19 de enero de 1765
22 de abril
de 1819
secretario y confidente de Álzaga, por cuyo mandato había entrado en la logia Southern Cross. Dozo pertenencia al Regimiento de la Unión al igual que Peña, y tenían amistad.
El 6 de febrero Peña mantuvo una entrevista con Juan de Dios Dozo. Rodríguez Peña inicia el diálogo expresando que la situación de Buenos Aires era lamentable y que sería imposible derrotar a los ingleses, dueños ya de Montevideo, y que no podrían defenderse de los nuevos invasores. Agregó que lo conveniente era cambiar de medios y de partido para salvaguardar sus vidas, la de sus familias, y "preservar sus patrimonios". Que ya había mantenido charlas con el general Beresford en varias oportunidades y que esperaba que éste los ayudase a independizarse de España, para lo que pretendía obtener el apoyo del partido español en Buenos Aires, el de Álzaga.
La noche del día 7 se efectuó una nueva reunión, esta vez entre Martín de Álzaga y Peña, pero Álzaga denunció la iniciativa obligando a Peña a huir.
Descubierto el plan, Peña organizó la fuga de Beresford, con la condición de que este continuara sus gestiones en Montevideo. Tras la fuga, en Buenos Aires se inició un proceso a los supuestos partícipes, al que Liniers dio término el 4 de octubre de 1808.
Beresford cumplió su promesa de hacer lo posible para avanzar en el plan de Peña, sin mayores resultados dado que Auchmuty se excusó por la falta de órdenes, con lo que Beresford se negó a asumir el mando de la Segunda invasión inglesa al Río de la Plata. Tras el fracaso de la segunda invasión marchó a Montevideo donde gracias a las gestiones de Álzaga se reunió con su familia.
Witelocke embarcó a Peña y su familia en el cútter Olimpic rumbo a Río de Janeiro. El objetivo de Peña era seguir a Inglaterra para contactar a Miranda, pero finalmente permaneció en la capital portuguesa.
En Río, Peña se sumó al proyecto carlotista tendiente a convertir a la infanta Carlota Joaquina de Borbón, mujer del príncipe regente de Portugal y hermana de Fernando VII de España, a la sazón detenido en Bayona por Napoleón Bonaparte.
En carta a la princesa Peña expresa:
"Los Americanos en la forma más solemne que por ahora les es posible, se dirigen à S.A.R. la Señora Doña Carlota Joaquina, Princesa de Portugal é Infanta de España, y la suplican les dispense la mayor gracia, y prueba de su generosidad dignandose trasladarse al Rio de la Plata, donde la aclamaran por su Regenta en los términos que sean compatibles con la dignidad de la una, y libertad de los otros... Aunque debemos afianzarnos y sostener como indudable principio, que toda la autoridad es del Pueblo, y que este solo puede delegarla, sin embargo la creacion de una nueva familia Real nos conduciria á mil desordenes y riesgos. Al contrario la dignidad ya creada, y adornada al presente de tan divinas qualidades, y que separandose absolutamente de la Dominacion Portuguesa se establecerá en esos territorios nos ofrece una eterna felicidad y quantas satisfacciones puede prometerse una nacion establecida afirmada y sostenida con las mas extraordinarias ventajas; añadiendo que sin duda alguna debemos contar con la protección y auxilios de la Inglaterra."
Carta de Saturnino Rodríguez Peña, Río de Janeiro, 4 de octubre de 1808.
Peña mantenía contacto con Miranda y servía de enlace tanto de aquel3 como de Carlota con el partido criollo de la independencia.
El 14 de agosto de 1809 envió a solicitud de Rodrigo Souza Coutinho, Conde de Linhares, Ministro de Negocios Extranjeros de la Corte portuguesa, un memorial en el que tras analizar la situación de España y la rivalidad entre europeos y americanos, plantea el rechazo tanto de las invasiones inglesas como de la previsible política de Baltasar Hidalgo de Cisneros incluyendo el nombramiento de Francisco Javier de Elío y promueve el partido de la Infanta.
Peña llegó incluso a pensar en el apoyo, no ya de la princesa Carlota, sino directamente del príncipe regente, llegando a pedir en carta a Miranda que este le haga llegar armas para levantar milicias cuando el príncipe regente declarara la guerra. Esto provocó intrigas del almirante inglés William Sidney Smith, partidario de la princesa, tendientes a arruinarlo. La opción del apoyo directo de Juan se mostró inviable y Peña sostuvo la de Carlota hasta que perdió todo apoyo en Buenos Aires.
Para enero de 1809 Peña había perdido su fe en la Infanta. En carta a Miranda afirmaba que "se ha abusado vilmente de mis confianzas". También se ha decepcionado del apoyo británico por lo que afirma: "Hemos determinado pues obrar por nosotros mismos, y no someternos...reflexionando nuestros compatriotas sobre sus verdaderos derechos, e intereses se hayan reunido, acordado y resuelto, ... sostener y declarar su independencia absoluta sin la menos relación, ni abatimiento a otra Potencia
En Río vivía con su familia en una pensión de la Rua do Ouvidor y luego en una casa de la Rua de San Pedro N° 40, que se convirtió en foco y refugio de los expatriados de Buenos Aires, por lo que las autoridades del Virreinato del Río de la Plata intentaron en numerosas oportunidades su extradición. A comienzos de 1809, Liniers solicitó su captura y extradición, pero Peña se refugió en una nave inglesa. Comisionó a Felipe da Silva Telles Contucci para llevar a Buenos Aires cartas de Miranda acerca de la independencia, pero Contucci para no comprometerse las remitió por intermedio de Carlos José Guezzi, personaje ambicioso y desacreditado, espía de Liniers en Río y del Conde de Linhares en Buenos Aires.
La situación económica de Peña en Río era difícil y dependió del apoyo inglés y portugués. Recibió una pensión de 300 libras otorgada por el teniente coronel John Whitelocke con carácter de temporaria, pero eventualmente su compañero de exilio, Padilla, la cobró para sí, por lo que en agosto de 1809 revocó el poder en favor de Miranda y consiguió que el ministro inglés Lord Strangford le efectuara un anticipo de los siguientes pagos y que el gobierno británico le enviara 150 libras en mérito a su conducta pasada y presente. El príncipe Juan también le concedió una pensión de 500 pesos anuales, que le permitió salir de la situación de extrema estrechez en que vivía.
En 1814 volvió a Buenos Aires y el 10 de junio recibió el grado de teniente coronel de artillería. Fue enviado a Río para transmitir a Strangford los detalles de la caída de Montevideo. La estancia fue breve y el 21 de julio emprendió el regreso en un viaje costeado por la embajada inglesa trayendo una nota de Strangford en la que urgía el envío de diputados a España para tramitar la paz. El 13 de agosto arribó a Buenos Aires y en septiembre fue nombrado administrador de la Aduana de Montevideo.
Tras la caída de Carlos María de Alvear en abril de 1815, tanto su hermano Nicolás como él sufrieron el embargo y remate de sus bienes. Peña debió exilarse nuevamente, permaneciendo su familia en Buenos Aires. El jefe de la escuadra británica en el Río de la Plata, el comodoro Montagu Fabian efectuó sin resultado gestiones a su favor.
En junio de 1818 sus hijas solicitaron al Congreso Nacional que se le permitiera desembarcar, pero al hacerlo fue detenido. Ese mismo año murió su esposa Gertrudis Amores y varias de sus hijas por la tisis. Murió en Buenos Aires el 22 de abril de 1819.