Amán Rawson, nacido en Montague, Massachusetts en 1794, era un joven médico estadounidense, proveniente de una familia de noble sangre inglesa; de hecho, descendía de guerreros, magistrados, abates, obispos y primados, y su padre, Edmund Rawson, había luchado en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Tras realizar varios viajes ejerciendo su profesión en una corbeta de guerra, Rawson se trasladó a San Juan en 1818, donde se estableció. Había llegado al país invitado por el doctor Colesbery, un amigo y compatriota suyo, quien residía en Mendoza, ejerciendo como médico de José de San Martín.
Establecido en dicha pequeña y lejana ciudad interior, Rawson contrajo matrimonio en 1819 con María Justina Rojo Frías, hija de una distinguida familia de unitarios afincada en la provincia.
Guillermo Colesbery Rawson nació el 24 de junio de 1821 en la ciudad de San Juan; le debe su segundo nombre, citado también como Collisbery, al doctor Colesbery, quien invitó a su padre a radicarse en San Juan.
Era el segundo hijo del matrimonio entre Amán Rawson y Justina Rojo, quienes ya eran padres de Benjamín Franklin Rawson (1819 - 1871), quien sería un destacado pintor;18 Rawson tenía también un medio hermano menor fruto del segundo matrimonio de su padre, Juan de Dios Rawson (1833 - 1902), quien lucharía en la Guerra de la Triple Alianza.
Realizó sus estudios primarios en su ciudad natal, en la escuela del agrimensor Donet.
Rawson tenía conocimientos de italiano, ya que hacia 1837 lo estudió junto a Domingo Faustino Sarmiento; al respecto, Gregorio Aráoz Alfaro comenta que ¡Debía requerirse un singular deseo de instruirse para dedicarse a estudiar italiano, en San Juan, en 1837!
Con tan sólo dieciocho años formaba parte del Grupo de los Cinco, un grupo de discusión política integrado por Manuel Quiroga Rosas, Antonino Aberastain, Indalecio Cortínez, Dionisio Rodríguez y él mismo. Colaboraron con Sarmiento en la creación del diario El Zonda, publicado por primera vez en 1839.
Es considerado un integrante de la Generación del 37, junto a otros intelectuales como J. B. Alberdi, B. Villafañe, E. Echeverría, J. M. Gutiérrez, V. F. López, J. Thompson, J. Mármol, B. Mitre, M. Cané, F. Frías, J. Peña, C. Tejedor y D. F. Sarmiento, quienes eran liderados, intelectualmente, por Echeverría.
En 1839 se trasladó a Buenos Aires para continuar sus estudios en el Real Colegio de San Carlos, ubicado junto a la Iglesia de San Ignacio y perteneciente a la Compañía de Jesús; allí compartió sus estudios con José Benjamín Gorostiaga, Luis Sáenz Peña, Federico Pinedo, León Federico Aneiros, Eduardo Costa y Bernardo de Irigoyen, entre otros.
Con tan sólo diecinueve años descubrió los principios básicos del telégrafo, cinco años antes de que Samuel Morse transmitiera su primer mensaje; esto ocurrió en una clase de electricidad, en la que le planteó al Padre Gomila, su profesor, que mediante la transmisión de descargas eléctricas que tuvieran un significado convencional se podrían transmitir palabras a grandes distancias, y que yo podría conversar con mi padre, que está en San Juan.
Tras finalizar sus estudios, Rawson ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Tuvo como profesores a Claudio Mamerto Cuenca, a Teodoro Álvarez, a Martín García y a Juan José Fontana, entre otros, y compartió su aprendizaje con José María Bosch y nuevamente con Sáenz Peña.
Recibió los elogios de sus compañeros y profesores, quienes decían que sus buenos y sólidos conocimientos en varios ramos de instrucción literaria, su aplicación y rápidos progresos de la muy difícil ciencia del hombre, anuncian días de satisfacción y de triunfo para la universidad. Estos días han llegado: sus exámenes y muy particularmente, el general y práctico, con que se ha despedido de las aulas, han sido brillantisimos.
Las aptitudes demostradas por Rawson impulsaron a sus profesores, quienes mediante una carta le pidieron al rector de la universidad, Paulino Gari, que se le entregará a Rawson el grado de Doctor en Medicina sin rendir la tesis, amparándose en el artículo trece del Superior Decreto del 21 de junio de 1827, que permitía que la universidad le otorgase este grado a todo aquel que fuese ilustre y eminente en alguna facultad. El rector no aceptó, ya que consideraba que lo que se le pedía se encontraba fuera de sus atribuciones; sin embargo, le encomendó al profesor Cuenca que tras la lectura de la disertación de Rawson, le dirigiese la palabra en nombre de la facultad y le entregase el título de médico.
Hay un libro en blanco, doctor Rawson, que hace muchos años que esperaba la pluma inspirada de un hijo del Plata que escriba en él la primera página: este libro, destinado a jugar un día un rol importante en los destinos de la República, cuando los hombres de vuestra capacidad se hayan ocupado de él, es el libro todavía en blanco de nuestra ciencia médica. Todavía en blanco, doctor Rawson, pero no estará más así, desde que hagáis la resolución de llenarlo; y a fe que vos lo podeis hacer. Hé ahí una empresa gigantesca, colosal, digna de vos y para que pareceis destinado.
—Claudio Mamerto Cuenca.
De esta forma, Rawson se recibió en 1844, con su tesis acerca de La transmisión de las facultades fisiológicas y patológicas en el hombre por vía de la herencia, la cual fue publicada en 1845 por un admirador de su mérito; el tema elegido, las leyes de la herencia, era una de las incógnitas más importantes de la época, por lo que no era elegido por el resto del alumnado.
Tras entregarle su título, Claudio Mamerto Cuenca pronunció un elogioso y exaltado discurso en representación de la facultad, que Alberto B. Martínez describe como una muestra de sincera admiración y de profundo reconocimiento. Además de los elogios de sus profesores y compañeros, Rawson fue elogiado por Domingo Faustino Sarmiento, quien posteriormente sería presidente de la Nación y su principal adversario político; dijo que gozaba de una reputación superior a sus años por sus talentos precoces y las recomendaciones de sus profesores, a cuyas envidiables dotes se unía un acendrado patriotismo y una energía y nobleza de carácter que atemperaban la moderación de carácter y la unción de sus palabras.
De esta forma, Rawson se recibió en 1844, con su tesis acerca de La transmisión de las facultades fisiológicas y patológicas en el hombre por vía de la herencia, la cual fue publicada en 1845 por un admirador de su mérito; el tema elegido, las leyes de la herencia, era una de las incógnitas más importantes de la época, por lo que no era elegido por el resto del alumnado. Tras entregarle su título, Claudio Mamerto Cuenca pronunció un elogioso y exaltado discurso en representación de la facultad, que Alberto B. Martínez describe como una muestra de sincera admiración y de profundo reconocimiento.
Además de los elogios de sus profesores y compañeros, Rawson fue elogiado por Domingo Faustino Sarmiento, quien posteriormente sería presidente de la Nación y su principal adversario político; dijo que gozaba de una reputación superior a sus años por sus talentos precoces y las recomendaciones de sus profesores, a cuyas envidiables dotes se unía un acendrado patriotismo y una energía y nobleza de carácter que atemperaban la moderación de carácter y la unción de sus palabras.
En 1844, tras concluir sus estudios universitarios, Rawson regresó a su provincia natal, donde comenzó a ejercer su profesión; allí, se desempeñó como el médico de las principales familias, incluso la del gobernador Benavídez, quien le dio un trato especial.
La provincia estaba gobernada, por Nazario Benavídez, un caudillo federal, fiel seguidor de Juan Manuel de Rosas .
Rawson se había propuesto, junto a Juan Francisco Seguí, provocar un levantamiento en contra de Rosas; sin embargo, no coincidían en quien debía hacerlo: mientras Seguí creía que el indicado era Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, Rawson sostenía que sería más simple convencer a Benavídez. En consecuencia, se separaron prometiéndose trabajar con perseverante empeño para minar la tiranía.
En dichas circunstancias, la poca importancia que se lo otorgaba a la Legislatura en la época permitió que Rawson accediera a la cámara en 1844, ya que fue incluido en la lista el mismo día de la elección por un grupo de amigos; posteriormente, fue reelecto en el cargo, esta vez junto a su amigo Tadeo Rojo. Juntos, se comprometieron a mover los ánimos y despertar al pueblo, convirtiendo a la Legislatura en una constante fragua de opinión y cambiando incluso la actitud de los pobladores.
Convencidos de que ningún despotismo podía enfrentarse a pobladores educados, Rawson y Rojo impulsaron la sanción de una ley de educación primaria para la instrucción de los ciudadanos, la cual fue vista con agrado por Benavídez; también promovieron una ley que amparaba la creación de municipalidades rurales, consideradas como la escuela primaria de la libertad, la cual no recibió el apoyo del gobernador, quien los acusó de salvajes unitarios que querían despojarle de su autoridad.
A pesar de su disconformidad, Benavídez continuó dejándolos hacer, aunque comenzaron a ser vistos como "enemigos".
En 1851, Rosas le ordenó a los gobernadores federales que le entregasen el título de Jefe Supremo de la Confederación, además de la suma del poder público y el ejercicio de su suprema autoridad, con el objetivo de evitar el pronunciamiento de Justo José de Urquiza y su alianza con el Imperio del Brasil y el Uruguay.
Antes de enviar el proyecto a la Legislatura, Benavídez se reunió en su hogar con ciertos ciudadanos para aconsejarse; entre ellos estaba Rawson, quien le solicitó que rechazase el pedido de Rosas.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo de Rawson, Benavídez no creía contar con el poder suficiente para enfrentarse al Restaurador y consideraba que el único capaz de realizar dicha acción era Urquiza; por su parte, Rawson mantenía correspondencia con Sarmiento, a quien llegó a decirle que el éxito es seguro, infalible.
Con este marco, Benavídez envió el proyecto a la Legislatura, que se reunió inmediatamente para tratar el asunto.Rawson anunció que hablaría en la Legislatura, oponiéndose a las pretensiones rosistas, lo que hizo que muchas personas presenciaran aquella sesión.
Todos los diputados avalaron el proyecto, excepto Rawson, quien se opuso fervientemente y pronunció una de sus más magistrales arengas, en la que pedía que se rechazase la petición de Rosas.
A pesar de que dicha arenga fue escuchada con recogimiento y asombro y conmovió los espíritus no sólo de los amigos y ciudadanos, sino de los mismos federales, de los militares y de los asociados en la mazorca, el proyecto fue sancionado y uno de sus artículos obligaba a que fuese firmado por todos los legisladores. Obligado a firmar, Rawson lo hizo sosteniendo que por el hecho de haber manifestado públicamente su pensamiento, salvaba su responsabilidad ante sus conciudadanos y ante la historia; sin embargo, haber firmado el documento fue utilizado varias veces en su contra.
Al conocerse la noticia del levantamiento de Urquiza, Rawson reunió en su hogar a un grupo de amigos con el objetivo de firmar una petición, en la cual solicitaron a Benavídez que adhiriera al pronunciamiento del caudillo entrerriano; sin embargo, un grupo partidario de Rosas rodeó la casa y los obligó a dispersarse.
El 3 de febrero de 1852 Rosas fue derrotado por Urquiza en la batalla de Caseros; el 28 de ese mismo mes, un escribano de gobierno anunció el hecho en San Juan. En esa ocasión, Rawson, quien provenía de su finca y venía montado en un caballo marrón, regaló unos puñados de pesos bolivianos y pronunció un discurso en la actual Plaza 25 de Mayo.
A pesar de la caída de Rosas, Benavídez se mantuvo en el gobierno por algunos años más; en un intento por reorganizar el país, Urquiza convocó a los representantes de las provincias a la Conferencia de San Nicolás, de la cual surgió el acuerdo; Benavídez asistió y quiso que Rawson lo acompañase, pero este se rehusó a pesar de ser amenazado con el uso de la fuerza.
Con el gobernador fuera de la provincia se produjo el levantamiento de la Legislatura, que destituyó a Benavídez y lo reemplazó por un gobierno provisorio, a cargo del comerciante salteño Zacarías Yanzi; sin embargo, Urquiza ordena la invasión de la provincia, las autoridades revolucionarias son depuestas y Benavídez vuelve a ocupar su cargo.
Rawson es mandado a perseguir y es encarcelado, siendo encerrado en la cárcel de San Clemente. A pesar de que sólo estuvo preso quince días, fue engrillado y torturado. Tras salir de prisión, le envió una carta a su amigo Damián Hudson, comunicándole lo sucedido:
Nuestra frecuente correspondencia, tan interesante para mí, fue interrumpida por la amabilidad del señor Benavides y C.a; quiso tenerme tan cerca de sí, tan exclusivamente ocupado de su cariño, que me hizo trasportar a San Clemente y asegurarme allí con una arroba de hierro puesta en mis pobres piernas.
Eso pasó, estoy ya libre, después de quince días de tortura; y lo primero que afectó mi corazón al volver a la luz, fue la noticia de los esfuerzos fervientes de mi excelente amigo Hudson en favor de esta pobre víctima.No puede usted imaginar cuán hondamente me ha conmovido su solícito empeño, y la amigable deferencia con que el señor Segura, y mi estimado compañero el doctor García se han prestado a secundar sus conatos.
En esa misma carta, Rawson le dijo a Hudson que, desde un principio, había venido a San Juan con la resignación del que se prepara al sacrificio; además, le dijo que no abandonaría la provincia, aún con los insultos seguros y el probable degüello que me espera.
Para esa época, las cartas y artículos de colaboración enviados por Rawson a Hudson eran publicadas en El Constitucional, editado por este en Mendoza.
Ante la dualidad de gobiernos, el de la Confederación Argentina, integrado por trece provincias y reunido en Paraná, y el de Buenos Aires, surgido tras la revolución septembrista, Rawson aseguraba en varias cartas privadas estar muy desconsolado con el nuevo programa. Sostenía que el aislamiento de Buenos Aires llevaría a la Confederación a la ruina y bregaba por la unificación de ambos gobiernos.
A finales de 1854, Rawson fue electo como diputado para representar a San Juan en el Congreso de Paraná.
En un principio, hacia 1855, pensó rechazar el cargo, ya que no comulgaba con las ideas políticas de su provincia; sin embargo, sus amigos lo convencieron de que debía acudir.
De esta forma, el 10 de mayo de 1856, el Congreso aprobó el diploma de diputado presentado por Rawson; unos días más tarde, fue nombrado vicepresidente de la cámara.
Rawson formaba parte de la comisión de negocios constitucionales, lugar desde donde se destacó analizando las constituciones provinciales, las cuales debían ser revisadas por el Congreso antes de entrar en vigencia.
Sin embargo, la figura de Rawson sobresalió al discutirse la Ley de Derechos Diferenciales, impulsada por Urquiza, que buscaba aislar y dejar en la ruina a Buenos Aires, para que esta se uniese a la Confederación; la ley proponía la cobranza de un impuesto a todos aquellos barcos que hubieran llegado a los puertos de la unión haciendo escala en Buenos Aires o en Montevideo, dejando sin gravamen a aquellos buques que llegaran sin escalas.
De esta forma se buscaba beneficiar a los pequeños puertos del Litoral a costa de Buenos Aires, que perdería así su fuente principal de ingresos. En la sesión del 26 de junio de 1856, Rawson se opone firmemente al proyecto y solicita que se aplace la discusión [...] por un tiempo racionalmente limitado; sin embargo, las sesiones continúan y se ve obligado a justificar su voto negativo.
Rawson presenta sus argumentos, sostieniendo que la aplicación de dichas medidas había provocado grandes males en el pasado y que perjudicaría la economía de la Confederación.
Plantea también que dicha ley chocaba contra los principios liberales de la Constitución, ya que atenta contra el comercio libre que se promueve en la misma; además, dice que si el Congreso la aprobara, traicionaría el primero de sus deberes, el de respetar y cumplir aquella ley suprema.
Creía también que dicha ley pecaba por impolítica, dada la situación especial de la República, y que la única forma de incorporar a Buenos Aires era mediante la paz. En su discurso ante la Cámara, Rawson dice que no basta declarar la paz en las palabras; es necesario que ese noble pensamiento se traduzca en los hechos de nuestra política y destaca que ese es el trabajo de quienes anhelamos la [...] reconstrucción nacional.
Finalmente, sostuvo que si tuviera la dañina intención de mutilar á mi patria, profundizando el abismo que nos separa de Buenos Aires, también, señores, yo votaría por esa ley.
Si bien Rawson no fue el único que se opuso a la ley, ya que tanto Vicente Quesada, Saturnino Laspiur y Pedro Antonio Pardohicieron lo propio, la Cámara decretó la sanción de la misma.
Rawson participó también en otros debates que tuvieron lugar en la Cámara, entre los que se destacaron el de aduana, de finanzas, de caminos y de instrucción pública. En un debate acerca de educación, sostiene que el Congreso no debe proceder con mezquindad al votar la cantidad [de dinero] que ha de invertirse en ella.
Posteriormente, se generó en el Congreso un debate en torno a Alfredo du Graty, electo diputado suplente por la provincia de Tucumán; en un principio, se discutió su admisión a la cámara y, luego, su expulsión de la misma, por no ser ciudadano argentino.
Rawson, por su parte, se sentía atraído por la idea de que un extranjero mediara en las luchas políticas nacionales, por lo que propuso que du Graty tuviese una participación en el Congreso.
El doctor Guillermo Rawson se inició en la respetable logia Unión del Plata Nº 1, el 1º de julio de 1856, meses antes de la constitución de la Gran Logia de la Argentina y también participó de la logia San Juan de la Frontera. Formó parte de las comisiones masónicas para ayudar a las víctimas de epidemias, además de organizar el cuerpo masónico de ayuda a heridos, en 1880.
Tras la derrota militar de Urquiza en la batalla de Pavón, ocurrida el 17 de septiembre de 1861, Rawson se instaló en la ciudad de Buenos Aires, a la que llamó el cerebro y el corazón de la República en un brindis en Paraná.
Los políticos porteños, conocedores de las ideas de Rawson, le ofrecieron una banca en el senado provincial, que fue aceptada por el sanjuanino.
Durante su corta estadía en dicha legislatura, se destaca su participación en el debate de un proyecto que autorizaba al poder ejecutivo provincial a invitar a las provincias a reunirse en congreso; en aquella ocasión, un grupo de senadores solicitó que las autoridades nacionales no pudieran establecerse, bajo ninguna circunstancia, en el territorio provincial. Rawson, opuesto a dicha propuesta, sostuvo que las autoridades nacionales y provinciales podrían convivir, durante un tiempo limitado, en el mismo territorio, sin perjuicio de los principios de la constitución nacional. Un tiempo después, Rawson hizo triunfar su posición en el Congreso Nacional.
Cinco meses después, ya en 1862, la legislatura de San Juan lo nombró senador nacional por la provincia; ocupando dicho cargo, se destacó su participación en el debate acerca del lugar de residencia de las autoridades nacionales, durante el cual pronunció dos discursos.
Tras la batalla de Pavón, el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina se unieron como una sola nación; ante este hecho, comenzó a debatirse en qué lugar debían residir, en forma permanente, las autoridades nacionales.
En dichas sesiones, los senadores Valentín Alsina, Salvador María del Carril, Rufino de Elizalde y José María Cullen propusieron que se seleccionara un nuevo territorio para la capital, en el cual las autoridades debían establecerse en un plazo máximo de cinco años, residiendo temporalmente en Buenos Aires; los tres primeros propusieron, en un principio, la federalización de la región de San Nicolás, mientras que Dalmacio Vélez Sarsfield propuso que se hiciera lo dicho con el pueblo de San Fernando.
Rawson, por su parte, sostenía que la federalización de cualquier provincia contrariaba no solo el espíritu, sino la letra del código fundamental, por lo que propuso que las autoridades nacionales y provinciales coexistieran, por un tiempo limitado, en Buenos Aires. Su posición fue sancionada con fuerza de ley al año siguiente, en 1863, manteniéndose vigente hasta 1880.
El 5 de octubre de 1862, Bartolomé Mitre fue electo como Presidente de la Nación y el 12 de octubre asumio como ministro del interior de Mitre .
Durante su epoca como ministro con el apoyo de Mitre se comenzó a hacer uso de las intervenciones federales a las provincias, cuyo objetivo era que el gobierno nacional asegurase la paz en los entes provinciales y tambien este recurso fue utilizado como un instrumento de persecución política, tal como lo expresaría el propio Rawson en 1875, cuando dijo que si los que la piden son nuestros amigos, debe intervenirse, pero si son enemigos de la administración nacional, la intervención no debe concederse.
Obras de gobierno
Tanto Mitre como Rawson sostenían que se necesitaba ampliar la frontera contra el indio, aunque diferían en cómo logralo. Mitre creía que esta estaba delimitaba por la ocupación efectiva y en propiedad de la tierra; además, explicaba que los indios habían recuperado las tierras de los enfiteutas porque estas no habían sido ocupadas.
Rawson, por su parte, creía que la frontera de hierro, constituida por el ferrocarril, coincidía con la colonización del desierto es por esto que desde su cartera impulsó la construcción de líneas férreas, como también de líneas telegráficas y del servicio postal.
Además, Mitre y Rawson vieron con buenos ojos la llegada de inmigrantes, que se producía en forma espontánea y superaba sus expectativas; estos se asentaron principalmente en la provincia de Buenos Aires, aunque otros los hicieron en Entre Ríos y en Santa Fe. Una excepción fue el asentamiento de una colonia de galeses en el valle inferior del río Chubut, la cual fue planificada, y recibió el apoyo de Rawson.
El Congreso Nacional requería un nuevo lugar físico donde sesionar, es por esto que, el 12 de marzo de 1963, Rawson aprobó y firmó los planos y el presupuesto para la construcción del edificio, que estuvo a cargo del arquitecto cordobés Jonás Larguía.
El Palacio Legislativo se ubicaría en la esquina de las calles Balcarce y Victoria (actualmente Hipólito Yrigoyen), donde antiguamente se encontraba el antiguo fuerte de la ciudad.
La inauguración se llevó a cabo el 12 de mayo de 1864, con la presencia del Presidente Mitre, en ese mismo año, Rawson pidió la sanción de una ley que regulara las intervenciones federales a las provincias; en esa ocasión, el sanjuanino dijo que con motivo de las relaciones políticas con las provincias, necesito encarecer nuevamente al Honorable Congreso la urgencia de una ley que, de acuerdo con la Constitución, determine los casos y establezca la manera de que el Gobierno federal debe intervenir en el territorio de las provincias.
En 1863, el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza, más conocido con el apodo de el Chacho, intentó sublevar a las provincias de Cuyo contra la política centralista de Mitre.
Sarmiento, en ese entonces gobernador de San Juan, declaró el estado de sitio y encabezó la lucha contra Peñaloza, quien había invadido la provincia, este fue derrotado en Caucete y se resguardó en Olta, La Rioja, donde fue asesinado por el mayor Pablo Irrazábal; sin embargo, Sarmiento no había ordenado la ejecución.
El gobierno de la nación culpó al gobernador por la muerte de Peñaloza; Mitre sostuvo que la represión debería haber sido policial en lugar de militar, mientras que Rawson pidió la renuncia de Sarmiento, esgrimiendo que sólo el gobierno nacional podía declarar el estado de sitio.
De esta forma, Sarmiento se vio obligado a renunciar a la primera magistratura en 1864. El debate entre Sarmiento y Rawson por la muerte de Peñaloza surgiría nuevamente en 1875, en ocasión del debate de la Ley de Amnistía General.
En 1864, el ministerio acordó con la provincia de La Rioja la construcción de un camino que comunicara la capital provincial con la localidad de Cruz del Eje, en Córdoba; esto le permitiría a la provincia cuyana una comunicación más fluida con la capital cordobesa y con el poblado de Chilecito, también en La Rioja.
El 16 de septiembre, Rawson le comunicó al gobernador Julio Campos que el ministerio había firmado con Raúl Legout la construcción del tramo Cruz del Eje - Llanos del Chañar; el 20 de octubre, Rawson se contactó nuevamente con Campos, comunicándole que el gobierno provincial podía contratar a quien creyera conveniente para la construcción del tramo entre Llanos del Chañar y La Rioja, y que los gastos de la obra serían cubiertos por el ministerio.
Intervención federal en Córdoba
Tras renunciar a la cartera del Interior, Rawson representó a Buenos Aires en la Convención Constituyente de 1870;53 luego ejerció los cargos de diputado y senador nacionalpor su provincia natal, San Juan, a partir de 1870 y de 1874, respectivamente. Tras las epidemias de fiebre amarilla que se sucedieron en Buenos Aires entre 1870 y 1871, Rawson se dedicó al estudio de las epidemias, de las enfermedades y de la higiene; de las epidemias de fiebre amarilla, escribió lo siguiente:
Yo he presenciado, por razón de mi profesión, lo que ha sucedido en la epidemia pasada... Yo recuerdo... la soledad que se hacía en torno de los enfermos. Yo he visto abandonado el hijo por el padre, he visto a la esposa abandonar al esposo; he visto al hermano moribundo abandonado por el hermano.
Rawson colaboró en la redacción del diario franco - argentino El Americano, que se publicó entre mayo de 1872 y junio de 1874. Al ser editado en París, Francia, el periódico poseía colaboradores tanto europeos como americanos; en el primer grupo se destacaban Víctor Hugo, Emilio Castelar y Giuseppe Mazzini, entre otros, mientras que en el segundo sobresalían las figuras de Bartolomé Mitre, Ambrosio Montt Luco, José C. Paz Soldán y la del propio Rawson, entre otros.
Hacia 1873, Bolivia y Perú se enfrentaban con Chile en el marco de la Guerra del Pacífico. Aprovechando la tensión que existía entre Chile y Argentina por los conflictos territoriales en la Patagonia, el gobierno del Perú le propuso al argentino su adhesión al Tratado de Alianza Defensiva, también conocido como Tratado Secreto, firmado entre Perú y Bolivia el 6 de febrero de ese año.
El asunto fue tratado en ambas cámaras del Congreso, y finalmente fue rechazado. Rawson, por su parte, se desempeñaba como diputado y fue uno de los que se manifestó en contra de la adhesión, sosteniendo que una alianza defensiva finalizaría en una guerra, tal como le manifestó a Plácido Sánchez de Bustamante en una carta; además, creía que el Perú intentaba aprovechar las diferencias políticas entre Argentina y Chile en su favor.
No veía beneficios para su país, ya que la superioridad naval chilena bloquearía el comercio, y condenaba una política agresiva contra un país hermano, con el cual se había logrado la independencia.
En 1875, Sarmiento comparó las discusiones políticas que tenía con Rawson con las que sostenía con el político santafesino Nicasio Oroño, ex gobernador de su provincia, diciendo que cuando me operaba el médico, sentía el escalpelo manejado por mano culta y profesional.Esta vez era el "alfajor" del desollador de saladero, que sentía correr por mis costillas.
Ese mismo año, Rawson y Sarmiento se enfrentaron por la Ley de Amnistía General, que buscaba perdonar a los mitristas que tomaron parte en la Revolución de 1874. El proyecto de ley, presentado por el diputado Rafael Igarzábal, fue aprobado por la Cámara de Diputados. Pasó al Senado, donde se le introdujo una pequeña modificación, por lo que regresó a Diputados; se insistió con el proyecto original, que finalmente fue aprobado por la Cámara de Senadores. Sin embargo, se destacó el debate entre Rawson y Sarmiento, en el que afloraron viejas rencillas entre ambos.
El jefe, lo toma, lo mata y pone sobre un palo la cabeza del viejo Chacho con su barba blanca encanecida; y como era conocido por todos, hasta por las plantas que lo rodeaban, lo pusieron para terror y espanto de los demás montoneros. Esto también, esto también fue una irregularidad.
— G. Rawson en el Senado de la Nación Argentina, dirigido a D. F. Sarmiento.
A pesar de la oposición de Sarmiento, el proyecto fue aprobado y sancionado como la ley n.º 714, promovida el 22 de julio de 1875.
En cuanto a la medicina, Rawson fue el primer profesor de higiene del país. Con él se inician los estudios de esta disciplina, en especial con carácter social y vinculados con el aspecto demográfico. Sus lecciones, editadas en París en 1876, se ocupaban en especial de los problemas de higiene en la Argentina y en particular de Buenos Aires. En ese mismo año participó en un Congreso en Filadelfia realizado durante la Exposición del Centenario de EE.UU., presentando su trabajo Estadística vital de la ciudad de Buenos Aires, un desarrollo muy importante para la época.
En abril de 1879, Rawson fue aceptado como miembro de la American Antiquarian Society.
El 12 de agosto de 1864, Jean Henri Dunant organizó el primer grupo de voluntarios para ayudar a heridos de guerra, organización que recibió el nombre de Cruz Roja Internacional; a partir de ese momento, comenzó a expandirse por el mundo con la instalación de agencias y oficinas.10 Ese mismo año, se realizó el Primer Convenio de Ginebra, el cual fue ratificado por el presidente Nicolás Avellaneda en 1879. Al año siguiente, más precisamente el 10 de junio, Rawson y Toribio Ayerza, también médico, fundaron la Cruz Roja Argentina, designándose como primer presidente a Pedro Roberts. Por su labor, tanto Rawson como Ayerza recibieron el título de presidentes honorarios.
En 1883, Rawson publicó su Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires, en el cual analizó las condiciones de vida de quienes habitaban en estas viviendas, también llamadas conventillos; además, sostenía que de ellos surgirían el socialismo, la revolución y el anarquismo.
Hacia 1881, Rawson se vio afectado por una enfermedad ocular, que lo obligó a trasladarse a París para someterse a un tratamiento médico. Residió en Francia durante un año, regresando a la Argentina tras completar el tratamiento. Trabajó principalmente en su Cátedra de Higiene y en su consultorio particular, los cuales no le redituaban muchos beneficios. En 1883, año en que se retiró de la enseñanza, y ante su mala situación económica, el Congreso Nacional le otorgó una pensión honorífica, en mérito a los servicios prestados a la Patria; sin embargo, Rawson no utilizó todo el dinero para su uso personal, sino que destinó parte de este para establecer un premio anual para el mejor trabajo sobre higiene presentado en la Facultad.
Sin embargo, la enfermedad reapareció en 1885 y Rawson regresó a París para continuar con el tratamiento. Cinco años más tarde, el 20 de enero de 1890, Guillermo Rawson falleció en Francia. Dos años después de su muerte, el gobierno nacional repatrió sus restos, traídos por su esposa,erigiéndole un mausoleo en el Cementerio de la Recoleta,7118 con el aval de la Ley N.º 11.230; sin embargo, sus restos fueron depositados, en forma transitoria hasta la finalización del mausoleo, en la bóveda de la familia Llavallol. La inauguración del mausoleo, cuya fundición fue realizada en París por el escultor Carriere Belleuse, hijo del escultor que realizó el mausoleo de José de San Martín en la Catedral Metropolitana, fue inaugurado el 22 de septiembre de 1892.
Por lo que a mí respecta, concretando mi pensamiento y mi sentimiento, puedo dar testimonio de que jamás encontré en la vida, en días de verdadera prueba, un ser tan bellamente dotado, que más se acercase al ideal de la perfección moral.—Bartolomé Mitre.
En ocasión de su sepelio, Bartolomé Mitre dijo que [Rawson fue] superior a las vanidades de la vida y a las pompas de la muerte, fue moralmente grande por instinto y por virtud natural, encontrando la gloria sin buscarla en el camino del deber. El 31 de enero de 1946, y por medio de un decreto presidencial en cumplimiento de la Ley N.º 12.665, se declaró a su sepulcro Monumento Histórico Nacional.