la Asamblea del Año XIII, le adjudica en su lecho de muerte la máxima "Muero contento, mi General, hemos batido al enemigo":
No puedo prescindir de recomendar particularmente a la familia del granadero Juan Bautista Cabral natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo por dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de viva la patria, muero contento por haber batido a los enemigos
San Martín, carta a la Asamblea
Según Mitre el grado de sargento le fue concedido post mortem en mérito a su arrojo en la batalla. A pesar de que es sabido que no existía en la época tal reconocimiento. El ascenso post mortem, luego de muerto, es establecido en la Primera Guerra Mundial, siglo XX. Por ello y como los familiares de los oficiales recibían una pensión aproximada al 30 por ciento de sus sueldos, San Martín recomienda a la ciudad del Capitán Bermúdez, quien firmaba Vermúdez, y solo a él.
La historia lo ha convertido en un héroe nacional, y existen numerosos monumentos erigidos en su honor: figura prominente en el texto de la Marcha San Lorenzo, obra de Carlos Javier Benielli y Cayetano Alberto Silva que expresa «Cabral Soldado Heroico, cubriéndose de gloria, cual precio a la victoria, su vida rinde, haciéndose inmortal. Y allí salvó su arrojo, la libertad naciente de medio continente, honor, honor al Gran Cabral»; notesé que el poeta mendocino al anotar el grado del correntino pone genéricamente Soldado, evitando caer en el tema de la Sargentía Discutida de la que tanto han hablado Pedro Pablo Hass en su libro Cabral Sargento Epónimo, luego editado en 2004 como Cabral Soldado Heroico y el Profesor Horacio Fórmica en sus Trabajos del Congreso Sanmartiniano del Regimiento de Granaderos en 2013.