Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, nacido en Buenos Aires el 4 de octubre de 1868,descendía de una acaudalada familia de origen español y de gran trayectoria política: su bisabuelo Diego de Alvear y Ponce de León, español, nacido el 13 de noviembre de 1749,4 participó en la fijación de límites con el Brasil y llegó a ser brigadier general de la Real Armada Española en 1770. En 1804, cuando se encontraba regresando a España, buques ingleses atacaron su barco, de resultas de lo cual fallecieron todos los miembros de su familia, excepto él y su hijo Carlos María.5
Su abuelo Carlos María de Alvear llegó a ser director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y comandante del Ejército nacional en la guerra del Brasil. Casado con una andaluza, tuvo diez hijos,6 de los cuales el quinto fue el padre de Marcelo, Torcuato de Alvear, nacido en Montevideo en 1822, que fue el primer intendente de la ciudad de Buenos Aires.
En 1854, Torcuato de Alvear había contraído matrimonio con María Elvira Dolores Pacheco, hija del general Ángel Pacheco, con la que tuvo siete hijos, de los cuales tres fallecieron en plena infancia. Los hijos supervivientes tuvieron el nombre de Carmen, Ángel, Carlos y Marcelo, respectivamente. Carlos Torcuato de Alvear fue, como su padre, intendente de Buenos Aires.
La juventud de Alvear fue la típica de la de un joven de la aristocracia. Frecuentaba los distintos circuitos de la noche porteña, los cuales iban desde los respetables teatros del centro de la ciudad de Buenos Aires a lugares de encuentro de dudosa reputación.
Ingresó en el Colegio Nacional de Buenos Aires en el año 1879 siendo sus estudios muy irregulares: terminó segundo y tercer año solo en 1881; dos años después, el cuarto y quinto, concluyendo sus estudios en 1885; sin embargo, había terminado el bachillerato en el Colegio Nacional de Rosario.
En febrero de 1886 solicitó al doctor Manuel Obarrio, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, que lo matriculase como estudiante regular para estudiar Derecho. En ese mismo año fracasó en Introducción al Derecho, pero aprobó Derecho Internacional Público. Fue rindiendo las materias con regularidad, sin aplazos y con altas calificaciones, sobre todo en los cursos sobre derecho civil , hasta que finalmente en 1891, apenas un año después del fallecimiento de su padre, obtuvo su diploma de abogado.
El joven Alvear, junto a sus compañeros de estudio y amigos —entre los cuales se encontraban los futuros políticos radicales José Luis Cantilo, Fernando Saguier y Tomás Le Breton— integraron un grupo con cierta fama de alborotadores públicos. Algunos de esos altercados terminaron incluso con algunos de los integrantes de la banda en la cárcel.10
Alvear se encargó de organizar el meeting en el Jardín Florida el 1 de septiembre de 1889. La concurrida reunión ayudó a popularizar a Leandro N. Alem, y fue el lugar en donde se llegó a idear la Revolución del Parque.
A finales del siglo XIX, muchos jóvenes como Alvear fueron partícipes de ejercicios bélicos ante un eventual conflicto armado con Chile por diferentes interpretaciones del Tratado de 1881 que establecía los límites territoriales con Chile, lo que además produjo una carrera armamentística entre ambos países, aunque el conflicto nunca sucedería. En su breve paso por el ejército llegó al grado de teniente coronel. Además, entre 1896 y 1897 llegó a comandar el 4.º Regimiento de Infantería dotado de ochocientos soldados y dividido entre el 1.º y 2.º batallón bajo las órdenes del teniente coronel Tiscornia, con el que tomó parte en las maniobras militares de Curú Malal, cerca de Pigüé.
Alvear tuvo una destacada actuación al organizar con éxito
el meeting en el Jardín Florida el 1 de septiembre de 1889, reunión que ayudó a
popularizar entre la juventud porteña a Leandro N. Alem, quien se encontraba
retirado de la vida política desde los años 1880. En esta reunión también se
ideó la Revolución del Parque.
Alvear se encargó de la organización del evento, el cual
tuvo gran concurrencia. Inmediatamente después de la reunión en el Jardín
Florida Alvear, comenzó a trabajar como secretario de Alem, y lo acompañó
también tras la fundación en 1890 de la Unión Cívica. A su vez fue vocal y
luego presidente del Club del Socorro, miembro de la Comisión Directiva de la
Unión Cívica y secretario de su Comité Nacional. No existen muchos registros de
la actuación de Alvear en la Revolución del Parque, ya que este actuó de forma
anónima.
Este levantamiento cívico militar produjo la renuncia del
presidente Miguel Ángel Juárez Celman, reemplazado por el vicepresidente Carlos
Pellegrini. Fue en vísperas de esta revolución cuando Aristóbulo del Valle
propuso como jefe de policía para la ciudad de Buenos Aires a un pariente de
Alem, Hipólito Yrigoyen, quien había sido comisario. Esto puso a Yrigoyen en
contacto con varias personalidades del civismo como Alvear, Le Breton,
Apellániz y Senillosa. Alvear e Yrigoyen se siguieron viendo en el Café de
París y en reuniones de comités. Yrigoyen siempre conservaría un especial
aprecio por Alvear, incluso en los últimos años de su vida, aun cuando años
atrás ambos dirigentes radicales estuvieron enfrentados.
Alvear comenzó a organizar comités, participó en
revoluciones, recorrió el interior del país para realizar giras, y planificó
reuniones y acciones de propaganda. Este tipo de vida política no era
excepcional para un joven con su origen social.
Los firmantes de los sucesivos encuentros de 1889 y de los
años inmediatamente posteriores fueron también miembros de familias más
tradicionales, quienes se empezaban a lanzar a la acción política. Luego de la
Revolución del Parque decidió asistir al curso que daba el crítico literario
Ferdinand Brunetière en la Universidad de París, ya que el joven consideró que
su cultura era escasa.
A mediados del año 1891 se produjo la división de la Unión
Cívica, entre los partidarios de Leandro N. Alem y los de Bartolomé Mitre;
Alvear —cuyo padre había sido autonomista— eligió quedarse del lado de Alem, y
fue uno de los firmantes del manifiesto de 2 de julio de ese año, acta
fundacional de la Unión Cívica Radical. Ese mismo año, Alvear acompañó al
caudillo radical en una gira por el interior del país para lanzar la fórmula
Bernardo de Irigoyen-Juan M. Garro.
Era la primera vez que Alvear salía de Buenos Aires, y el
joven aristócrata vivió el delirio popular de la gente en los actos políticos,
como también las amenazas de agresiones hacia los dirigentes radicales. Fue en
Jujuy donde trabó amistad con Remigio Lupo y Delfor del Valle. La gira terminó
cuando el 2 de abril de 1892 la policía detuvo a todos los dirigentes radicales
presentes. Alvear fue apresado por primera vez en su vida: primero fue
confinado en la corbeta La Argentina, después lo trasladaron a la cañonera
Paraná, junto a Juan Posse, Julio Arraga y Celindo Castro. Una vez que fueron
trasladados al pontón Rossetti, donde se encontraban apresados todos los
dirigentes radicales, incluyendo a Alem, los presos fueron deportados a
Montevideo. El 27 de mayo regresó al país.
En las elecciones de gobernador de Buenos Aires que se
desarrollaron en 1892, el Comité de la provincia de Buenos Aires le había
encomendado la dirección del partido en Chacabuco. En seguida, Alvear comprobó
que existía un "arreglo" entre el comisario y el caudillo
conservador. El dirigente radical se dirigió a la comisaría, cuenta Félix Luna
en Alvear:
— No le haga caso, comisario...
Pero el joven delegado [Alvear] se hace respetar. Se quita
su chalina de vicuña y golpea con ella el rostro del insolente.
— ¡Fuera de acá...! ¡Fuera de acá...! —repite, rojo de ira,
llevándolo hacia la puerta, mientras la mano izquierda, en el bolsillo del
saco, se cierra firmemente sobre un innegable revólver.
— Calma, doctor... Tranquilícese, doctor... —es lo único que
atina a decir el comisario, mientras Marcelo echa a ponchazos y empujones al
entrometido.
Y cuentan las crónicas locales que esa vez en Chacabuco, no
hubo fraude...
Félix Luna.
Durante la tarde del
30 de julio de 1893 un emisario le informó al joven Alvear, que se encontraba
en el palco del Teatro Lírico, que en media hora debía partir para participar
de la revolución radical.
Se retiró en horas de la noche y, con la ayuda de Aurelio
Bagú como guía junto a otros jóvenes, tomaron la comisaría de Temperley. Tres
días después llegó Hipólito Yrigoyen con 1500 hombres, luego de sublevar todo
el centro de la provincia de Buenos Aires. Yrigoyen, junto a cuatro mil
hombres, ingresaron a la ciudad, donde fueron ovacionados por sus habitantes.
El 4 de agosto el jefe de la rebelión creó varios batallones para defender su
asentamiento en Temperley. El 7 del citado mes se reunió en Lomas de Zamora el
Comité de la Provincia para elegir al gobernador provisorio, designando para el
cargo a Juan Carlos Belgrano, quien nombró a Alvear ministro de Obras Públicas.
Este gobierno provisorio duraría solo nueve días. Cuando el gobierno mandó
tropas para intervenir, Belgrano no opuso resistencia y entregó el poder al
interventor Eduardo Olivera.
El 1 de julio de 1896 se suicidó Leandro N. Alem. Alvear,
colaborador cercano de Alem diría al respecto unas décadas después:
Leandro Alem fue el tribuno que con su temperamento
romántico concibió esta gran fuerza y se entregó a ella enteramente. El destino
lo quebró en un momento de amargura, tal vez dudando de que la obra a la que
entregaba su vida pudiera realizarse: ¡triste destino!. Por eso su memoria tiene
contornos trágicos de emoción profunda para todos los radicales.
Alvear, 1937
En un momento de 1897, Lisandro de la Torre retó a un duelo
de esgrima a Hipólito Yrigoyen. Alvear se vio abocado a la tarea de —en el
lapso de unos pocos días— enseñarle algunos aspectos básicos de esgrima a
Yrigoyen, puesto que este desconocía aquella disciplina. El duelo se produjo el
día 6 de septiembre Yrigoyen salió victorioso y le produjo varios cortes en
la cara a De la Torre.
En 1898, Alvear conoció a la soprano portuguesa Regina Pacini, su futura esposa, cuando ella estaba dando una temporada en Buenos Aires, en el Teatro Municipal General San Martín. Sin embargo, un primer intento de cortejarla no tuvo éxito. Así, Alvear partió hacia Europa en el más prolongado viaje de los numerosos que había realizado, decidido a ir tras la soprano portuguesa, llegando incluso a seguirla por toda Europa, pues la «persecución» duraría ocho años.
En aquella época no estaba bien visto que un aristócrata se casara con una artista. Ángel de Alvear —hermano de Marcelo— le pidió a Tomás Le Breton que hiciese recapacitar a su hermano de casarse con «una cantante». Existió cierta hostilidad por parte de la alta sociedad porteña hacia Regina. Sería, paradójicamente, el general Julio Argentino Roca quien ayudó a disipar ese ambiente, nombrando al futuro matrimonio «invitados de honor» en una recepción en su hogar.
Finalmente se casaron a las siete de la mañana de un sábado 29 de abril de 1907 en la iglesia lisboeta de Nuestra Señora de la Encarnación. Luego de casarse, Alvear vivió varios años en París, en donde siguió manteniendo contacto con Hipólito Yrigoyen y otros miembros de la Unión Cívica Radical como Leopoldo Melo, Vicente Gallo, Fernando Saguier y Tomás Le Breton.
El matrimonio se radicó en la finca llamada Coeur Volant —un regalo de bodas que Alvear le había hecho a su esposa Regina— situada en Louveciennes, al oeste de París, adonde se mudaron también varios familiares del terrateniente. Desde aquel momento, gracias a la herencia millonaria que poseía Alvear, el matrimonio vivió sin ocupación conocida. Regina, nacida en la rúa de Loreto de la ciudad de Lisboa y de ascendencia italiana y andaluza, habría de tener en el futuro un papel cultural destacado durante la presidencia de su esposo de Argentina. Alvear había heredado tierras en General Pacheco y San Isidro: tres estancias, ganado y una importante suma monetaria. Hasta llegar a dedicarse a la política, vivió de estos bienes, los cuales se fueron vendiendo poco a poco. El matrimonio no tuvo hijos.
En 1912 se sancionó la ley Sáenz Peña, de voto universal,
secreto y obligatorio que era un reclamo de desde hacía años del radicalismo y
fue aplicada en los comicios para renovar diputados, de modo que la UCR decidió
levantar su tradicional abstencionismo. El radicalismo ganó en la provincia de
Santa Fe y en la ciudad de Buenos Aires. En el listado de candidatos a
diputados se encontraba en tercer lugar Alvear, que ganó la banca para el
periodo de 1912 a 1916, a pesar de que en ese momento estaba residiendo en
París y no había participado de la campaña. Al regresar al país fue nombrado
presidente del Jockey Club.
Durante su periodo como diputado presentó proyectos para la
reglamentación del código civil, debatió sobre la organización del ejército,
apoyó la iniciativa de hogares de bajo costo (conocida como ley Cafferatta n.°
9677) impulsada por Juan Félix Cafferata, y la de responsabilidades e
indemnizaciones por accidentes de trabajo (ley n.° 9688).
También apoyó, junto a los diputados Carlos Saavedra Lamas,
Julio Argentino Pascual Roca, Lisandro de la Torre y José Félix Uriburu, una
ley para crear un cuerpo de Gendarmería que protegiera las fronteras
argentinas, aunque el proyecto finalmente no habría de prosperar. Durante su
periodo como legislador tuvo cruces con la oposición por ingresar tarde al
recinto parlamentario.
Las primeras elecciones presidenciales con la nueva ley de
voto secreto se llevaron a cabo en 1916. La Unión Cívica Radical ganó por
amplio margen bajo la fórmula Yrigoyen-Martínez. El nuevo presidente le propuso
en privado el cargo de ministro de Guerra, pero Alvear lo rechazó. Entonces le
ofreció ser embajador en Francia, cargo que aceptó y conservó hasta 1922.
Durante el lustro que duró la Primera Guerra Mundial, Alvear
cumplió misiones para ayudar a los aliados en París, donando junto a su esposa
Regina Pacini un hospital de guerra y un banco de sangre, donde Pacini se
encargaba de atender a los heridos. Los fondos para ello fueron conseguidos
gracias a los contactos que tenía Alvear. Por ejemplo, cuando el militar
francés Joseph Joffre le sugirió al embajador argentino instalar un pabellón
argentino en la ciudad universitaria de París, Alvear consiguió costear la obra
gracias a las contribuciones de Otto Bemberg.
También ayudó en las gestiones para la venta de cosechas a
los aliados durante la Gran Guerra. Aquí aparecieron las primeras diferencias
entre Alvear e Yrigoyen: cuando este último sostenía que Argentina debía
mantener una posición neutral, Alvear se mostraba a favor de que el país se
declare al bando de la Triple Entente.
El 20 de enero de 1920, poco tiempo después de que se
firmara el tratado de Versailles, Georges Clemenceau —presidente del Consejo
Supremo de la Sociedad de Naciones— le envió un telegrama al presidente
Hipólito Yrigoyen, el que invitaba a la Argentina a participar del Pacto de la
Sociedad de las Naciones. Así, el poder ejecutivo nombró a la delegación
integrada por Honorio Pueyrredón, Marcelo T. de Alvear, Felipe Pérez, Roberto
Levillier y Daniel Antokoletz. Las instrucciones básicas que mandó el
presidente argentino eran que en el futuro no se debería discriminar entre
naciones beligerantes y neutrales para los Estados que formasen parte de esta
Sociedad, y que Argentina no apoyaría la guerra de conquista, por lo que
repudiaría cualquier apropiación de territorio, además de respetarse la
libertad de mares y el principio de la autodeterminación de los pueblos, entre
otros puntos.
Cuando Pueyrredón planteó estos puntos a sus compañeros en
París, hubo discrepancias y al llegar el momento en donde la comisión argentina
debía plasmar sus planteos, Pérez y Alvear se negaron a que se propugnase la
admisión a todos los países de la Liga.
Pueyrredón intentó defender la posición de Yrigoyen pero,
influenciado por sus compañeros, pensó que la Sociedad quizás terminara
aceptando a los países derrotados sin necesidad de insistir. A los tres días
llegó un telegrama de Buenos Aires escrito por Yrigoyen, en donde se decía que
de seguir con esa postura, la comisión debía dar por terminada su misión.
Alvear respondió con un telegrama ratificando su posición, pero esta vez no
obtuvo respuesta. Al otro día, Pérez y Alvear emitieron otro telegrama en el
que expusieron de nuevo el conjunto de sus discrepancias, pero tampoco
obtuvieron contestación.
La delegación partió de Ginebra el 6 de diciembre del citado
año. Por este episodio Alvear estuvo a punto de dejar su cargo, pero Yrigoyen
le mandó un telegrama que le hizo cambiar de idea.
En uno de los telegramas que envío el presidente Yrigoyen
decía: "Hay que ser radical en todo y hasta el fin, levantando el espíritu
sobre el medio y el ambiente, cualquiera que estos sean, teniendo muy presente
siempre que la Argentina... no debe identificarse sino con proposiciones
perdurables de la esencialidad determinante del Congreso". Aunque el
mensaje estaba dirigido para Pueyrredón, tácitamente su destinatario era
Alvear.
En 1920 comenzaron las gestiones para la creación del Comité
Pro-Juegos Olímpicos de Amberes precedida por Alvear, y bajo la vicepresidencia
de César Viale, y con la secretaría de Eugenio Pini. El 12 de enero del citado
año, la comitiva solicitó al Congreso un subsidio para paliar los gastos del
viaje. El Senado trató el proyecto, pero el mismo no prosperó, y por ello
Argentina no pudo participar de los Juegos de Amberes.
Tras el primer gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, se
planteaba el problema de la sucesión presidencial. Ante las disputas en el seno
del partido, en marzo de 1922 la Convención Nacional de la UCR, pese al
episodio de la comisión en Ginebra que ventiló el hecho de las diferencias
ideológicas, Yrigoyen resolvió dar apoyo a Alvear, en ese momento embajador en
Francia, y miembro de la facción más conservadora de la UCR, de origen social
patricio y terrateniente, y con pocos vínculos con la base popular del partido.
La Convención Nacional lo eligió candidato en marzo de 1922
por 139 votos contra 33 (que reunieron diversos candidatos). La fórmula
Alvear-Gónzalez triunfó sobre el binomio Piñero-Núñez en las elecciones del 2
de abril de 1922, imponiéndose en todos los distritos a excepción de
Corrientes, Salta y San Juan,11 con lo que posibilitó a Alvear acceder a la
presidencia ganando con el 47,5 % de los votos, o sea 419 172 votos. El 12 de
junio, 235 electores radicales sobre 88 opositores consagraron como presidente
de la nación a Alvear, que aún residía en Francia.
En el viaje de regreso de Francia a Argentina a bordo del
buque francés Massilia, Alvear visitó varios países europeos e hizo escalas en
Río de Janeiro (Brasil) y Uruguay, aceptando invitaciones en su carácter de
presidente electo. En septiembre retornó finalmente a la Argentina; a su
llegada fue recibido por su predecesor, con quien se abrazó en la cubierta del
barco que lo traía de regreso.
Marcelo Torcuato de Alvear asumió la presidencia de
Argentina el 12 de octubre de 1922, pero su gabinete provocó una mala impresión
entre muchos radicales, ya que casi ninguno de los ministros era partidario del
expresidente, aunque se trató, en la mayoría de los casos, de personalidades de
reconocida capacidad intelectual.
Por este motivo
comenzó el distanciamiento entre Alvear e Yrigoyen. Ciertos nombramientos de
ministros resultaron sorpresivos, como fue el caso del almirante Manuel Domecq
García, ferviente represor de las manifestaciones en huelga durante el gobierno
de Yrigoyen, como así también el nombramiento del general Agustín Justo.
La radio argentina trasmitió la ceremonia del traspaso del
mando, y por primera vez en la historia de la Argentina se escuchó la
voz de un presidente por radio.
Su oratoria fue una excepción al paradigma «amigo-enemigo» presente en los
discursos políticos de 1916 a 1986.
El
domingo siguiente a la asunción, Alvear visitó el Jockey Club. Habían
pasado seis años desde que un presidente no asistía allí, pues Yrigoyen se
rehusaba a hacerlo. El gabinete de Alvear asistió en pleno a una interpelación
en la Cámara de Diputados, cuando los ministros no concurrían por lo menos
desde 1919.
El 1 de mayo de 1923 Alvear leyó el discurso presidencial. A
las 20:00 h, Alvear tomó su auto y manejó hasta el barrio de Constitución a
casa de Yrigoyen, quien lo invitó a cenar.
Una vez finalizado su gobierno, Alvear se radicó en 1930 en
París, ciudad que le apasionaba personalmente. Instalado en Europa, sus
allegados le mandaron cartas desde Argentina explicándole la caótica situación
en que se encontraba la política del país, como la deteriorada figura de
Hipólito Yrigoyen. Así fue como se enteró del golpe de Estado de José Félix
Uriburu. Este hecho no le había sorprendido, ya que la crisis económica de 1929
y la falta de reacción por parte de un Yrigoyen anciano y enfermo habían
deteriorado rápidamente su poder.
Cabe destacar que durante el lapso de 1928 hasta que
aconteció el golpe en 1930, Alvear se informó de la situación política
argentina solo por medio de las numerosas cartas que le mandaban sus amigos —en
la mayoría de los casos de los antipersonalistas más contrarios a Yrigoyen— que
en gran parte le describieron una situación mucho más caótica de lo que realmente
era.
En marzo de 1931 el gobierno militar convocó a elecciones de
gobernador en la provincia de Buenos Aires, que debían concretarse el 5 de
abril. El radicalismo se encontraba desorganizado y dividido; a mediados de
marzo se logró constituir la Convención Provincial. Fernando Saguier, Roberto
Marcelino Ortiz, Vicente Gallo, Carlos Noel y Jose P. Tamborini telefonearon a
París para avisar a Alvear que propiciarían su nombre en la Convención
Provincial. Pero los delegados terminaron eligiendo a Honorio Pueyrredón. El
escrutinio de las elecciones empezó recién el 8 de abril, y dio la victoria al
radicalismo, resultando vencedores Pueyrredón y José María Guido.
Durante el liderazgo de Alvear, la UCR mantuvo una postura
internacional de cuestionamiento a los regímenes totalitarios de la Italia
fascista, la Alemania nazi y la Unión Soviética, y participó activamente en
apoyo a la República durante la Guerra Civil española.
El 11 de abril de 1931 Alvear se embarcó rumbo a Buenos Aires,
adonde llegó el día 25, recibido en el puerto por unas 6000 personas, entre las
cuales estaban el general Justo y un edecán representando al presidente de
facto José Félix Uriburu.
Alvear se entrevistó con Uriburu, quien le dijo al dirigente
radical que podría volver a acceder a la presidencia, siempre y cuando le
garantizase que en su lista no hubiese yrigoyenistas; pero Alvear rechazó esa
propuesta y comenzó las gestiones para unificar el radicalismo en torno a su
figura.
El 16 de mayo de 1931 apareció el Manifiesto del City, en el
que se convocaba al radicalismo de todo el país a la reorganización «dignamente
fortificada en la adversidad». El 28 del mismo mes se organizó la Junta del
City, precedida por Alvear, e integrada por Adolfo Güemes, Enrique Mosca, Julio
Borda y Obdulio Siri, para sustituir al Comité Nacional, prácticamente disuelto
tras el golpe de Estado. Mientras Hipólito Yrigoyen seguía preso, los
radicales reabrieron los comités. El 5 de junio el gobierno levantó la vigencia
de la ley marcial.
El 20 de julio de 1931 estalló una revolución en la provincia de Corrientes, dirigida por el teniente coronel Gregorio Pomar. Aunque fue rápidamente reprimida, dio a Uriburu la excusa que estaba buscando: el gobierno denunció la existencia de un plan terrorista y ordenó el allanamiento de los locales radicales, lo que obligó a varios dirigentes políticos como Pueyrredón, Guido, Ratto, Noel, Tamborini y Torello —salvo Güemes, que logró esconderse— a exiliarse del país. Entre los «autoexiliados» estuvo el propio Alvear: a las 10 de la noche del 28 de julio de 1931 se embarcó al exilio, un día después de haber elaborado un manifiesto que la dictadura le prohibió poder publicar, y que tuvo que difundir por tanto de manera clandestina. En una parte decía:
Contemplo desde lejos, en el barco que me aleja, la ciudad natal en donde se levantan las estatuas de mis antepasados. Me consideraba con derecho al respeto de todas las clases sociales, porque supe gobernarlas con legalidad, orden y prudencia. Me apartan de su seno manos crispadas.
Alvear en 1931.
Alvear se instaló en el Palacio Copacabana de Río de Janeiro, en donde se enteró del decreto del 25 de julio del gobierno militar que había suspendido las elecciones de gobernadores planeadas para las provincias de Córdoba y Santa Fe y dispuesto que en las próximas elecciones no se aceptarían candidatos que hubiesen apoyado al expresidente Yrigoyen. Ante la ausencia de Alvear y el escondite del vicepresidente Güemes, Vicente Gallo asumió la conducción del radicalismo; cuando, al poco tiempo, reapareció Güemes, Gallo se negó a permitirle asumir la presidencia del partido. Tras este episodio renunció la casi totalidad de la Mesa Directiva de la junta, por lo que el cuerpo decidió conferir funciones ejecutivas a Güemes, Gallo, Saguier, Juan O'Farrel, Mosca, Aramburu, Borda y Noel.
En una comunicación telefónica a Río de Janerio, Alvear anunció su renuncia a la candidatura porque posiblemente su candidatura podría ser anulada, ya que no había pasado un periodo presidencial luego de su propia presidencia y, además, creía que debía producirse una renovación en las figuras políticas. Sin embargo, por medio de Torello, los dirigentes insistieron en que se presentase en la fórmula, puesto que lo suponían el único hombre que podría forjar la unión del partido. A altas horas de la noche, llegó una comunicación telefónica en la que Alvear aceptaba la candidatura.
El 8 de octubre Alvear viajó a Montevideo; cuatro días después se reunió la Convención Nacional, y se leyó la renuncia de Alvear y Güemes Dos días después se reunió nuevamente la Convención Nacional y rechazó la renuncia de los candidatos, además de declarar «carente de valor legal» la anulación de las elecciones del 8 de abril de 1931; y por último se facultó a la Mesa Directiva del Comité para no concurrir a las elecciones próximas a celebrarse el 8 de noviembre de 1931, en el caso de que siguieran las medidas de hostilidad hacia el radicalismo.
El 16 de octubre, el gobierno ordenó el procesamiento de todos los firmantes del manifiesto, de modo que el día 27 de octubre el Comité Nacional declaró la abstención absoluta de la Unión Cívica Radical en los próximos comicios del 8 de noviembre. Estos se celebraron el 8 de noviembre de 1931; en Buenos Aires, casi todos los fiscales opositores fueron expulsados, mientras que a algunas personas se las hizo votar a punta de pistola. También hubo actos de violencia en la provincia de La Rioja y San Juan. En estas condiciones triunfó el binomio de la Concordancia, formado por el general Agustín P. Justo y el conservador Julio Roca (hijo), que asumió el mando el 20 de febrero de 1932.
Desde su presidio en la isla Martín García, Yrigoyen pidió a los radicales «personalistas» que se mantuvieran unidos bajo el manto de Alvear; paradójicamente los yrigoyenistas llegaron a ser más fieles a Alvear que sus antiguos colaboradores «antipersonalistas», de los cuales algunos ocuparon cargos en el gobierno de Agustín Pedro Justo, como fue el caso de Leopoldo Melo. A comienzos de febrero de 1932, Güemes debió hacerse cargo de la UCR, ya que Alvear se había tenido que marchar desde Montevideo a Francia con el fin de terminar algunos asuntos financieros pendientes, para no verse obligado a hacer más viajes de cara al futuro; fue en esta ocasión que decidió vender su residencia Coeur Volant, que no se llevó a cabo hasta 1934.
Alvear retornó al país el 21 de julio de 1932 a bordo del Cap Arcona. Fue recibido por una gran congregación de personas, a los que le dijo en su discurso de llegada: «Significo lo que os falta y que quién sabe hasta cuándo os faltará».164 Durante su estadía en Montevideo había sido visitado por Francisco Ratto, enviado por Yrigoyen para acortar las diferencias entre ambos mandatarios.165 Dos días después Alvear se hizo cargo del Comité Nacional.
El 27 de diciembre de 1932 arribó el vapor General Artigas a la ciudad de Santa Fe, llevando a bordo a la mayoría de los dirigentes del partido, entre ellos Alvear, Güemes y Ricardo Rojas —todos los cuales habían estado cuatro meses en prisión— a una reunión cumbre de la dirigencia radical. Durante el viaje habían acordado votar por la abstención electoral, y esa misma actitud adoptaron los dirigentes de Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Ese mismo día, Alvear habló en un acto con gran concurrencia en el Teatro Municipal de Santa Fe: «La UCR solo anhela y pide que se normalice la vida cívica argentina. Reclama tan solo las garantías y el respeto a que tiene derecho un gran partido mayoritario».
El 29 de diciembre el gobierno decretó el estado de sitio a consecuencia de la fallida revolución de 1932 comenzada días antes comandada por Atilio Cattáneo, de la que el gobierno responsabilizó al radicalismo y cientos de radicales fueron detenidos en Buenos Aires, Santa Fe, Rosario y en otras ciudades del interior. El hotel Ritz de Santa Fe, en que se alojaban los principales dirigentes radicales, fue rodeado por fuerzas armadas, y estos arrestados y conducidos en camiones del ejército hasta el buque mercante General Artigas; entre los 98 apresados se encontraban Alvear, Honorio Pueyrredón, Güemes, Tamborini y el general Luis Dellepiane.
Tras una travesía de dos días escoltado por el aviso Golondrina el buque llegó a la isla Martín García donde fueron desembarcados y alojados en barracas en las que compartían las instalaciones. Más adelante, con el ingreso de más presos políticos, los mismos llegaron ciento ocho.
Aunque esta no era la primera vez que Alvear fuera apresado, sí estuvo sometido a condiciones inhumanas y aislamiento, y muy lejos de los refinamientos a los que él estaba acostumbrado. Su esposa Regina viajó cerca de cincuenta veces en bote atravesando el Río de la Plata ante las inclemencias del tiempo para poder abastecer a su esposo de comida y mudas de ropa. Los presos en Martín García se encontraban encerrados en unas pocas cuadras bloqueadas con alambre de púas, y eran celosamente vigilados bajo los focos y las ametralladoras de los guardias.
El 5 de enero de 1933, el jefe de la isla les hizo saber a los detenidos que serían confinados a otro sitio, a menos que solicitasen ser trasladados a Europa en un barco de la Armada.
Alvear eligió partir al viejo continente una vez más, mientras que los demás, entre los que estaban Güemes, Pueyrredón, Cantilo y Ricardo Rojas fueron trasladados a la ciudad de Ushuaia, donde quedaron confinados.
Alvear fue llevado en el Pampa y, por orden del Ministerio de Marina, el viaje debía llegar hasta Lisboa sin escalas. Pero antes de llegar, el buque se quedó sin petróleo, y el comandante del navío no contaba con dinero para pagar el combustible.
El proveedor aceptó documentos del comandante avalados por Alvear, y el Pampa pudo reanudar su viaje.
El barco llegó a Lisboa el 8 de febrero de 1933. Alvear desembarcó en Francia junto a otros cinco acompañantes para visitar su mansión de Coeur Volant y residir allí por el tiempo de un mes. En octubre se embarcó de nuevo para regresar en el Avila Star y desembarcar en Buenos Aires el 19 de octubre. Fue recibido por una gran multitud de personas que lo acompañaron hasta su casa en la calle Juncal.
El despacho del Comité del 2 de enero de 1935 decidió levantar la abstención electoral. La iniciativa se aprobó con 98 votos contra 49, y el radicalismo empezó así a concurrir a elecciones para elegir gobernadores y diputados nacionales, algunas fraudulentas y otras no. En algunas contiendas electorales el radicalismo salió victorioso, como fue en el caso de la provincia de Entre Ríos en las elecciones de 1935, para la cual Alvear hizo por primera vez campaña, recorriendo gran cantidad de pueblos y dando varios discursos al día.
Pero él mismo estaba empezando a ser criticado como cómplice del régimen electoral justista. Por ese motivo, durante 1935 comenzaron a agruparse los dirigentes yrigoyenistas e intransigentes criticando la dirigencia alvearista. Pero para 1936 el alvearismo conducía el partido casi sin resistencias internas, puesto que el duro carácter de Alvear —tildado de dictatorial por algunos dirigentes— produjo el abandono de los críticos internos.
El radicalismo logró vencer en las elecciones provinciales de noviembre de 1935, y en los comicios de marzo del año siguiente, en que se renovaron ochenta y dos bancas de diputados, Alvear salió a hacer campaña a las provincias del litoral y norte argentino. En las de Santa Fe, Mendoza, Salta y Buenos Aires (esta última en menor medida) las elecciones fueron víctimas de nuevo de los mismos vicios, aunque en las restantes las elecciones se desarrollaron con relativa normalidad; así, el radicalismo logró ganar en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Pocos meses después, Santa Fe fue intervenida por el gobierno de Justo. Estas victorias alertaron al conservadurismo, sobre todo teniendo en cuenta que se aproximaban las elecciones de fines de 1937, para la renovación presidencial. En febrero de ese año se realizaron elecciones para gobernadores: se designaron adeptos al régimen a presidentes de mesa, algunos dirigentes fueron apresados y las urnas fueron adulteradas en el correo
El 1 de mayo de 1936 la Unión Cívica Radical convocó a un acto multitudinario, en el que por primera vez se reunieron todos los partidos de la oposición y el movimiento obrero. Ese mismo año la presión sindical obtuvo la sanción de la ley 11729 de contrato de trabajo para el sector servicios. Las divisiones en el seno del radicalismo se acentuaron nuevamente por el escándalo de la Compañía Hispano-Americana de Electricidad (CHADE), que había sobornado a políticos conservadores y radicales para poder obtener una concesión pública. Si bien Alvear no había aceptado los sobornos, aconsejó a los concejales radicales para que votasen a favor de la concesión, lo que le despertó críticas de sus adversarios.
El 12 de febrero de 1937 Alvear se entrevistó con el presidente Justo con la idea de que este le garantizase un acto electoral limpio de fraudes; era la primera vez que se veían desde 1931. Al día siguiente, el ministro del Interior llamó a Alvear y le dijo que se cumplirían algunos puntos de la entrevista, hecho que no sucedió, ya que las elecciones de Santa Fe estuvieron signadas por los mismos vicios. Durante los últimos años de su vida, realizó giras partidarias por todo el país. En los actos políticos era acompañado por jóvenes radicales que más tarde fueron políticos destacados del partido, como Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. Pero su conducción, como también la corriente unionista, fue cuestionada por una nueva generación de jóvenes radicales agrupados en la FORJA, integrada entre otros por el futuro presidente Arturo Frondizi, que se nuclearon en oposición a la conducción alvearista, acusada de ser partícipe del régimen al presentarse a la convocatoria de elecciones.
El 28 de mayo de 1937 se procedió a la votación del binomio presidencial en el teatro Coliseo. Entre los candidatos a la vicepresidencia estaban Mosca, Pueyrredón, Güemes y Laurencena. Alvear ganó por unanimidad la candidatura a la presidencia, mientras que Mosca ganó la candidatura a la vicepresidencia por 145 votos frente a los 24, 8 y 4 que obtuvieron Laurencena, Pueyrredón y Güemes, respectivamente. Para mediados de la década de 1930, si bien la fortuna de Alvear había mermado de forma considerable, era aún suficiente para que él y su esposa pudieran mantener una vida tranquila. Sin embargo, la misma no bastaba para afrontar también los costes de una campaña, como alquilar locales, mandar a imprimir volantes y pegar afiches.
El 8 de octubre de 1936 la CHADE-CADE presentó una propuesta al Concejo Deliberante para extender su obtención de concesión pública a otros veinticinco años más (hasta 1957), con opción a otros veinticinco, y dejar sin efecto las cláusulas que no había cumplido. Pocos días después, la CIAE (Italo) presentó una propuesta similar, evidentemente acordada con la CHADE. El tratamiento fue escandaloso; el 6 de noviembre el bloque de la UCR presentó los dos proyectos, y la Comisión de Servicios Públicos trató personalmente con Vehils y Nürberg, altos ejecutivos de la CHADE.199 En protesta, los socialistas se retiraron de la comisión. El soborno a los concejales radicales había sido tan evidente que se les solía denominar como «los chadistas».200 En una carta de José L. Cantilo a Marcelo T. de Alvear, aquel dijo:
Para finales de los años 30 la salud de Alvear se había deteriorado, producto de una gripe de la cual le costó recuperarse y de la situación política que vivía el país en esos años. Durante una reunión del Comité Nacional se leyó la sorpresiva renuncia de Alvear, efectuada para dejarle el camino libre a Tamborini. Una delegación fue a su casa en Don Torcuato para informarle que el comité había rechazado su renuncia. Alvear no los pudo recibir por su estado delicado de salud, pero con su secretario como intermediario les agradeció la visita con la conclusión de «Yo estoy muy enfermo, con un pie en la tumba».
El 23 de marzo de 1942, fulminado por una crisis cardíaca, falleció Marcelo Torcuato de Alvear al lado de su esposa Regina Pacini en su casa de Don Torcuato. Una importante cantidad de gente se trasladó hasta la localidad para dar el último adiós al viejo mandatario, pese a que había llovido durante gran parte del día. Al día siguiente fue trasladado a la Casa Rosada y velado por las autoridades «oficiales», precisamente por quienes le habían cerrado el acceso a la presidencia por medio del fraude electoral. Varios dirigentes que habían ganado gracias al fraude, como Roberto Marcelino Ortiz, Agustín Pedro Justo y Rodolfo Moreno, brindaron palabras elogiosas a Alvear.
Durante su funeral se produjeron incidentes cuando una multitud de personas sustrajeron por la fuerza el féretro de la liturgia funeraria oficial celebrada en la Casa Rosada; el cajón fue llevado por la gente cantando consignas contra el gobierno hasta el Cementerio de la Recoleta.
Sus restos se encuentran en el mausoleo familiar del Cementerio de la Recoleta, junto a los de su abuelo Carlos María de Alvear y su padre Torcuato de Alvear, al lado de la tumba de Juan Facundo Quiroga. El mausoleo fue diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905.