José Gervasio Artigas nació en Montevideo, que entonces formaba parte del Virreinato del Perú del Imperio Español, el 19 de junio de 1764.
Fue hijo de Martín José Artigas Carrasco y de Francisca Antonia Arnal Rodríguez, según la partida que luce al folio 209 del libro primero de bautismos de la catedral de Montevideo. Su abuelo, Juan Antonio Artigas Ordobas (oriundo de la localidad aragonesa de Puebla de Albortón) y su abuela Ignacia Xaviera Carrasco y Melo-Coutiño, habían sido de los primeros pobladores de la ciudad. Sus abuelos vinieron de Zaragoza, Buenos Aires y Tenerife, en las Islas Canarias. Formaba parte de una de las familias más acaudaladas de Montevideo: su padre era propietario de campos y fue el primer capitán de milicias, desempeñando el cargo de oficial real.
Según consignó en sus memorias el general Nicolás de Vedia,
José Artigas prefirió dedicarse a las tareas rurales. A los doce años se
trasladó al campo, en tierras pertenecientes a su familia. Observando a los
habitantes del lugar —entre ellos, los gauchos— se hizo ágil en el manejo de
las armas y del caballo.
En 1778 su nombre aparece registrado al ingresar en la
Cofradía del Santísimo Rosario. Luego se abre una época indocumentada en la
vida del héroe, de la que apenas se poseen algunas noticias. En sus Apuntes
biográficos sobre don José Artigas, el citado general Vedia, expresa:
Don José Artigas era un muchacho travieso e inquieto y
propuesto a sólo usar de su voluntad; sus padres tenían establecimientos de
campaña y de uno de estos desapareció a la edad como de 14 años y ya no paraba
en sus estancias, sino una que otra vez, ocultándose a la vista de sus padres.
Correr alegremente los campos, changuear y comprar en éstos ganados mayores y
caballadas, para irlos a vender a la frontera del Brasil portugués, algunas
veces contrabandear cueros secos, y siempre haciendo la primera figura entre
los muchos compañeros, eran sus entretenimientos habituales.
La documentación glosada prueba que Artigas, como hijo de su
tiempo, como morador de la pradera oriental, participó en faenas clandestinas y
en el trajín del contrabando, en la zona norte de la Banda Oriental, durante
los años de su mocedad. Vuelve Vedia a mencionarlo en sus Apuntes:
La historia clásica del período de la «reivindicación», negó
siempre el aserto, aduciendo, por lo menos, inocuidad de las probanzas. Lorenzo
Barbagelata, por ejemplo, la vincula a las acusaciones, interesadas y
falsarias, del libelo de Cavia. Eduardo Acevedo, aunque explica largamente el
carácter del contrabando como «ley de la época» y cita la unánime opinión al
respecto de historiadores del más diverso origen, concluye preguntándose donde
están las pruebas de que el jefe de los orientales haya sido contrabandista. De
todas maneras considerando el contexto histórico, no debería despreciarse la
hipótesis de que, siendo una persona de campo, actuara en contra de los
intereses de la Corona cometiendo oportunamente alguna forma de abigeato. Era
en esas épocas una forma de defender los intereses de la familia de los elevados
impuestos y un connato de la rebeldía que demostraría más tarde contra el
régimen realista.
José Artigas también se relacionó con los indios charrúas de
manera intensa. Según diversos investigadores —entre los que se destaca Carlos
Maggi, que expone esta afirmación en su libro El Caciquillo— durante el período
que va desde su adolescencia hasta su ingreso en el cuerpo de Blandengues,
etapa en la cual no aparecen referencias en los registros de la época, Artigas
habría vivido con los charrúas, llegando a tener mujer e hijo dentro de esa
nación. Este hijo, Manuel (el famoso Caciquillo), habría nacido hacia el año
1786, siendo aparentemente, el primogénito del prócer. Varias pruebas
materializadas en cartas y en la actitud de Artigas hacia los indios, y
viceversa, respaldan la existencia de este hijo.
Su vida se habría desarrollado al norte del Río Negro, en las Misiones Orientales, Río Grande del Sur y Santa Catarina. Fue durante esta época que conoció a Isabel Sánchez Velásquez, nacida cerca de 1760 y la primera mujer de Artigas de quien se tenga conocimiento documentado. Separada de su marido Julián Arrúa (con el que tuvo cinco hijos), Isabel y Artigas comenzaron una relación amorosa que duró más de diez años, y de la que nacieron cuatro hijos: Juan Manuel (nacido el 3 de julio de 1791), María Clemencia (nacida el 14 de agosto de 1793 —fallecida en la infancia), María Agustina (nacida el 4 de agosto de 1795 —también fallecida de menor edad) y María Vicenta (nacida el 24 de octubre de 1804). En 1792, Artigas tuvo otro hijo con una mujer desconocida, llamado Pedro Mónico, el cual quedó al cargo de sus abuelos paternos, para quienes fue su nieto favorito.
A poco de fallecer Isabel Sánchez, José Artigas solicitó
licencia en su campamento de Tacuarembó Chico para contraer matrimonio,
arreglado a la usanza de la época, con su prima Rosalía Rafaela Villagrán. La
boda se realizó el 31 de diciembre de 1805. Al tener los novios un parentesco
relativamente próximo, el cura les encomienda mantenerse en la oración,
persignarse, etc. (arrodillados) por tres semanas.
El matrimonio tuvo tres hijos, un varón, José María (nacido
el 24 de setiembre de 1806) y dos mujeres, Francisca Eulalia (nacida el 13 de
noviembre de 1807 —fallecida de pocos meses en 1808) y Petrona Josefa (nacida
en 1809 —fallecida a los cuatro meses en 1810). La muerte prematura de las dos
hijas y una fiebre puerperal mal curada sumieron a Rafaela Rosalía Villagrán en
una grave enfermedad mental (alucinaciones, manías persecutorias, etc.), hecho
que acabó por destruir su matrimonio. Cuidada por una tía de Artigas, Rafaela
Rosalía Villagrán murió finalmente en Montevideo en 1824.
En el Campamento de Purificación donde José Artigas contrajo su segundo matrimonio en diciembre de 1815 (su primer enlace con Rosalía Villagrán había sido anulado a causa de su demencia) con Melchora Cuenca, una lancera paraguaya. Esta mujer, mucho menor que Artigas, conoció al Prócer pues su padre traía víveres a Artigas enviados por la Junta del Paraguay. Fruto de la unión nacieron dos hijos: Santiago (nacido en 1816) y María (nacida en 1819).
A los treinta y tres años, en 1797, José Artigas ingresó
como soldado raso al recién creado cuerpo de Blandengues de Montevideo, una
milicia especialmente autorizada por el rey de España en el virreinato del Río
de la Plata, que tenía como fin de proteger las fronteras. En esta función,
Artigas participó del control de los avances portugueses en la frontera con el
Brasil y en la lucha contra el contrabando y el pillaje.
En 1800 José Artigas cumplió destacada labor en la fundación
de la ciudad de Batovy en las Misiones Orientales, actual estado brasileño de
Río Grande del Sur.
En 1806, ante la primera de las Invasiones Inglesas y la
ocupación de Buenos Aires por el ejército británico, colaboró con Juan Martín
de Pueyrredón y organizó por sí mismo una fuerza de 300 soldados que no
llegaron a entrar en combate.
El conocimiento adquirido hizo que desempeñara la tarea con
éxito, siendo ascendido primero a capitán de milicias, posición alcanzada antes
por su padre y por su abuelo, y luego ayudante mayor.
En 1808 Napoleón aprovechó las disputas por el trono entre
el rey Carlos IV de España y su hijo, el futuro Fernando VII, para intervenir
en el Imperio Español e imponer las abdicaciones de Bayona, por las cuales ambos
renunciaron sucesivamente al trono de España en favor de José Bonaparte, luego
de lo cual Fernando quedó cautivo.
Pero la intervención de Francia desencadenó un levantamiento
popular conocido como Guerra de la Independencia Española (1808-1814) que trajo
incertidumbre sobre cuál era la autoridad efectiva que gobernaba España.
Ante la ausencia de una autoridad cierta en la Metrópoli y
el cautiverio de Fernando VII, los pueblos de Hispanoamérica, bajo la dirección
de los criollos, comenzaron una serie de insurrecciones desconociendo a las
autoridades coloniales. La primera insurrección se produjo el 25 de mayo de
1809 en la ciudad de Chuquisaca, en el virreinato del Río de la Plata, a la que
le siguieron levantamientos en todo el continente para formar juntas de
autogobierno, dando origen a la Guerra de Independencia Hispanoamericana.
El 25 de mayo de 1810 el pueblo de Buenos Aires, capital del
Virreinato del Río de la Plata, depuso al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y
eligió a la Primera Junta para reemplazarlo, dando inicio a la Revolución de
Mayo.
Inmediatamente, el poder español instaló su sede en
Montevideo, importante puerto competidor del de Buenos Aires, y reclamó al
Consejo de Regencia español el envío de un nuevo virrey, tropas y armas para reprimir
el levantamiento.
Ese mismo año, José Artigas, quien por entonces permanecía
en las tropas virreinales y a quien el 5 de setiembre de 1810 se lo había
promovido a capitán de Blandengues por Joaquín de Soria, comandante general de
la campaña de la Banda Oriental, fue enviado a Entre Ríos como comandante de un
contingente militar realista, en un intento de recuperar para los cinco pueblos
entrerrianos insurrectos, pero resultó derrotado por los caudillos locales.
En enero de 1811 llegó a Montevideo el nuevo virrey,
Francisco Javier de Elío. La Primera Junta de Buenos Aires desconoció su
autoridad y le declaró la guerra el 13 de febrero.
El ala radicalizada de la revolución porteña había puesto
sus ojos en Artigas. En el discutido Plan Revolucionario de Operaciones,
atribuido a Mariano Moreno, secretario de la Primera Junta y escrito en agosto
de 1810, se manifestó lo siguiente:
Sería muy del caso atraerse a dos sujetos por cualquier
interés y promesas, así por sus conocimientos, que nos consta son muy extensos
en la campaña, como por sus talentos, opiniones, concepto y respeto; como son
los del Capitán de Dragones don José Rondeau y los del Capitán de Blandengues
don José Artigas; quienes, puesta la campaña en este tono y concediéndoles
facultades amplias, concesiones, gracias y prerrogativas, harán en poco tiempo
progresos tan rápidos, que antes de seis meses podría tratarse de formalizar el
sitio de la plaza.
El 15 de febrero de
1811 Artigas desertó del Cuerpo de Blandengues en Colonia del Sacramento y se
trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios militares al gobierno
revolucionario, que le dio el grado de teniente coronel, 150 hombres y 200
pesos para iniciar el levantamiento de la Banda Oriental contra el poder
español. La fecha en la cual Artigas desertó del ejército realista en Colonia
del Sacramento está hoy establecida con precisión sobre la base de una nota de
la revista de tropas del Cuerpo de Blandengues de Montevideo efectuada al mes
siguiente. Antes de conocerse dicha nota, los historiadores fijaban el 2 o el
11 de febrero como fechas de la deserción. La nota expresa:
José Artigas, capitán de la 3.a Compañía, y Rafael
Ortiguera, fugaron a Buenos Aires el 15 de febrero.
Los pueblos de la América española luchaban por su libertad
y Artigas quería defender esas ideas en la Banda Oriental, y luego del hecho
conocido como Grito de Asencio del 28 de febrero del citado año, la población
rural oriental comandada por Pedro José Viera junto a Venancio Benavides que
habían tomado al siguiente día la villas de Santo Domingo de Soriano y
Mercedes, solicitaron auxilios a la Junta de Buenos Aires que lo mandó a su
tierra con el grado de teniente coronel y unos 180 hombres, a principios de
abril, y a quien Viera entregó su obra, sumándose a la revolución y lanzando
una exitosa revuelta en contra del Reino de España.
El 11 de abril emitió la Proclama de Mercedes y asumió el
mando de la revolución en la Banda Oriental y el 18 de mayo derrotó a los
españoles en la batalla de Las Piedras. Luego inició el sitio de Montevideo y
fue aclamado «Primer Jefe de los Orientales».
En 1812 logró convocar a un congreso nacional en Maroñas y
allí proclamó la Provincia Oriental con gobierno federal, como modelo a seguir
por las demás Provincias Unidas del Río de la Plata.
En las filas artiguistas participaron personajes y caudillos
tan importantes para la posterior historia uruguaya como Dámaso Antonio
Larrañaga, Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe, Fernando Otorgués, Fructuoso
Rivera y Pablo Zufriátegui.
Como consecuencia del armisticio firmado con el virrey
Francisco Javier de Elío por la Primera Junta de Buenos Aires, las tropas
enviadas a la Banda Oriental debieron abandonar dicho territorio, levantando el
sitio de Montevideo.
José Artigas fue nombrado «teniente gobernador, justicia
mayor y capitán del departamento de Yapeyú», entonces en la Provincia de
Misiones, actual Argentina.
Artigas, disgustado por el armisticio y ante la evacuación
de las tropas porteñas, cumplió con su nuevo cargo trasladándose al territorio
misionero, por lo que decidió pasar con sus seguidores a la orilla occidental
del río Uruguay, hecho conocido como el éxodo oriental. Cruzó el río Uruguay
con mil carretas y unas 16.000 personas con sus ganados y pertenencias, en la
primera semana de enero de 1812, instalando su campamento cerca del arroyo Ayuí
Grande, pocos kilómetros al norte de la actual ciudad entrerriana de Concordia,
entonces perteneciente a la jurisdicción de Misiones.
Allí se estableció en un enorme campamento, desde el cual
organizó un gobierno sui generis sobre el territorio que sus hombres alcanzaban
a controlar. Mantuvo correspondencia con pequeños caudillos locales de Entre
Ríos y Corrientes, con lo que aumentó el círculo de los que compartían sus
ideas y que serían base de su futura influencia en el Litoral argentino.
A principios de 1812, roto el armisticio con la retirada de
Elío, las tropas de Buenos Aires reanudaron el sitio de Montevideo. Pero el
jefe político de las mismas, Manuel de Sarratea, hizo todo lo posible para
debilitar las fuerzas de Artigas, lo que llevó a un enojoso conflicto con el caudillo.
Solamente después de la retirada de Sarratea, Artigas se unió al sitio de
Montevideo con sus tropas.
En el campamento de José Artigas fueron electos los
diputados orientales que debían concurrir a la Asamblea General Constituyente
del año XIII a celebrarse en Buenos Aires. Artigas le dio instrucciones a sus
diputados, las que fueron dictadas el 13 de abril de 1813.
Básicamente, Artigas reclamaba:
Los diplomas de los diputados orientales fueron rechazados
por la Asamblea, usando como argumento legal la nulidad de su elección porque
se realizó en un campamento militar y además porque Artigas les había impartido
instrucciones, a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana.
A continuación, el general José Rondeau hizo reunir un
segundo congreso, que eligió nuevos diputados a la Asamblea, en una capilla
junto a su propio campamento, cuidando de elegir a diputados contrarios a la
influencia de Artigas.
Ante este atropello a la voluntad popular, Artigas abandonó
el sitio de Montevideo a mediados de enero de 1814. Se dirigió a la costa del
río Uruguay, desde donde sus partidarios lanzaron una serie de campañas para
controlar el interior de la Banda Oriental y Entre Ríos. La expedición enviada
desde Paraná para enfrentarlo fue derrotada en Entre Ríos por su lugarteniente
Eusebio Hereñú.
Tras el retiro de Artigas del sitio de Montevideo, el
unitario Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
Gervasio Antonio Posadas, firmó un decreto el 11 de febrero de 1814, declarando
a Artigas «traidor a la Patria». Se lo acusó de conspirar contra la unidad de
los patriotas rioplatenses que luchaban para tomar Montevideo, el principal
bastión realista en el Río de la Plata, y de esa manera contradecir los planes
revolucionarios para continuar la guerra contra los realistas en el Alto Perú.
Art.1 - Se declara a don José Artigas infame, privado de sus
empleos, fuera de la Ley y enemigo de la Patria.
Art. 2 - Como traidor a la Patria será perseguido y muerto
en caso de resistencia.
Art. 3 - Es un deber de todos los pueblos y las justicias,
de los comandantes militares y de los ciudadanos de las Provincias Unidas
perseguir al traidor por todos los medios posibles. Cualquier auxilio que se le
dé voluntariamente será considerado como crimen de alta traición.
Se recompensará con seis mil pesos a los que entreguen la
persona de don José Artigas vivo o muerto.
En cuanto a su vida
personal, en 1813, Artigas procreó otros dos hijos naturales: una niña, María
Escolástica (nacida el 10 de febrero de 1813), cuya madre fue una misionera
guaraní, y un niño, Roberto (nacido a fines de 1813), hijo de María Matilda
Borda, viuda de Antonio Altacho (muerto en 1808) y dueña de una pulpería y
almacén de ramos generales.5 Mientras que María Escolástica fue adoptada por
el matrimonio Lorenzo Centurión y Francisca Basualdo y toma su apellido,
Roberto es reconocido por Artigas, como consta en su acta de bautismo en Las
Piedras.
En 1814 José Artigas organizó la Unión de los Pueblos
Libres, de la que fue declarado «protector».
Para continuar con el sitio de Montevideo, que se encontraba
en poder de los realistas, el Director Supremo, Posadas, nombró al general
Carlos María de Alvear comandante del ejército de las Provincias Unidas en
reemplazo de José Rondeau. Alvear asumió el mando de sus tropas después de la
victoria naval del patriota Guillermo Brown frente a Montevideo, y rápida y
exitosamente negoció la entrega de la plaza la que se rindió a discreción el 20
de junio de 1814. La caída de Montevideo en poder del Directorio produjo una
muy importante alteración de la geografía de la revolución en el área del Río
de la Plata que benefició a los revolucionarios.
Tras varios meses de enfrentamientos militares entre el
Directorio, en una guerra civil desarrollada en Corrientes, Entre Ríos y la
Provincia Oriental, la victoria de Fructuoso Rivera en la batalla de Guayabos
en enero de 1815, obligó al Director Supremo Carlos María de Alvear a evacuar
Montevideo, entregándola al segundo de Artigas, Fernando Otorgués.
Alvear, decidido a gobernar sobre las provincias del Río de la Plata sin oposición, ofreció a Artigas la independencia de la Provincia Oriental. Artigas la rechazó y ayudó a los federales de Corrientes y Santa Fe a luchar contra la tutela del Directorio, tratando de imponer una nueva forma de estado: el federalismo, que hasta este entonces era ajeno al sistema existente en el Río de la Plata.
Las victorias de Artigas facilitaron la sublevación de
Fontezuelas comandada por Ignacio Álvarez Thomas y la caída de Alvear, el 3 de
abril de ese año. Pero las relaciones con su sucesor, el Director Supremo
Álvarez Thomas, siguieron siendo tirantes y violentas. No obstante, éste no
intentó volver a someter a su gobierno a la Provincia Oriental.
En mayo de 1815, Artigas instaló su Campamento de
Purificación, unos cien kilómetros al norte de la ciudad de Paysandú, cerca de
la desembocadura del arroyo Hervidero, que desagua en el río Uruguay, y a unos
siete kilómetros de la llamada Meseta de Artigas. El Campamento de Purificación
se transformó de hecho de la Liga Federal. El comerciante escocés John Parish
Robertson, que lo visitara en aquel entonces, describió así el sitio:
Tenía alrededor de 1500 seguidores andrajosos en su
campamento que actuaban en la doble capacidad de infantes y jinetes. Eran
indios principalmente sacados de los decaídos establecimientos jesuíticos,
admirables jinetes y endurecidos en toda clase de privaciones y fatigas. Las
lomas y fértiles llanuras de la Banda Oriental y Entre Ríos suministraban
abundante pasto para sus caballos, y numerosos ganados para alimentarse. Poco
más necesitaban. Chaquetilla y un poncho ceñido en la cintura a modo de kilt escocés,
mientras otro colgaba de sus hombros, completaban con el gorro de fajina y un
par de botas de potro, grandes espuelas, sable, trabuco y cuchillo, el atavío
artigueño. Su campamento lo formaban filas de toldos de cuero y ranchos de
barro; y éstos, con una media docena de casuchas de mejor aspecto, constituían
lo que se llamaba Villa de la Purificación.
El 29 de junio de 1815 se reunió en Concepción del Uruguay,
Entre Ríos, el «Congreso de los Pueblos Libres» llamado Congreso de Oriente.
Fue convocado por Artigas para tratar sobre el arreglo con Buenos Aires ante la
creencia de que estaba por llegar una expedición naval española pero algunos
historiadores sostienen que en la sesión inaugural del 29 de junio de 1815 se
realizó una declaración de independencia nacional de las provincias de Córdoba,
Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe y la Provincia Oriental de todo
poder extranjero, aunque esta posición no puede ser demostrada documentalmente
debido a que las actas del congreso —si es que las hubo— se habrían perdido.
Artigas Envió una delegación a Buenos Aires con la premisa
de mantener la unidad basándose en los principios de: «La soberanía particular
de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de
nuestra revolución; la unidad federal de todos los pueblos e independencia no
solo de España sino de todo poder extranjero (...)». Los cuatro delegados
fueron detenidos en Buenos Aires, y el nuevo director ordenó invadir Santa Fe.
Artigas ratificó entonces el uso de la bandera creada por
Manuel Belgrano, añadiéndole un festón diagonal punzó, siendo el rojo punzó
desde entonces el signo del federalismo en la Argentina. Artigas la llamó «el
Pabellón de la Libertad».
El 9 de julio de 1816 se declaró en el Congreso de Tucumán
la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero en el
mismo, con excepción de Córdoba, no fueron representadas las provincias
pertenecientes a la Liga de los Pueblos Libres, que estaban bajo la autoridad
de José Artigas.
El constante crecimiento de influencia y prestigio de la
Liga Federal atemorizó tanto a los unitarios de Buenos Aires y Montevideo como
al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. En agosto de 1816 numerosas
tropas luso-brasileñas invadieron la Provincia Oriental, con la complicidad
tácita de los unitarios que se habían fortalecido en Buenos Aires y del embajador
porteño en Río de Janeiro. Con la intención de destruir al caudillo y su
revolución, las tropas luso-brasileñas atacaron por tierra y mar. Junto a
Artigas, participaron en la defensa de su provincia sus lugartenientes Juan
Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués, Andrés Latorre, Manuel Oribe, el
misionero Andrés Guazurarí, apodado «el indio Andresito». En cuanto a Fructuoso
Rivera, este luchó contra Carlos Federico Lecor hasta 1820 cuando se plegó al
ejército portugués luego de la derrota. Poco tiempo después el mismo Fructuoso
Rivera entró junto a los montevideanos del "Club del Barón" a
conspirar para dar muerte a Artigas.
Debido a su superioridad numérica y material, las fuerzas
luso-brasileñas al mando de Lecor vencieron a Artigas y sus lugartenientes y
ocuparon Montevideo, el 20 de enero de 1817, aunque la lucha continuó por tres
años en el medio rural.
Indignado por la pasividad de los unitarios de Buenos Aires,
Artigas les declaró la guerra, al tiempo que enfrentó a los luso-brasileños con
ejércitos que se vieron diezmados por sucesivas derrotas.
Después de tres años y medio de resistencia, la batalla de
Tacuarembó, de enero de 1820 significó la derrota definitiva de Artigas, que
debió abandonar el territorio oriental, al que ya no volvió. Varios de sus
lugartenientes cayeron prisioneros o abandonaron la lucha. Fructuoso Rivera,
por su parte, se pasó al ejército brasileño de ocupación.
Casi al mismo tiempo, los integrantes de la Liga Federal,
Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, y Estanislao López, gobernador de
Santa Fe, lograron finalmente la victoria sobre los unitarios. La batalla de
Cepeda forzó la caída del Directorio. Pero la esperanza duró poco, ya que ambos
caudillos, al saber del casi aniquilamiento de las tropas de Artigas, entraron
en acuerdos con el nuevo gobernador porteño, Manuel de Sarratea, firmando con
él el Tratado del Pilar. Aunque tal tratado consideraba pedir su aprobación a
Artigas, el oriental se consideró afrentado al no haber sido consultado por los
suscriptores del tratado.
Después de la batalla de Tacuarembó, el derrotado Artigas se
instaló en Entre Ríos, donde entró en serios conflictos con Francisco Ramírez,
quien no aceptó la hegemonía del caudillo oriental en su provincia. Con apoyo
del gobierno porteño, Ramírez inició una campaña contra Artigas. Fue derrotado
en una pequeña batalla, pero logró derrotarlo en la batalla de Las Tunas, cerca
de Paraná.
Rodeado por todos lados por los lugartenientes de Francisco
Ramírez y viendo su causa definitivamente perdida, el 5 de septiembre de 1820,
José Artigas cruzó el río Paraná hacia el exilio en Paraguay, dejando atrás su
patria y su familia.
El dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia le
dio refugio, pero cuidó que no conservara ninguna influencia política, ni
mantuviera correspondencia con nadie fuera del Paraguay. Su único acompañante
durante el resto de su vida fue el Negro Ansina.